Guillermo Larrea es un niño de 4 años que nació en una cárcel de la ciudad de Quito, donde se ha criado junto a su madre, que cumple una condena.Como él, son varios los niños que permanecen encerrados, víctimas inocentes, solidarios con las penas que cumplen sus progenitoras y sobreviviendo en medio del hacinamiento, la promiscuidad y la insalubridad de las cárceles. Con una vida resignada, juegan entre los pasillos y los patios de la penitenciaría, confundidos entre la angustia y desesperación por la falta de libertad de las reas.