jueves, mayo 25, 2006

El pintor Antonio López, galardonado con el premio Velázquez de Artes Plásticas 2006

Antonio López. El teléfono. 1963 Óleo/lienzo. 98 x 116 cms

MIGUEL ÁNGEL TRENAS

M ADRID, España. 25/05/2006. (La Vanguardia) Un bombero del parque de Vallecas anunció ayer al pintor Antonio López que había merecido el premio Velázquez de Artes Plásticas. Allí, en su torre, trabaja por temporadas el artista desde 1991 en un cuadro que ha ido creciendo con los años hasta abarcar todo Madrid, "desde los pies al cogote" y que ahora tiene prisa por terminar, porque hay que colgarlo en la sede de la Asamblea del gobierno regional. "He comenzado el cuadro tres veces -comentaba ayer en el improvisado estudio- al primero se le torció el bastidor. Tras comenzar el segundo, cambió el punto de mira "y ya no servían las líneas de fuga". El definitivo, que tiene como eje el edificio del Museo Reina Sofía, fue ganando tamaño en diferentes fases hasta superar los cuatro metros de ancho y los dos y medio de alto. Un horizonte que comienza en las estribaciones manchegas del sur y el hospital Doce de Octubre y que llega hasta plaza de Castilla con la sierra de Guadarrama al fondo.

Feliz por el galardón -dotado con 90.000 euros-, el pintor mostraba su contento porque el premio lleve el nombre de Velázquez. "Velázquez y Cervantes son los dos españoles más limpios y claros". Según el artista, "el arte siempre va paralelo a la sociedad, aunque trates de escapar, al final dices algo de tu tiempo, y el nuestro es de penumbra y caos".

El premiado aseguró que el academicismo peyorativo se puede encontrar en un pintor realista y en uno abstracto: "Lo importante es ser rebelde; en mi caso he seguido una dirección no ortodoxa que te fortalece pero que también te puede debilitar, es estimulante pero duro y creo que este premio reconoce ese esfuerzo". El pintor dijo que cada cual se comporta como puede y debe, "hay pintores que trabajan con el gesto y la inmediatez -como Goya- y otros, como yo, que necesitan más tiempo, más meditación, algo que quizá sea una peculiaridad que te diferencia de los demás. A Vermeer le bastaron apenas treinta obras para decir lo que quería".



El pintor habló del cuadro en el que trabaja: "Madrid es una ciudad muy dura desde aquí. A pesar de ser realista, en esta obra hay tanto tiempo, tantas vueltas, es tan laberíntica, que en ella se queda mucho de tí mismo, la luz es un reflejo de tu estado de ánimo. Una ciudad que nunca se acaba, como a Vermeer no se le acabó su pequeño pueblecito. Otra cosa es que te fatigue. No es una ciudad que te enamore pero tiene mucha veracidad, todo lo bueno y lo malo de nosotros, está construida a golpe de verdades y de errores".

En esta obra, en la que destaca en primer plano una enorme terraza con barandilla que sitúa al espectador en la escena, el pintor ha llevado la escala hasta un límite que permite reconocer los detalles del cada edificio. "Con los prismáticos cuento las ventanas, las puertas, y ahí están tantas como son. En cuanto a la atmósfera, me he quedado con las luces de transición entre estaciones, las de marzo y septiembre". Según Antonio López, todo es realismo y todo es abstracción: "Han estado siempre en el arte, desde que el hombre necesitó comunicarse. El realismo está siempre presente porque el hombre no tiene otra fuente, otro ser."

El galardón incluye una exposición en el Reina Sofía "que será mucho más pequeña que la de 1993", que originó cierta polémica sobre la oportunidad de que un pintor realista entrara el museo más vanguardista. "Las discusiones -afirmó ayer el artista- no tienen sentido cuando ninguna de las dos partes puede demostrar lo que defiende". Finalmente, confesó su pasión por los talleres en los que participa cada año, "no es que me guste enseñar, me gusta la gente, enseñar me reconforta, me permite descansar de esta tarea un poco obsesiva y solitaria. Los artistas realistas estamos en contacto con el mundo y aquí, rodeado de gente que se dedica a cosas distintas a las mías, me siento muy a gusto, el estudio acaba agobiando".