lunes, julio 31, 2006

Cine/ 'La ruta natural', de Álex Pastor, ganador el premio al mejor cortometraje del Festival de Cine Independiente de Sundance




'La ruta natural', de Álex Pastor



E l jurado de Sundance, el festival de cine independiente más prestigioso de EEUU, ha reconocido a 'La ruta natural', del barcelonés Álex Pastor, con el premio al Mejor cortometraje internacional, otorgado el sábado en Utah (EEUU). La cinta de este joven director es una sorprendente reflexión sobre el destino y la fatalidad.

El corto, que fue íntegramente rodado en Cataluña, se alzó el año pasado con el galardón de Versión Española-Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) en su categoría. También aspiró a obtener un Goya el pasado año, pero finalmente se fue con las manos vacías.


Lo normal es que los cortometrajes se queden en graciosos divertimentos o –la mayoría de las veces— fallidos ejercicios de estilo y, lastimosamente, pretensión. Lo extraño, lo poco habitual, es que en esos escasos minutos el director (normalmente, también guionista) logre no sólo contar bien una historia sino crear un mundo con sus propias reglas y, ojalá, códigos estéticos.

Pues eso, nada más y nada menos, ha conseguido el jovencísimo Alex Pastor (Barcelona, 1981) con 'La ruta natural', merecedor del II Premio Nuevo Talento Fnac de Cortometraje 2005, galardón que se entrega todos los años en Fnac Marbella en colaboración con el Festival de Cine de Málaga.

Porque 'La ruta natural', más allá de su impecable factura, de esos fríos azules y una estética cuidada al milímetro, es una inteligente y sorprendente reflexión sobre el destino y la fatalidad.

¿De dónde surge la idea de 'La ruta natural'?
La idea original y básica del cortometraje, el contar una vida marcha atrás, fue de mi amigo y coguionista Martí Roca. Él me vino con esta premisa y ambos nos pusimos manos a la obra. Probamos distintas ideas y versiones. No queríamos quedarnos simplemente con las ideas puntuales ingeniosas y espectaculares que te sugieren en primera instancia el hecho de rodar marcha atrás. Tenía que ser un vehículo para algo más. Al principio solamente veíamos los beneficios de volver atrás, rejuvenecer, ver volver de la muerte a tus seres queridos, etc. Pero pronto nos dimos cuenta que no se puede escapar al sufrimiento y al dolor. Todo lo que ganas, tarde o temprano lo pierdes, todo está condenado a desaparecer. Pero, al menos, hacia delante, tenemos la memoria, las huellas que dejamos al pasar por la vida. Nada espectacular tampoco. No hace falta dejar una obra de arte que sobreviva mil años. Simplemente amigos, un hijo, alguien que nos recuerde.

¿Cuánto tiempo trabajó en el guión?
Trabajamos mucho tiempo en el guión, aunque de forma espaciada ya que yo aún tenía clases. Fue un proceso de varios meses e hicimos más de diez versiones del guión ya algunas escenas se nos resistían, como es el encuentro de ellos dos, aquel que marcha atrás se convierte en la separación de los protagonistas. Las escenas tenían que ser emotivas pero a la vez sencillas y concisas, ya que su comprensión, con la dificultad de la marcha atrás, tenía que ser clara para el espectador.

¿Dónde se filmó?
El corto fue íntegramente rodado en Cataluña, aunque con localizaciones muy dispares y lejanas entre sí. Hay muchas escenas situadas en lugares muy distintos ya que estábamos contando la vida entera de una persona. Eso dificultó y alargó el rodaje. Queríamos encontrar los mejores espacios para cada una de las escenas. El mejor hospital, la mejor casa, el mejor cementerio... y eso no lo puedes encontrar concentrado en un único lugar, en este caso Barcelona. Al final, nos hartamos de ir de un sitio para otro: la playa del Prat, el cementerio de Arenys de Mar, el antiguo hospital de la Alianza en Barcelona...

