miércoles, diciembre 15, 2004

Escritura y lectura,obsesiones de Margo Glantz


Margo Glantz

La creadora recibirá hoy el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura

Jorge Luis Espinosa
El Universal
Miércoles 15 de diciembre de 2004

El primer premio "literario" que Margo Glantz (1930) recibió en su vida fue una muñeca. En la escuela aprendió a leer antes que los demás niños y como reconocimiento recibió ese primer "galardón", que luego de casi 70 años hoy ve corroborado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el ramo de Lingüística y Literatura, que le será entregado este día en la residencia oficial de Los Pinos.

"Mi infancia estuvo llena de libros. Mi padre era poeta y mis primeros recuerdos son un piano y muchos libros. Desde muy pequeña fui una lectora rápida y voraz", cuenta la ensayista y narradora en su casa de Coyocán.

Hoy, por ejemplo, es capaz de leer 100 páginas en una sola hora, lo cual quizás explique la diversidad de sus oficios académicos y literarios que van desde su muy especial interés por Sor Juana Inés de la Cruz, hasta la escritura de novelas, ensayos sobre diversas literaturas y una búsqueda de la judeidad, entre otros caminos andados.

Y esta diversidad también se aprecia en la actividad que despliega por estos días. Prepara la edición crítica de Los bandidos de Río Frío , de Manuel Payno; corrige y revisa las pruebas de tres obras suyas que están por aparecer en Chile, España y Estados Unidos, y escribe algunos pendientes, porque finalmente desistió de viajar a Alemania, donde iba a participar en un congreso literario.

Para lograr esto tiene que trabajar las 24 horas...

Es una cosa de temperamento. Soy muy acelerada y bastante rápida para hacer las cosas. Pienso mucho lo que voy a escribir. Son obsesiones de años, pero en cuanto me pongo a escribir todo lo hago muy rápido. Antes solía escribir un texto académico en un solo día, noche incluída de ser necesario. Hoy que ya estoy vieja, lo hago menos. Pero aún puedo trabajar en varios campos a la vez.

¿Lo hace por estos días?

Se me juntaron cuatro libros. La edición crítica de Los bandidos de Río Frío , de Manuel Payno para la colección Archivos. Coordino la edición y me acaban de mandar las pruebas: 2 mil 500 páginas a corregir. Es la locura. Reviso también un libro sobre literatura colonial que publicarán en España: Borrones y borradores . Me mandaron además la traducion al inglés de mi novela El rastro y he tenido que pelearme mucho con esa traducción. Además recibí las galeras de un libro de cuentos que se publicará este año en Chile, Animal de dos semblantes . Este mismo libro, aunque con otro título, se publicará en España para el 2005 en Anagrama. He participado en varios congresos, así que ya verá que soy súper woman . Ja ja ja.

¿Y por qué no pide descanso?

Eso es lo que me dice mi hija: "Mamá, pero qué te pasa. Ya tranquilízate". Pero cuando menos lo espero ya estoy metida en otros planes.

Entre hombres te veas

Aunque con algunos años menos o más, Glantz se siente contemporánea de autoras como Rosario Castellanos, Inés Arredonda, Elena Garro, Amparo Dávila, Elena Poniatowska, Julieta Campos y Angelina Muñiz-Huberman.

Narradoras que han tenido que vivir en un medio académico y literario donde la presencia masculina es mayoría, pero Glantz no se enoja ni enciende ira alguna por ello. Su actitud es de calma y amabilidad.

Glantz es la cuarta mujer que recibe el Premio Nacional en Lingüística y Literatura, junto con Margit Frenk, Elena Poniatowska y Luisa Joséfina Hernandez. Estas últimas recibieron el galardón en el 2002 de manera conjunta.

"Este reconocimiento no lo tuvieron ni Castellanos, Arredondo o Garro, a quien desde luego no se lo iban a dar por ser "una partícula revoltosa", como ella misma decía, pero que es una escritora genial", explica la autora.

Además, Glantz es de las pocas y primeras mujeres que ingresaron a la Academia Mexicana de la Lengua (AML). Esto ocurrió en 1995, cuando en el protocolo de la AML aún se exigía traje negro, corbata y venera. "Hoy las reglas han cambiado. Sólo dice: traje oscuro, sin especifícar sexo alguno".

Pero aún en los 90 la AML era "un club de Toby. No había, por ejemplo, baño de mujeres. Era territorio negado a las mujeres. Hoy tenemos un baño finísimo", añade la autora de El rastro , ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2003 a novela escrita por mujeres.

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