Rancho Las Voces: Textos / Rubén Moreno Valenzuela: «Una fallida reseña de "De Obregón: El Recreo", novela de Mauricio Rodríguez»
(6) El retorno de Francis Ford Coppola

domingo, diciembre 02, 2012

Textos / Rubén Moreno Valenzuela: «Una fallida reseña de "De Obregón: El Recreo", novela de Mauricio Rodríguez»

.
Portada del libro. (Foto: RanchoNEWS)

C iudad Juárez, Chihuahua. 17 de noviembre de 2012. (RanchoNEWS).- Comienzo por decir que De Obregón: El Recreo de Mauricio Rodríguez es una novela fallida.

Doble y felizmente fallida.

En primer lugar porque a la manera de Rayuela, la gran novela que el argentino Julio Cortázar publicara en 1963 en la editorial Sudamericana de Buenos Aires, El Recreo pudiera tener un orden aleatorio de lectura si las personas a las que el autor agradece al principio, y que después se convierten en personajes de la misma novela, tuvieran al costado de sus respectivos nombres, entre paréntesis, citado el número de página en el cual aparecen. De esta manera el lector tendría varias opciones de lectura. Aquí agrego que después de la novela La virgen del Barrio Árabe, del escritor juarense Willivaldo Delgadillo, no había visto una dedicatoria y un agradecimiento tan extensos. Esta sugerencia obviamente es una broma.

Es fallida en segundo lugar porque no es una novela es un largo poema, porque ocurre que ante todo Mauricio Rodríguez es un estupendo poeta, cuyos textos disfruto mucho, y su prosa no podía estar exenta de esas imágenes y ese ritmo tan suyos.

Cómo dice el autor su novela, la manera en que la narra es cautivante precisamente por este aliento poético que la recorre.

He aquí una muestra de los que estoy diciendo y que el azar me ofreció:

Yo el hombre Ícaro, me convertí en mito, en sueño de desvelo, desesperado de sustancia por acariciar el cielo, cuando lo etéreo era la esencia, y lejos del mar supremo podía existir.

Caí en un vacío sin pensarlo, siquiera el momento que gobernó cada uno de mis intentos por salir del agua me hizo reconocer y afirmar que el color de mis piernas cambió a cada desafío.

En lo profundo me hubiera quedado, pero ya aciago de mi tristeza aunque no sabía qué quería, sabía lo que no quería.
Hablé en esos días de que morir jamás llamó a mi puerta, sólo tuve fe de ya no mirar y comencé a creer en la firmeza de mis pasos.

Fuerte es la mirada cuando nace desde el suelo, cuando las lágrimas se entierran y germinan nuevas voces.

No existe en el mundo de los nocturnos probados la paciencia, ésta se borra al dormir sin besos, como si así fuera la oportunidad de fallecer entumecido, sin haber pensado en la idea de congelarse siquiera.

Así llegaba la voz extranjera –a medias–, interrumpiendo esta analogía del declive amoroso, para hacerme ver que sólo vivía una remembranza del cansancio descorazonado, una letra fría que me dictaba no temer, me decía, al oído, algo que el odio no entendió en tu mirada, que aún atisbaba desde ciertos rincones de la noche.

Entonces era el momento de reconocer seres sin alma que se bailaban en la coyuntura de sus ideas y dislocaban el sabor de un par de glúteos regionales.

Un apretujar de ideas me convenía a prestarme a los juegos de aquellos cuerpos sobrevivientes del accidente-vida.

Fui un héroe que respiraba forzadamente las palabras olvidadas en la memoria maltrecha de los actos adolescentes.

Y si bien la forma de la novela es bella, su contenido es de gan interés, porque (según mi lectura) El Recreo trata un tema que hasta ahora no había encontrado. La tragedia de la emigración de tu tierra (llámale Torreón o San Critobal de Las Casas) hasta esta frontera por meros motivos económicos y cómo esta Ciudad Juárez te puede mostrar sus podredumbres, pero también cómo esta ciudad puede ser el teatro en el cual te encuentres y te descubras como persona. Finalmente la ciudad, te envuelve, te acoge y terminas en El Recreo.

Sólo resta agradecer a Sediento Editores el que nos otorgue la oportunidad de poder disfrutar esta buena propuesta literaria que les invito cálidamente a leer.

Me despido compartiéndoles que, aunque le pedí a Mauricio que no me incluyera, entre la página 147 y 148 aparezco y huyo en esta novela; y no sé si ese Rubén es más real que este otro que les ha hablado.

Eso produce la buena literatura.

REGRESAR A LA REVISTA