lunes, mayo 02, 2005

La poesía siempre ha tenido pocos lectores: Juan Gelman


Juan Gelman Posted by Hello

José David Cano

¿Cómo nombrar a Juan Gelman? Desde luego es un poeta, pero también ejerce el oficio de periodista desde hace años, ha escrito ensayos y es

un luchador social -que aboga más por la justicia que por el perdón. Sin embargo, si hubiera que resaltar algo es que es un hombre modesto, amable y adecuadamente dispuesto a responder preguntas.

Acaba de editar un nuevo libro, País que fue será y hace unas semanas se dio la noticia que recibirá el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, que se instauró el pasado año dentro del centenario del premio Nobel chileno, y que entrega el gobierno de Chile. Y no era para menos que lo obtuviera: a Juan Gelman se le considera uno de los grandes poetas contemporáneos.

Algo que -por otra parte- le ha acarreado el serio problema de que lo vean más cercano a un mito que a una persona que escribe poesía. Claro, a Juan Gelman le da risa esto. Él lo explica así en entrevista: "Yo no sé quién diga eso. Ni tampoco sé si los mitos comen. Pero yo sí." Y es que en una ocasión, mientras hacía compras en un súper, un hombre se le acercó y le dijo con voz ronca y pausada:

-Usted es el poeta.

-Eh, mire, yo soy un poeta, que no es mucho -le respondió Gelman.

-¡Y viene a comprar cosas aquí, al super!

-Sí; además, duermo, como y respiro...

"Creerse es algo malo. La vanidad es mala." Gelman lo dice, lo pregona, pero, además, lo ejerce. "Uno debe tomar en serio su obra, pero no tomarse en serio a sí mismo." Incluso, en País que fue será -editado por Era- el poeta se acerca a ello: "El pasado es egoísta,/ un beso muerto se burla de mí." Sin embargo, la mayor novedad de este libro no descansa en algún tema inédito sino en un énfasis: el que su autor ejerce al presentarse como sujeto amoroso. Por ahí se dirige ahora la charla:

-Si algo atraviesa los poemas de su nuevo libro es el amor. ¿Siempre necesitamos decir de nuevo las palabras de amor, maestro? ¿Se han hecho hoy más necesarias que nunca?

-Siempre ha sido indispensable; lo es desde que ha habido un hombre y una mujer. Y no sólo hablo del amor de pareja, sino de todas las clases de amor que existen. A veces trato de imaginarme lo que le habrá dicho Adán a Eva, qué palabras habrá utilizado. Ahora, es verdad que sí se han hecho más necesarias que nunca, sobre todo en este momento, en el que hay un mundo tan derruido, tan deshumanizado. Sin embargo, la poesía no sólo es un refugio, es mucho más que eso.

-Su vena social, política, también está más vigorosa que nunca. Escribe: "Convierten al mundo en hospital"; "Hay asesinos y aplausos para los asesinos"; "La desolación huele a flores pisadas..." ¿El poeta debe estar comprometido con su tiempo?

-Sí, de un modo u otro, debe estar en el tiempo en el que vive. Hay poetas que, de algún modo, se distancian del nombre concreto de lo que ocurre. Pero a veces esa distancia es un rechazo justamente con lo que ocurre, y eso también es un modo de estar en este mundo, ya que están donde no estaba ningún otro. Luego está eso que han llamado poesía social, política, comprometida... ¡Esa palabra que inventaron los franceses: comprometida! Yo prefiero la poesía casada con la poesía.

-Pero a usted se le catalogaba como «un poeta comprometido». ¿Es un malentendido?

-Sí. Me hace acordar lo que decía Baudelaire de que el mundo funciona sobre la base de un gran malentendido, así que es uno más. A mí me gusta decir que el único tema de la poesía es la poesía, y que por eso se puede hablar de todo: de política, de revolución, de huelgas, amor, abandonos, de todo mientras sea poesía. Además, yo sospecho mucho de las etiquetas. Porque las etiquetas no dicen nada. Los que dicen son los poemas y los poetas.

-¿Y la poesía le ayuda a entender el mundo en el que vivimos?

-Mire, yo creo que la poesía me ayuda a vivir; me refiero sobre todo al acto de escribir. Es cierto: me ayuda a descubrir mundos. Pero también creo que se escribe porque hay una especie de obsesión, y esto en mí se manifiesta incluso físicamente. Algo se mueve en el interior y uno no sabe qué es. Uno trata de saber qué es, escribiendo.

-Se lo pregunto porque en sus poemas hay también un dejo de esperanza.

-Es que si no lo hubiera, mejor nos declararíamos muertos; ¿no lo cree?

-¿Y el perdón, maestro? En alguna ocasión, Nelson Mandela dijo que sólo perdonando se consigue empezar y seguir. ¿Se puede perdonar tras el exilio y la desesperanza?

-En ese sentido, yo no creo en el perdón sino en la justicia. Por una sencilla razón: porque no sé en quién o en quiénes las víctimas delegaron la facultad de perdonar. No conozco a nadie. Y yo no puedo arrogarme esa facultad. Aquí hay un tema de fondo que es el de la memoria de los crímenes, la herida que esos crímenes provocaron. La única forma de olvidar ese dolor es que haya justicia. Es la única manera de tener un buen olvido.

-Entonces, ¿el dolor da más elementos para escribir que la felicidad?

-En realidad no creo que el dolor, la felicidad o la alegría sean la fuente de la escritura. La fuente de la escritura es una cosa mucho más complicada, que yo todavía no entiendo muy bien. Lo que puedo decir, en todo caso, es que todo lo que pasa en la vida del autor se acomoda en el texto que escribe, pero no como fuente, sino como experiencia. Porque la verdadera experiencia poética es: ¿cómo la imaginación interroga esa experiencia? Y es que ésta puede ser de cualquier tipo: una canción que se escucha, un paisaje, un amigo, una amiga. Todo eso, de alguna manera, entra en la subjetividad del poeta, lo modifica y lo constituye, y eso, de un modo u otro, construye lo que se escribe.

-En "Noblezas" dice que el poema "no cambia nada, no curva colinas, no/ da una sola fruta roja". ¿Para qué o para quién se escribe?

-En lo particular, escribo poesía porque no tengo más remedio. Soy periodista, ejerzo el oficio, y me da para vivir, pero escribo poesía porque no puedo hacer otra cosa. Hablo de una necesidad. ¿Por qué es así? No lo sé. Ahora, si se publica eso es porque se piensa que a lo mejor puede servir (aunque sea poquito) a los demás. Es como una forma de establece puentes con los lectores.