viernes, mayo 26, 2006

La poesía debe humanizar al mundo: Luis Alberto de Cuenca

El poeta español.

M éxico, 25 de mayo (El Financiero).- El poeta español Luis Alberto de Cuenca dijo hoy que la poesía debe tener un valor humanizador, en este momento en que el mundo está tan deshumanizado y en constantes conflictos bélicos.

De Cuenca, quien participa en el II Festival Internacional Letras en San Luis, que se celebra en San Luis Potosí, centro de México, dijo hoy a la prensa que en el campo del arte se debe tener el valor humanizador como el que había en el Renacimiento.

El escritor nacido en Madrid en 1950 acaba de publicar en España su antología "La vida en llamas", que obtuvo el pasado mes de noviembre el XXVII Premio Internacional de Poesía "Ciudad de Melilla", dotado de 18 mil euros.

"Es el primer y último dinero que gano con la poesía, porque con la poesía nunca se gana dinero", indicó

De Cuenca explicó que este libro reúne ochenta poemas que escribió entre el 2002 y el 2005 y está dividido en siete partes, una de ellas tiene 20 poemas y las demás 10.

Precisó que su lírica "es una poesía comunicativa, directa, accesible, útil, en línea clara".

Destacó que para él es fundamental comunicarse con el posible lector. "No me interesa hacer una poesía que ande por las nubes y que aspire solamente a entrar en contacto con la divinidad", dijo.
La temática que aborda es la que ocupa al hombre, el amor, el paso del tiempo, la muerte, la amistad, el desamor y el odio, "todos los sentimientos más puros o no, pero siempre instalados desde el fondo del alma humana".

De Cuenca, quien tiene como guía y maestros al nicaragüense Rubén Darío y el español Juan Ramón Jiménez, expresó que el participar en un encuentro literario como el Festival Letras en San Luis, es muy importante porque le da oportunidad a él y al resto de los escritores de ver lo que se está haciendo en Hispanoamérica y en otras partes del mundo.

Luis Alberto de Cuenca es profesor de investigación del Consejo Superior de Investigación Científica. Ha publicado "La caja de plata", "El hacha y la rosa", "Por fuertes y fronteras" y "Sin miedo ni esperanza", entre otros libros. (Con información de EFE)

El autor

Luis Alberto de Cuenca nace en Madrid en 1950. Doctor en Filología Clásica y Profesor de Investigación del C.S.I.C., ha sido Director de dicho Instituto y de la Biblioteca Nacional. Hasta 2004 fue Secretario de Estado de Cultura.

Como traductor y especialista en cultura clásica ha publicado, entre otros, Floresta española de varia caballería (1975), Necesidad del mito (1976), Himnos y epigramas de Calímaco (1980), Antología de la poesía latina (1981), El héroe y sus máscaras (1991), Bazar (1995), o Álbum de lecturas (1996). En 1989 obtuvo el Premio Nacional de Traducción por su versión del poema latino medieval Cantar de Valtario.

Su obra poética se inicia en 1971 con Los retratos y prosigue con Elsinore (Madrid, Azur, 1972), Scholia (Barcelona, Antoni Bosch, 1978) y Necrofilia (Madrid, Cuadernillos de Madrid, 1983), en la línea de la poesía culturalista. La ironía, el lenguaje coloquial, el distanciamiento, o la mezcla de lo cotidiano y lo libresco, son rasgos perceptibles a partir de La caja de plata (Sevilla, Renacimiento, 1985), que obtuvo el Premio de la Crítica en 1986. El otro sueño (Sevilla, Renacimiento, 1987), El hacha y la rosa (Sevilla, Renacimiento, 1993), Por fuertes y fronteras (Madrid, Visor, 1996), y El bosque y otros poemas (Málaga, Llama de amor viva, 1997) completan su obra poética, que reúne, corregida y reelaborada, a excepción del primer libro, en Los mundos y los días. Poesía 1972-1998 (Madrid, Visor, 1999. 2ª edición). Posteriormente ha publicado Sin miedo ni esperanza (Madrid, Visor, 2002).

Un poema de DE CUENCA

ALICIA LIDDELL ABANDONA EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS PARA CONTRAER MATRIMONIO

Un pastel en los labios, un olvido
con nata en la memoria de la frente.
De chocolate y oro la pendiente
del seno, las ardillas del vestido.

La bizarra silueta de un bandido
en los ojos. La imagen balbuciente
del aquel primer amor, su negligente
porte de adolescente forajido.

Fresas y soledad en las mejillas,
celofán de los hombros, tulipanes
de brisa y risa y mar y tierna veda

de minúsculos tigres, o abubillas
al acecho de fieros gavilanes.
El cremoso susurro de la seda.