¿Qué le interesaba explicar o explorar a través de este ejercicio del fast rewind?
Como ya he dicho, queríamos mostrar que hay cosas inevitables en esta vida. Cosas que ni yendo hacia atrás uno puede esquivar. Supongo que debíamos pasar una época muy negativa mi coguionista y yo, porque lo único que pensábamos era en todas esas cosas malas que intentas que no te pasen y no puedes evitar que sucedan. Hay que aceptar que nada es para siempre, que todo se desvanece y que el dolor es inevitable. Eso no quiere decir que no se pueda disfrutar por el camino. A la vez, la premisa proporcionaba grandes posibilidades formales y de experimentación, pero lo cierto es que eso nos interesaba menos. Los planos más espectaculares se quedaron en la sala de montaje porque no tratábamos de dejar al espectador con la boca abierta. Intentábamos emocionar y hacer pensar. Esperamos haberlo conseguido.

¿Cómo eligió a los actores?
A los actores los elegimos por su físico, que dieran el tipo y que mantuvieran continuidad física a medida que se iban substituyendo al rejuvenecer, así como por sus trabajos previos que pudimos observar. Tenían que entrar fácilmente al espectador desde el principio. Empezamos por los mayores y luego fuimos buscando a los más jóvenes. Con los niños, buscamos algunos que tuvieran experiencia previa, lo que no es nada fácil. Que hubieran estado antes ante una cámara o sobre un escenario. Y lo cierto es que tuvimos suerte y trabajaron muy bien. Todos trabajaron muy bien.

¿La estética es una parte importante del cortometraje? ¿Puso especial hincapié en transmitir esa atmósfera tan limpia?
La estética del corto fue discutida conjuntamente con el director de fotografía y decidimos que, con una historia tan melancólica como ésta, necesitamos cierta frialdad en la fotografía, una atmósfera gélida, siempre dominada por los azules. A la mitad del corto, en el momento más dulce de la vida del protagonista, la fotografía evoluciona a colores más cálidos, se vuelve más acogedora, para retornar al frío hacia el final, cuando todo desaparece.

¿Qué cineastas considera una influencia en su trabajo?
No sabría decir quién me ha influenciado concretamente. Veo mucho cine y de todo tipo, y creo que, al final, todo se mezcla en mi cabeza. Pero me interesan los narradores con personalidad propia, aquellos que son reconocibles por su estilo y apuestan por cosas nuevas. Me gusta Takeshi Kitano, Michael Haneke, los Coen, el guionista Charlie Kauffman y el cine asiático que no deja de llegar y sorprendernos. Aún así, he mamado desde pequeño el cine americano comercial e independiente, así que por algún lado me debe haber marcado.

¿Cuál es en su opinión el panorama actual del cine español?
La industria no está demasiado bien. Cuesta mucho tirar un proyecto hacia delante. No hay mucho dinero ni espectadores que vayan a ver películas nacionales, así que me parece un milagro que se sigan haciendo películas. Siempre salen cosas nuevas e interesantes. Si hay algo que espero con verdaderas ganas es una nueva película de Fresnadillo. No sé que está preparando pero, después de su debut con Intacto, me he quedado con las ganas de más.

¿Se encuentra trabajando en un nuevo proyecto?
Actualmente estoy a la espera de que se produzca una película que he escrito junto a mi hermano David. Se trata de la adaptación de 'Los amigos del crimen perfecto' de Andrés Trapiello y está prevista que se ruede el año que viene. Estará producida por Plural Entertainment y la dirigirá mi hermano. Por otro lado, con mi amigo Martí Roca, estamos escribiendo otro cortometraje. Después de tirar varias ideas a la papelera, creo que hemos encontrado algo que vale la pena rodar. Aún estamos en fase de escritura. Luego vendrá buscar una productora y, si todo va bien, puede que lo pongamos en marcha después del verano. Por otra parte, estoy escribiendo un nuevo guión de largometraje que terminaré antes ponerme a rodar el corto. Ya veremos cuando podrá ver la luz. D.S