martes, septiembre 23, 2003

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Pablo Neruda

Recordando al poeta

Carolina Robino / BBC Mundo

Cuando Pablo Neruda murió el 23 de septiembre de 1973, apenas habían pasado 12 días del golpe militar que derrocó a Salvador Allende y todos los actos públicos estaban prohibidos.

Por eso, el ataúd del poeta salió de la Clínica Santa María casi en secreto, rodeado de su viuda Matilde Urrutia, la hermana de ésta y una amiga de la pareja.

Pero Neruda era demasiado popular para irse solo.

Amigos y chilenos de la calle se fueron sumando espontáneamente a la carroza y los militares armados que la custodiaban no pudieron hacer nada para evitar que la multitud despidiera los restos del poeta con cantos y gritos.

Han transcurrido 30 años de ese momento. Gabriel García Márquez ha dicho de Neruda:

«Era una especie de rey Midas: todo lo que tocaba se convertía en poesía. Y fue el mejor poeta del siglo 20, en cualquier idioma».

En 1971, Neruda se convirtió en el segundo chileno, después de Gabriela Mistral, en obtener el Premio Nobel de Literatura

La seducción de las caracolas
«Lo mejor que coleccioné en mi vida fueron mis caracoles».

Él mismo lo dijo en Memorial de Isla Negra: de todos los seres marinos, Pablo Neruda amó especialmente las caracolas. Y, como los libros, las coleccionó por montones.

De hecho, en su obra Los caminos de América, el escritor Edmundo Olivares define al poeta chileno como un coleccionista depredador.

El interés de Neruda por las caracolas comenzó cuando el malacólogo cubano Carlos de la Torre le regaló los mejores ejemplares de su colección. Desde entonces recorrió los siete mares, acechándolas y buscándolas.

De este afán del poeta hablamos con Darío Osses, escritor y encargado de los archivos y la biblioteca de la Fundación Neruda.

Yo creo que Neruda tenía un concepto de la lectura amplio, en el sentido de que podía leer la naturaleza. Le interesaba tanto como leer libros.

Y dentro de esta lectura, las caracolas y todos estos organismos del mar eran como palabras, como signos en los que podía descifrar el misterio del océano, que tanto le interesaba.

Lo interesante es que Neruda reúne esta colección de caracolas por su valor estético. En su poesía se ve.

Hay muchas metáforas en que se percibe la sensualidad de la caracola, a la que muchas veces asocia con la mujer.

Y en Canto General hay un poema que se llama Molusca Gongorina en que describe poéticamente su afán de coleccionista.

Y va contando como en California encuentra un múrex espinoso, por ejemplo, y luego en distintos lugares un spondylus o un nautilus.

En 1954, cuando su colección superaba los 15 mil ejemplares, Neruda la donó a la Universidad de Chile, donde están en exhibición.