jueves, septiembre 25, 2003

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El despegue de “La pell freda”

La novela de Sánchez Piñol suma traducciones tras su sostenido éxito de ventas


ROSA MARIA PIÑOL / La Vanguardia
Barcelona.- Las listas de libros más vendidos han registrado en los últimos tiempos el éxito sostenido de varios escritores jóvenes, todos ellos catalanes. Carlos Ruiz Zafón, con “La sombra del viento”, Javier Cercas, con “Soldados de Salamina”, y Pablo Tusset, con “Lo mejor que le puede pasar a un cruasán”, llevan muchos meses en cabeza de los gustos lectores. Recientemente un nuevo autor –en este caso de expresión catalana– pugna por encaramarse a la cima de los best-séllers y convertirse en un fenómeno literario similar: se trata de Albert Sánchez Pi- ñol, un antropólogo barcelonés de 38 años que hace algo menos de un año sorprendió gratamente con “La pell freda”, una espléndida historia de aventuras, su debut en la novela tras un primer libro de cuentos.

Autor de un agudo ensayo satírico sobre ocho dictadores africanos (“Pallassos i monstres”, La Campana, 2000), Sánchez Piñol irrumpía en el género novelístico con un libro de temática inhabitual en la literatura catalana, una mezcla de relato de aventuras, terror, ciencia ficción y reflexión filosófica con ecos de Conrad, Stevenson y Lovecraft, entre otros autores. Desde su publicación, a finales de octubre de 2002 por la editorial La Campana, el libro ha seguido una carrera meteó- rica: en marzo Edhasa publicaba la versión castellana, en junio la novela quedaba finalista del premio Llibreter (en contra de muchos partidarios de “La pell freda”, la mayoría de libreros catalanes se inclinó finalmente por “La edad de hierro” del sudafricano J. M. Coetzee) y, desde hace veinticinco semanas, se mantiene en la lista de obras de ficción más vendidas en catalán. Paralelamente, la novela ha iniciado su despegue internacional. La editora de La Campana, Isabel Martí, que apostó por el libro desde el primer momento, decidió confiarlo a la agencia Carmen Balcells para facilitar su salto al mercado europeo. En este momento están ya en marcha las traducciones francesa (a cargo de la editorial Actes-Sud) y alemana (el sello Fischer ha logrado los derechos, que se disputaban cinco editores) y se han interesado por el libro editoriales de Holanda, Portugal y Serbia. Asimismo, dos sellos ingleses optan a publicarla en Gran Bretaña y el pasado fin de semana el autor recibía la noticia de que el libro va a ser publicado en Estados Unidos por uno de los grandes sellos, Farrar, Straus and Giroux, en cuyo catálogo figuran autores como Vargas Llosa, Susan Sontag, Tom Wolfe o Carlos Fuentes.

Como ocurrió con las novelas de Cercas y Ruiz Zafón, el boca a oreja ha empezado a funcionar con “La pell freda”, y autores tan diversos como Enrique Vila-Matas, Emili Teixidor o Arturo Pérez-Reverte la han elogiado. En catalán el libro ya va por la sexta edición (se han vendido cerca de 12.000 ejemplares), y en castellano por la segunda.

Discreto y modesto, Sánchez Piñol confiesa su sorpresa por el espectacular despegue de su novela. “¿Las razones? Quién sabe... Pero creo sinceramente que el libro es un buen producto, aunque yo soy el menos indicado para decirlo. Pienso que el hecho de que en la historia se mezclen amor, aventuras, terror y meditaciones filosóficas la hace atractiva para un amplio sector de lectores”, dice el escritor. Por su parte, Isabel Martí está también convencida de que es un libro “que no tiene generación, ya que es interesante para todas las edades”. Por eso está gestionando ya la introducción de la novela en los institutos y prepara un libro pensado como guía de lectura para regalar a los profesores de secundaria.

“La pell freda” puede ser en efecto una apasionante lectura de aventuras para jóvenes (narra la relación de tres personajes en una remota isla y con la inquietante presencia de una raza anfibia inventada por el autor). Pero su atractivo radica en que tiene también muchas otras lecturas: contiene desde una lúcida reflexión sobre la figura del “otro” hasta una meditación político-filosófica sobre el totalitarismo político, como subrayaba recientemente el sociólogo Salvador Cardús, que elogiaba el libro de Sánchez Piñol como un análisis del “proceso de bestialización del enemigo que quiere evitar cualquier tentación de diálogo tendente a desestabilizar al poder establecido, y para justificar el terror”.

Las reglas del “long-séller”

La continuidad en las listas de libros como “El segrest del rei” de Màrius Carol, “Millor que no m'ho expliquis” de Imma Monsó, o “La pell freda” de Albert Sánchez Piñol contradice de forma tan evidente la presunta pérdida de incidencia de la literatura catalana, que merece una explicación.

Se trata de obras de naturaleza y ambición muy diferentes, que tienen algunos aspectos en común. Son libros “poco literarios” que anteponen el reclamo de un tema interesante, enunciado con claridad, a la subjetividad exacerbada y a la bella escritura. Abordan cuestiones relacionadas con la historia reciente, las relaciones personales o la imagen del extranjero, sin emparrarse, buscando la complicidad del lector. En el caso de Monsó y Sánchez Piñol no hay referencias concretas al entorno inmediato, lo que amplia el horizonte de lectura y facilita la traducción. Sánchez Piñol sitúa la acción en una isla arquetípica, inspirada en las novelas de Poe y Lovecraft, en “La rama dorada” y en los viajes polares. En este escenario, reflexiona sobre la realidad, con imágenes y argumentos narrativos. Uno de los puntos fuertes de la “La pell freda” es que puede leerse como un libro de monstruos y aventuras o como una fábula actual sobre la alteridad y la mirada del otro.

Cosa rara: en un mercado editorial en el que las novedades se suceden rutinariamente, los responsables de La Campana han creído siempre en el libro y han invertido en su promoción una energía taurina. El éxito de público y la buena acogida internacional de Sánchez Piñol no representa el triunfo de una determinada concepción de la literatura, ni desmerece a aquellos autores que han optado por otras vías: es una inyección de autoestima a repartir entre todos. Demuestra que el “long-séller” tiene sus reglas basadas en el sentido común y en los valores colectivos de la lectura, y que también en catalán hay escritores y editoriales capaces de ocupar este espacio