Rancho Las Voces: Muere el escritor boliviano Víctot Hugo Viscarra
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viernes, mayo 26, 2006

Muere el escritor boliviano Víctot Hugo Viscarra



L a Paz, 25 de mayo (AFP).- El escritor boliviano Víctor Hugo Viscarra, un bebedor consuetudinario que reflejó en sus libros su intensa vivencia en las calles, fue sepultado este jueves en un cementerio público de La Paz tras fallecer de cirrosis el miércoles.

Viscarra, de 49 años de edad, escribió en un libro autobiográfico que temía a la vejez y que "si llego a los 50 me suicido. Nacionalizo una pistola y me pego un tiro".

No fue necesario, sin embargo, porque un irreversible colapso hepático acabó con su vida, meses después de entregar sus "Avisos necrológicos".

"Soy antropólogo, porque vivo en los antros", solía decir Viscarra, un habitante de las calles desde pequeño, a quien un diario chileno lo comparó con el escritor de la marginalidad Charles Bukowski.

El autor de "Borracho estaba, pero me acuerdo", unas descarnadas memorias de su vida callejera, solía divertirse con la comparación.

"¿Para quién escribo?. Para la prostituta, para el borracho, para los amigos", explicó Viscarra, quien fue un escritor autodidacta y apenas cursó los estudios primarios.

"Alcoholatum y otros drinks", fue un suceso de librería, al igual que sus otros escritos.

Víctor Hugo Viscarra: borracho otra vez

Marco Basualdo Z.

La Paz, Bolivia. (La Prensa).- La Víctor Hugo Viscarra, el escritor que hizo de la bebida un mundo y una actitud literaria, recibió un homenaje en el marco de la IX Feria Internacional del Libro. El tributo se realiza justamente con el retorno al temerario cóctel de su pasado: antros, noche, miseria, y profuso alcohol. Fondo Negro habló con el escritor una vez acabado el acto de homenaje. Era una noche fría de agosto.

¿Poqué volver al trago?

Porque así nomás es, tengo que admitir que el trago me gusta. No el trago, perdón, el alcohol. Si en algo habían tenido razón los idiotas de los “a a” (Alcohólicos Anónimos), es que cuando uno reincide es mucho peor. En eso sí habían tenido razón.Corre la tercera semana de agosto en este 2004, y Víctor Hugo no para de beber, con algunas leves intervenciones, desde marzo pasado. Había cumplido, hacia principios de año, onces meses y tres semanas alejado del desenfreno que lo obligó a un estricto régimen clínico, pues “la chapería necesitaba un cambio”. Casi un año de abstinencia, hasta que una mano furtiva le pidió catar un “preparado”. “De ahí no la he parado. Es que me gusta, qué le vamos a hacer. Bendigo a mi organismo porque gracias a él recuperé parte de mi deplorable estado de salud”, dice don Víctor Hugo Viscarra, el narrador bizarro del lúmpen paceño, aquel que ha vivido gran parte de su vida en la calle o en refugios para indigentes. ¿Sabías que soy antropólogo?

La verdad que no.

Soy un especialista en antros pues. Viene de ahí.

A propósito, ¿cómo lo recibieron sus camaradas?

Igual nomás. Yo no había dejado de frecuentar los bares durante mi tratamiento, nunca me he desclasado. Aunque no bebía ni fumaba, igual compartía con mis cuates a los que trataba de aconsejar, pese a que en el fondo sabía que lo que les entraba por un lado, les salía por el otro.

¿Fue muy jodido el tiempo de medicación?

Sí. La soledad es algo que siempre me había atormentado, y en esa situación tuve que alejarme de muchas cosas. Pero tengo que agradecer a amigos como Manuel Vargas y Armando Urioste, quienes nunca se olvidaron de mí, en las buenas y en las malas. Ellos me visitaban en mis peores días de encierro hospitalario.

¿Y el retorno a la vida de “artista”?

No, sólo con volver a oler el trago. Pero trato de no exagerar como antes, de noche me alisto un poco de aguita con alcoholcito para la sed del ch’aqui, ya sé que es un crimen tomar algún líquido que no tenga alcohol. Es como tirarle agua a un hierro caliente, que es lo que a la larga friega el organismo.—Pero nunca dejó de escribir.—Claro que no. Siempre dije que para mí, escribir es como una terapia después de haberme dado un buen trancazo. Y también en los tiempos en que me tuve que alejar del trago, escribir hacía que pase mi tiempo. De hecho, ya tengo material para un nuevo libro, todavía no tiene título, pero ya está en poder de mi editor. Ya van a ver de nuevo a los policías. He sido una persona no grata para ellos, como ellos lo son para mí.

¿Se puede hablar de satisfacciones, pese a cómo se han dado las cosas?

Sí, todavía, como las que me ha dado la Juanita. Ella tiene su puesto en un pasillo de la Max Paredes, cerca de un bar donde no conviene salir cuando aún está oscuro, porque es muerte segura. No es una mujer letrada, así que no entiendo cómo le ha llegado un libro de Borracho estaba..., y se lo había leído enterito. Cuando la vi de mucho tiempo, me dijo: “Gracias Víctor Hugo”. Yo le he dicho: “¡por qué!” Y ella me respondió: “Por decir toda la verdad en su libro, para que se conozca”. Fue algo que me rompió el corazón, yo me quedo chocho con este tipo de satisfacciones...Siempre quise hacer de mi infierno un paraíso, y es una estúpida esperanza pensar en cosechar todo lo que he sembrado. Por eso, detalles como aquel son los que me llenan de verdad.

La tercera edición de Coba..., el homenaje recibido en la Feria, ¿deberían ser motivos de orgullo?

De vez en cuando me doy ese tipo de gustos. Pero eso es algo que no me interesa demasiado, nunca he sido materialista, aunque me hubiese gustado. La edición de Coba... está corregida y aumentada, y revela nuevos misterios. Por otro lado, dicen que Borracho estaba... es un “best seller”. Debe serlo, pero el Víctor Hugo sigue hambreando. Con eso no quiero decir que mi editor se esté aprovechando. Pero ya he aprendido lo suficiente para darme cuenta de que las cosas en la vida se dan de ese modo... Hablando de eso, prestame diez pesos.—Francamente, Víctor Hugo, ando con una moneda en el bolsillo.

No importa, dame pues..... Ya sabes, me debes nueve bolivianos.... chao.

Asesorando American Visa

Víctor Hugo Viscarra Rodríguez nació en la bella hoyada de La Paz hace 47 años. Bajo el signo capricorniano, se hizo hincha del Club Unión Maestranza de Viacha, y estudió en la escuelita Ismael Montes. No logró el bachillerato. La primera edición de Coba: lenguaje secreto del hampa boliviano (1981) lo rescató del anonimato gracias a la intervención de Antonio Paredes Candia. Fue él quien denunció que la Policía Nacional había hecho uso indebido del trabajo del escritor al publicar el texto como si se tratara de autoría institucional. Relatos de Víctor Hugo fue su segunda obra (1996). A mediados del 2001 publicó Alcoholatum y otros drinks, y en el 2002 Correveydile publicó Borracho estaba, pero me acuerdo, de edición agotada. Ha participado en la recién filmada American Visa, de Juan Carlos Valdivia, como asesor del director en las escenas que se desarrollan en los bajos fondos de la ciudad. Viscarra leyó la novela de Juan Recacoechea y dio una serie de consejos para aportar verosimilitud a las aventuras del protagonista de la novela, interpretado por el actor mexicano Demián Bichir. Actualmente sigue escribiendo cuentos para una posterior publicación de un nuevo libro de relatos, “made in Viscarrita”.