miércoles, mayo 24, 2006

John Berendt, el efecto Venecia


ROBERT SALADRIGAS

B arcelona, España. 24/05/2006. (LA VANGUARDIA).- Hace doce años, en 1994, surgió en las letras norteamericanas una obra desconcertante con el título sugestivo de Medianoche en el jardín del bien y del mal debida a John Berendt (Syracusa, Nueva York, 1939), hasta entonces conocido por su labor periodística en New York Magazine y en la revista Esquire. Era, es, un libro raro, deslumbrador, que muy pronto se convirtió en referente, encadenó un montón de ediciones y Clint Eastwood hizo con él una película interpretada si no recuerdo mal por John Cusack. Berendt advertía de entrada que los personajes eran reales, los hechos históricos y la ficción mínima. Así que apasionado con él uno se preguntaba si era un libro de viajes, una crónica social o, prescindiendo de la opinión del autor, una novela negra. Lo protagonizaba una vieja señora, la ciudad georgiana de Savannah, donde en la década de los ochenta se había producido el asesinato de un joven llamado Danny Hansford, en el que aparecía implicado el cacique Jim Williams. Un reportero neoyorquino llega a Savannah decidido a investigar el crimen. El visitante era John Berendt que inmediatamente se sintió arrebatado por la declinante belleza de la ciudad sureña, vivió en ella ocho años, recogió en El jardín... sus experiencias del primer viaje y consiguió con el libro un hito memorable: incrementar el flujo turístico de un lugar que súbitamente se erigió en mito.

Berendt ha dejado que transcurriera una década hasta su segundo libro, La ciudad de los ángeles caídos (2005). Esta vez el riesgo que asume es mayor, si bien utiliza un procedimiento narrativo similar. El protagonismo de la exótica e inexplorada Savannah es transferido aquí a Venecia, la serenísima capital de los Dux, mil veces recreada por los literatos viajeros desde Byron, Goethe y Browning a Henry James y Proust, hasta completar una impresionante lista de talentos hipnotizados por los brillos y las sombras de la ciudad levantada sobre las aguas de la laguna. Por otra parte, Berendt vuelve a señalar que "ésta es una obra de no ficción. Todas las personas que en ella aparecen son reales y se identifican mediante sus nombres verdaderos". ¿Eso significa que nos propone una obra que debemos leer como un estupendo reportaje periodístico? Y de ser así, ¿resulta todavía posible en la época de la imagen escribir algo mínimamente atractivo sobre la Venecia de hoy? ¿Es realmente una obra de no ficción, como lo fueron las incursiones que en tiempos diferentes hicieron Mary Mc-Carthy y David Leavitt en Florencia? Entiendo que las certezas son relativas; es más aconsejable que cada lector haga caso a sus intuiciones a medida que se va adentrando en el texto.

Lo mismo que en El jardín..., la narración arranca de un suceso que conmocionó a la ciudadanía, el incendio que en el atardecer del 29 de enero de 1996 destruyó el legendario Gran Teatro de la Ópera de La Fenice. Tres días después de la catástrofe Berendt desembarcó en Venecia y alquiló un piso en el barrio residencial de Cannaregio, con el propósito de pasar una larga temporada siguiendo de cerca las pesquisas oficiales que habrían de dirimir si el fuego había sido consecuencia de un cúmulo de negligencias o provocado por oscuros intereses económicos. El libro concluye con el brillante acto inaugural de la nueva Fenice a finales de 2003, tras la sospechosa condena de dos jóvenes electricistas como responsables únicos del siniestro. Pero lo interesante, con serlo, no son el recuento de las trifulcas judiciales, las corruptelas y los obstáculos de toda especie y envergadura que hubo que vencer hasta ver levantada la reproducción más o menos fidedigna del hermoso teatro calcinado.

Lo fascinante es que Berendt, bien introducido en las claustrofóbicas fuerzas vivas de la ciudad, logra presentarnos desde diversas perspectivas la Venecia queama y que al mismo tiempo desacraliza, como si su visión global fuera inédita. No es fortuito que en el prólogo, bajo el título de El efecto Venecia, nos haga llegar la feroz autocrítica del conde Girolamo Marcello que concluye de forma tajante: "Los venecianos nunca decimos la verdad. Queremos decir exactamente lo contrario de lo que decimos". Creo que la luz de esas palabras de un ilustre veneciano iluminan el resto de las páginas, cuando Berendt sale a las calles y los canales para tratar de explicar la magia y los sumideros de la ciudad única a través de una galería de personajes reales -lo mismo podrían ser imaginarios- a los que pregunta, escucha, maneja y distribuye en el relato como un consumado novelista. Criaturas excéntricas como Gianpietro Zucchetta, barbudo experto en canales, puentes, acqua alta, alcantarillas y fuegos, el fregoliano Mario Moro o Massimo Donadon, el fabricante de raticidas que basa su éxito en la creencia de que en cada ciudad las ratas comen lo mismo que sus pobladores; miembros de muy antiguas estirpes venecianas, intelectuales, ejecutivos codiciosos como Jane y Philip Rylands, administradores de la colección Peggy Guggenheim y sus tentativas de expoliar a Olga Rudge, la compañera del poeta Ezra Pound, las sórdidas rivalidades entre altos directivos de la entidad Save Venecia, el austero maestro del vidrio Archimede Seguso cuya herencia provoca una guerra entre sus hijos, el poeta local suicida, Mario Stefani, que deja tras de sí un culebrón a la veneciana...

Constituyen una pequeña muestra de personajes singulares entre otros muchos tanto o más asombrosos. Todos ellos encarnan historias con entidad humana y dimensión literaria suficientes para hacernos pensar que podrían muy bien ser fruto de una imaginación creadora.

En cualquier caso, legítimos o no, lo cierto es que son partes de la gran autobiografía fabulesca, prodigio de ensimismamiento y ambigüedad, de ese venerable cadáver que desde la devastación napoleónica es la propia historia de Venecia y que, sin embargo, no cesa de generar historias a las que imprime su carácter y el marchamo de irresistiblemente seductoras. Si alguien -sería el caso de John Berendt- sabe extraerlas de donde se ocultan y cómo escribirlas.

La Ficha
John Berendt La ciudad de los ángeles caídos Traducción de Cruz Rodríguez Juiz MONDADORI 366 PÁGINAS 20 EUROS

Información biográfica:
http://es.wikipedia.org/wiki/John_Berendt