miércoles, diciembre 28, 2005

Los ríos perdidos de Londres

El escritor

J. A. MASOLIVER RÓDENAS

B arcelona, España. 28/12/2005 (LA VANGUARDIA. Autor del libro de relatos Risas enlatadas y de la novela El dios reflectante, con Los ríos perdidos de Londres Javier Calvo (Barcelona, 1973) se afirma como uno de los narradores que de forma más rotunda ha añadido una nueva dimensión a nuestra narrativa. Cuatro relatos que por su sólido entramado de relaciones se transforman ante nuestros ojos en una novela de una singular energía gracias a la imaginación, la inteligencia, la amenidad, la originalidad, la reflexión en torno a la historia, a la magia y sobre todo a la realidad, los laberintos, los vasos comunicantes, el subsuelo que atraviesa lo metafórico para convertirse en reflexión y en visión, la magia, la integración de lo cultural en la dinámica narrativa y la visible identificación (me niego a hablar de influencias) con escritores como Borges en su percepción de lo universal y una fluidez musical, un swing, que nada tiene que ver con la melodía, muy cercana a Cortázar (pienso sobre todo en El perseguidor).

Ésta es una escritura no exenta de riesgos. A más de un lector le puede resultar excesivamente conceptual y le pueden desconcertar los saltos temporales y los desplazamientos espaciales. Y, sin embargo, es parte esencial de su visión del mundo y explica que los cuatro textos tengan registros muy distintos, por lo que pueden considerarse como relatos independientes, y al mismo tiempo se fundan en una novela. Por otro lado, a lo largo del libro son frecuentes las observaciones sobre la escritura que, de nuevo, nunca se salen de lo que dicta la imaginación, porque es precisamente la imaginación la que crea la ambigüedad y una apariencia de desorden. Imaginación, si se quiere, literaria, cinematográfica o musical, pero que penetra siempre en los niveles insólitos de la realidad, allá donde desaparece toda lógica o, mejor dicho, donde se encuentra una lógica distinta, un nuevo orden del mundo o un borgesiano mapa del universo al penetrar en los laberintos, los sótanos, el subsuelo o las cloacas. En una belleza rusa,relato cuya extrañeza nos acerca a Djuna Barnes, se alimenta de la serie Buffy Cazavampiros. La joven de veintitrés años nunca deja de tener ocho. Nos desplazamos de Rusia, que en realidad es El sueño de Rusia,a Londres o a la Costa Brava, vemos un Mercedes rojo y al mismo tiempo un dirigible, un mundo interior y un mundo exterior, nos instalamos en una jardín hecho de tiempo y asistimos a una serie de transformaciones, de la misma forma que nos desplazamos de una época lejana a la Nueva Era.

En Crystal Palace, frente a la novela realista representada por Fortunata y Jacinta de Galdós, está la serie televisiva Doctor Who, y es a través de ella que se va transformando la realidad. Los personajes son aquí muy distintos a los del primer relato. Son siempre niños o prepubescentes. El más pequeño tiene que visitar a un psicopedagogo infantil que, descubriremos, es el amante de la madre. El mayor, de doce años, es un pésimo estudiante pero bueno en natación y muy dotado para el inglés. Inglaterra (una Inglaterra que en todo el libro hay que leer en clave victoriana) es aquí una utopía, frente a la realidad de Barcelona. Utopía de un mundo desaparecido, representado por el palacio de cristal que devoró un incendio. Como en otros relatos, el protagonista, que vive el mundo literaria o cinematográficamente, es un escritor en ciernes. Si aquí hay elementos que podrían proceder de una visión distorsionada del realismo, en Rosemayconocemosya la otra realidad, la extinción de una forma de ver y entender el mundo y una defensa de lo oscuro y lo subterráneo, de lo totalmente desconocido y lo que no se entiende. Una visión alimentada por Lovecraft, The Cure y muy especialmente su Desintegration tour y La semilla del diablo de Polanski. Es así como penetramos en el oscuro y revelador universo del último relato y el más ambicioso Mary Poppins: los ríos perdidos,donde a través de un personaje literario encontramos todas las claves del libro, la razón de su deslumbradora oscuridad y de su unidad como novela.