sábado, septiembre 06, 2003

El Fronterizo
Episodios Históricos Juarenses
Episodio 407
(Publicado en El Mexicano 5/IX/2003)

Un viejo sastre de Ciudad Juárez

Los recuerdos de don David Chávez

Rubén Moreno Valenzuela
En la edición del martes 8 de diciembre de 1953, con motivo del aniversario de la fundación de la ciudad, el reportero de El Fronterizo José Santamaría Bringas publicó un artículo titulado “La vida era apacible a fines del siglo pasado”, en la cual incluyó, además de las remembranzas de don Pablo Cuarón –transcritas en anteriores episodios–, también los recuerdos de Don David Chávez, un viejo sastre y también antiguo residente de la ciudad.
He aquí sus recuerdos:

Don David Chávez también añora los tiempos viejos

Don David Chávez, aunque no es nativo de Ciudad Juárez, pues nació en Aguascalientes, tiene muchos años de residir en esta ciudad, a donde llegó el año de 1897.
A la fecha tiene 77 años y ejerce su oficio de sastre, como jefe del taller de una conocida negociación del ramo.
Aquí contrajo nupcias con la señora María Jesús Hernández, obteniendo como fruto de esa unión dos hijos: David y Eliseo.
Yo tenía 20 años cuando llegué aquí; entonces sí era bonita Ciudad Juárez. Todo marchaba en orden –nos dice con expresión campechana y sencilla, en la que se manifiesta el pensamiento limpio de la persona que ha tenido por norma de vida el respeto a los demás, la dedicación, el trabajo y la práctica del bien.
Entonces había una Zona Libre en Ciudad Juárez –agrega don David Chávez– y todas las tiendas grandes estaban de este lado. Cuando yo vine ya había puente y un tranvía que jalaba una mulita, que hacía el servicio de El Paso aquí; la mulita la cambiaban en cada viaje al llegar cerca del puente en un corralón donde estuvo después las Linterna Verde, ahora creo que es El Tívoli.
Recuerdo muy bien que las familias más nombradas eran los Calderón, los Provencio, los Samaniego, don Pablo Cuarón vivía en la avenida Lerdo, siempre ha sido muy fina persona.
Yo empecé a trabajar con un señor llamado don José María Amstater, extranjero. Entonces la mayoría de las personas se hacían los trajes a medida; y ¡cómo rendía el dinero!
Yo ganaba 20 pesos a la semana y aquello era una capital, con decirle a usted que el gasto de la comida, y comía uno abundantemente, se hacía con 5 ó 6 pesos a la semana. Una casa de dos cuartos, por la que pagábamos una renta de 2.50 al mes, ¡figúrese usted!
Era mucho mejor aquel tiempo. Luego, en 1905 ó 1906, no recuerdo bien, quitaron la Zona Libre y todo el comercio se fue para el otro lado.
Se me quedó muy grabada en la memoria una caricatura que publicó un periódico de El Paso; una caricatura hecha con ironía y hasta con burla para Ciudad Juárez.
Era un dibujo con un mexicano todo greñudo, sentado cerca de una palma; estaba cabizbajo y a su lado había también dibujado un perro todo encanijado, flaquísimo y debajo de esa caricatura había una leyenda que decía: el porvenir de Ciudad Juárez sin la zona libre.
Ni la burla nos perdonaron.
Como le digo, entonces sí había orden y respeto. A veces había serenata en la Plaza de Armas.
Esa siempre ha estado ahí. En un lugar de la calle principal ponían un cartelón que decía: Hoy gran serenata.
Y venían de El Paso y de aquí muchas muchachas muy ataviadas y llenas de listones. Tocaba la música en el quiosco y las muchachas daban vuelta en la parte de adentro, en un sentido, y los hombres en sentido contrario al lado de afuera, pero qué capaz que nadie se propasara con las jóvenes, cuando más les arrojaban confeti y flores. Era muy ordenada la gente.
Las fiestas principales eran las de Guadalupe en el mes de diciembre y se hacían en la misma placita donde estaba un busto de don Benito; estas fiestas acababan en enero.
La partida empezaba el primer domingo de diciembre; había toda clase de juegos y venía muchísima gente.
¡Qué bonito era entonces!
Recuerdo que en la época de que le hablo, el jefe político era Don Valentín Oñate, que tenía grado militar, creo que era mayor.
También había corridas de toros en una plaza de madera que alzaban a un lado de la jefatura. No había mercados, los puestos se tendían en el piso y los levantaban por la noche.
En los partidos había mucha fruta y uva, con la que hacían un vino famoso, era muy bueno.
Todo ha cambiado, pero de cualquier manera creo que era mejor el tiempo de antes, ahora esto es un relajo.