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La película fallida
En el “Dune” de Jodorowsky
Antes que David Lynch, Alejandro Jodorowsky intentó en los años setenta llevar al cine “Dune”. Dalí debía interpretar un papel en este filme que no llegó a realizarse. Recuperamos parte del relato, publicado por el cineasta en una revista mexicana, de sus encuentros con el pintor
ALEJANDRO JODOROWSKY / La Vanguardia- 25/02/2004
París. El nieto del petómano nos telefonea para darnos una cita definitiva en Barcelona. Apenas cuelgo el teléfono, suena de nuevo. Es Dalí, que me invita a comer para hablar de su papel antes de irse a España.
Llego al Meurisse. Está solo. Voy a discutir su precio. (...) Nos hemos quedado a solas. Dalí sólo se mira para engomar su bigote antena y me dice, a quemarropa, que no quiere ser dirigido. Quiere hacer lo que le dé la gana... Le pregunto:
–Si yo fuera un rico propietario y le encargara pintarme en una tela lo que usted quisiera... ¿Usted lo haría?
–Por supuesto.
–¿Sin importarle que la tela fuera cuadrada, redonda, rectangular, octogonal, etcétera?
–Si usted me da una tela blanca, de la forma que sea, yo le pintaré el cuadro siempre y cuando no se meta con lo que yo haga.
–Dalí, es posible que trabajemos juntos. Yo le daré las formas haciéndole preguntas y usted me responderá como quiera con acciones.
Dalí acepta. Pienso que la batalla será formidable. Va a ser necesario prever sus respuestas, como en un juego de ajedrez. Por ejemplo, si le pregunto: ¿Cómo está vestido el Emperador?, es probable que me responda: “En el año veinte mil Dalí será considerado como un Dios, como hoy lo es Cristo. El Emperador de la Galaxia estará vestido de Dalí”.
Si le pregunto cómo será su palacio, puede responderme: como una reproducción exacta de la histórica estación de trenes de Perpiñán...
Si me da estas dos respuestas, puede acabar con mi filme, que es de ciencia ficción pura. Necesito estipular en el contrato que hay algunos límites: Dalí no podrá interpretar a Dalí, etcétera.
La idea de un juego tal me parece genuinamente surrealista. Estoy más que nunca decidido a trabajar con el anárquico pintor. Amanda Lear, tentada por la idea de hacer el papel de la princesa Irulán, hija del Emperador, me lleva aparte y trata de intimar conmigo diciéndome que Dalí es un saboteador por masoquismo; que el maestro prefiere las cosas que fracasan; que la palabra “perfección” lo exaspera.
Un cineasta que ha entrado en la pieza junto con Amanda también me lleva aparte: ha hecho con Dalí un filme para la TV alemana. Dalí, según él, es sádico e imprevisible hasta el punto de elegir para ser filmado rincones oscuros a pesar de que los obreros han pasado un día entero iluminando sets donde él, a último momento, se niega a poner los pies.
Eso no me aterra, solamente me da la idea de iluminar, el día de la filmación, no solamente los sets, sino también los pasillos, los W.C., los techos, todo. Si no tengo rincones oscuros, habré ganado esa batalla.
Dalí me dice que en el próximo encuentro en Barcelona, va a ser necesario firmar un contrato y me repite que para él mi carta con la imagen del colgado es su contrato.
Barcelona. Llegamos a un gran hotel de Barcelona. Como todos los hoteles que Dalí frecuenta, es de corte antiguo, elegante pero con olor a humedad y decadencia. Mi socio francés teme una explosión de mal humor de Dalí cuando sepa que no le pagaremos trescientos mil dólares, sino ciento cincuenta mil... Para evitarnos un mal rato decidimos primero hablar por teléfono al cuarto del nieto del petómano:
“Señor Ravataire, es mejor no perder más tiempo: no podemos ofrecerle a Dalí lo que él pide, sino la mitad. Háblele usted y si el asunto le interesa, llámenos en diez minutos. Si él no quiere, es mejor que nos volvamos a París sin verlo.”
Al cabo de diez minutos, el nieto del petómano nos llama:
“Vengan, Dalí los espera.”
Hemos ganado el primer round. Si nos quiere ver es porque la cantidad le interesa. Pensamos que comenzará por una actuación despectiva, pero que después de un rato cambiará el teatro y llegará a un acuerdo. Nos prometemos guardar la sangre fría y pase lo que pase obtener nuestro objetivo.
Dalí está esta vez realtivamente solo. Lo acompaña Amanda y dos secretarias. Como lo habíamos predicho, Dalí se muestra despreciativo:
“Dalí es como un taxi: mientras más tiempo pasa más caro cuesta. ¡Y ustedes, mientras más tiempo pasa menos le quieren pagar!”
Doy por sentado que él va a trabajar en mi film y sin hacer caso de su mal humor le digo que además de no pagarle lo que pide, se nos hace imposible filmar en su villa de Cadaqués, como él quiere, porque nos costaría muy caro viajar con todos los técnicos, los materiales y el elenco de París a España... Deberá venir él a Francia. Además, por ciento cincuenta mil dólares quiero tres días completos de filmación y no una hora y media. Quisiera además tomarle moldes para obtener un muñeco de plástico idéntico a él, para utilizarlo como su doble en el film. (...) Y continuando le digo que quiero que sepa que lo empleamos en la película a pesar de todas las dificultades porque lo admiro.
...Dalí se pone furioso. Grita:
"¡Los voy a atrapar como ratas! ¡Quieren economizar dinero no viniendo a España! ¡Bien! ¡Filmaré en París, pero los decorados les costarán más caros que los paisajes de Cadaqués! ¡Y el museo de Dalí, que pronto inauguraré... En fin... Dalí cuesta cien mil dólares la hora! ¡Usted dice que me admira, pero EL NOMBRE de Dalí ¡no significa nada? ¿Dalí no les va a dar publicidad y dinero?" (...)
Dalí se tranquiliza poco a poco. Piensa en el muñeco idéntico a él. Se va dando cuenta de que le encantaría tener una copia exacta, tamaño natural, de su cuerpo. Nos recomienda un escultor americano y decide aceptar siempre y cuando, después de la filmación, le regalemos el robot para exhibirlo en su museo.
Aceptamos gustosos y además le regalaremos también su W.C.
Alejandro Jodorowsky (Chile, 1930) es autor y director teatral, novelista, autor de cómics, especialista en tarot y cineasta. Su proyecto de filmar “Dune” fracasó por diversos problemas de producción y distribución