Rancho Las Voces: Ópera / Entrevista a Robert Carsen, director escénico de «Salomé»
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miércoles, abril 07, 2010

Ópera / Entrevista a Robert Carsen, director escénico de «Salomé»

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El director en el escenario del Teatro Real de Madrid, reconvertido por él en cámara acorazada. (Foto: Carlos Rosillo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 7 de abril de 2010. (RanchoNEWS).- Desde Madrid, El País ofrece una entrevista al director de escena canadiense Robert Carsen realizada por Aurora Intxausti:

No hay repeticiones en sus trabajos. Le gusta sorprender y atrapar al espectador desde el instante en que se sienta en la butaca. Mientras habla, su mente está trabajando, pendiente de su iPhone y de las dos telas que le han dejado en la mesita del camerino para que dé el visto bueno a una de ellas. Es meticuloso y le gusta la perfección, hasta tal punto que no quiere que se vea el escenario hasta que no esté acabado. Ha decidido llevar Salomé, la ópera que se estrenará en el Teatro Real el domingo, a un casino de Las Vegas.

«Es así como yo veo esta obra en un lugar en el que el ambiente es poco saludable, envuelta en una sociedad carente de valores. Un casino es un lugar en el que se pueden dar todo tipo de vicios, en el que no hay espacio para la espiritualidad y la protagonista es una niña rebelde que trata de lograr algo diferente a lo que le rodea», comenta Carsen, quien no ve a la joven Salomé como una ninfa monstruosa que merece morir por empeñarse en tener la cabeza de Juan el Bautista, sino como una víctima de la perversión.

El escenario que podrá contemplarse en el Real es, según su creador, «tan bíblico y tan kitsch como la propia obra. La idea de una ciudad en mitad del desierto, con claras alusiones bíblicas y a la que la gente acude para intentar enriquecerse resulta bastante increíble. Todo ello evoca una sociedad espiritualmente arruinada cuyo único deseo es dar rienda suelta a sus deseos. Aunque no debemos olvidar que en el fondo todo gira en torno a las relaciones que se establecen entre una joven, su madre y su padrastro. Salomé trata de buscar en medio de un ambiente enrarecido algo a lo que aferrarse y de ahí nace la atracción que siente por Juan el Bautista, porque de la gente que ha conocido es la única que tiene algún tipo de valor espiritual».

Salomé, estrenada en la Königliches Opernhaus de Dresde en 1905, es una obra exagerada porque así nació de la pluma de Oscar Wilde y así la quiso componer Richard Strauss. «Toda la trama se desarrolla en un ambiente de decadencia espiritual y la sociedad actual no es muy diferente. Un casino es una buena referencia para nuestros tiempos», puntualiza Carsen.

Ésta será la tercera obra que el director canadiense suba al escenario del teatro madrileño tras Diálogo de carmelitas, de Poulenc, y Katia Kabanova, de Leos Janácek, dos producciones que concitaron el reconocimiento de la crítica y el público. Para este montaje, coproducido por el Teatro Real, el Maggio Musicale Florentino y el teatro Regio de Turín, donde se estrenó, se podrá ver por primera vez en una ópera en el coliseo madrileño a la soprano sueca Nina Stemme y en el papel de Herodías a Doris Soffel. La batuta estará en manos del director Jesús López Cobos.

Los ojos de Carsen son intensos y brillantes. Se percibe en su discurso su pasión por lo que hace. Salomé, explica, es «una obra prodigiosa que gira en torno a una familia disfuncional, la que forman la propia Salomé, su madre, Herodías, y su padrastro, Herodes, asesino de su padre y un pedófilo obsesionado con ella. La forma en que Herodes mira a Salomé no es natural. No es como mira un padre a su hija y ella se da cuenta del erotismo que envuelve a esa mirada paternal».

Desde que Robert Carsen decidió poner en marcha la puesta en escena de esta ópera de Strauss tuvo claro que Salomé es un personaje muy extremo. «Lo que hace esta adolescente sin metas en el mundo superficial y pervertido en el que vive, es una respuesta a todo lo que le rodea. La fijación que siente por Juan el Bautista, que denuncia el pecado que sus padres han cometido, es porque ve en él al único ser de los que le rodean con fibra moral y quiere ver hasta dónde es capaz de llegar. Es un juego perverso. Ella necesita desesperadamente tener un vínculo con Juan el Bautista porque es consciente de que es su única escapatoria».

En este juego de seducción en el que entran los personajes, Carsen ha querido que el strip-tease de Salomé con la danza de los siete velos sea más psicológico que físico: «hay desnudos, pero no son exactamente los que podrían esperarse», puntualiza. «Mi trabajo es ofrecer al público algo diferente a lo que han visto hasta ahora. Primero trato de encontrar respuestas a lo que me plantea el compositor y, a partir de ahí, soy capaz de crear una puesta en escena que le sorprenda y que atrape al espectador, que le transporte a un mundo completamente diferente a través de los sentidos».

Este gran contador de historias a través de la ópera, el teatro e incluso alguna exposición maneja con exquisitez el tiempo, el espacio y el movimiento y lo envuelve con elegancia en sus montajes.

La exageración de la obra de Wilde, que deseaba escandalizar a la sociedad victoriana, está trasladada en este caso al Cesar's Palace de Las Vegas, «una especie de Disneylandia de las drogas y el sexo». Carsen lleva la acción de la obra a los sótanos del casino, donde el director coloca todo tipo de elementos visuales romanos y egipcios y grandes cantidades de dinero.

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