Rancho Las Voces: El Rey de la Sandía de Daniel Wallace
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martes, abril 11, 2006

El Rey de la Sandía de Daniel Wallace


El autor.

JAVIER GUTIÉRREZ CARRETERO

B arcelona, España. 05/04/2006. (La Vanguardia.- "Sandía f. Planta herbácea anual, de la familia de las cucurbitáceas, con tallo velloso, flexible, rastrero, de tres a cuatro metros de largo, hojas partidas en segmentos redondeados y de color verde oscuro, flores amarillas, fruto casi esférico, tan grande que a veces pesa 20 kilogramos, de corteza verde uniforme o jaspeada y pulpa encarnada, granujienta, aguanosa y dulce, entre la que se encuentran, formando líneas concéntricas, muchas pepitas negras y aplastadas." Ésta es la definición que ofrece el Diccionario de la lengua española del elemento principal que Daniel Wallace (1959) utiliza en su última novela. Porque sólo el ingenio del autor de Un pez gordo que tanto sorprendió por su originalidad a la crítica, sólo la mente de un creador de mitos literarios, como él mismo se reconoce, puede dotar a este refrescante fruto veraniego de una universalidad mitológica de la que históricamente viene dependiendo la felicidad de toda una comunidad de individuos en la ciudad de Ashland, Alabama, y cuya máxima expresión es el insólito e inaudito festival anual de la Sandía. Una dicha y ventura ancestrales truncada, empero, por la foránea, bella y maravillosa Lucy Rider, cuyo enérgico y decidido carácter pone fin a lo que considera, sin ningún tipo de duda, como estúpido, bárbaro cuando no religiosamente atávico. Pues bien, dieciocho años más tarde y diversas preguntas existenciales a su espalda, su hijo Thomas Rider regresa a Ashland sabiendo sólo una cosa: que su madre murió al darle a luz. Un regreso que, paradójicamente, se convierte en un iniciático viaje hacia sus velados orígenes y que, en paralelo, le sitúa de modo involuntario como estrella indiscutible del recién recuperado y aplaudido de antemano festival de la Sandía.

Si el maestro Valle-Inclán utilizara ya un siglo antes los espejos cóncavos del Callejón del Gato en sus Luces de Bohemia para mostrar el esperpento que, de modo inevitable, aparece después de la farsa creada por la degradación de la realidad, Wallace se sirve de la sandía como instrumento distorsionador de una América profunda tan en apariencia perfecta y que, al cabo, enmascara bajo su superficie la auténtica realidad de su recóndita esencia: el rancio racismo, personificado en Vicent Newby, negro; la intolerancia popular, cebada en su dedo acusador sobre la figura de Iggy Winslow, tonto del pueblo; la ignorancia de una mentalidad vacua en su sempiterna estrechez de miras... o cómo la sexualidad es convertida en todo un rito anacrónico y esperpéntico. Y lo que comienza siendo una denuncia en clave de fábula, de narración mítica si se prefiere, acaba tornándose en una auténtica reflexión acerca de la identidad individual y colectiva provista de un final tan sorprendente como kafkiano.

Daniel Wallace El Rey de la Sandía Traducción de Íñigo García Ureta ALFAGUARA 262 PÁGINAS 15 EUROS

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