miércoles, julio 26, 2006

Libros / Nueva edición del «Tesoro de la lengua castellana o española»

Portada de la edición original.

M adrid, España. (EFE).- La edición, dirigida por el catedrático Ignacio Arellano, director del Departamento de Literatura Hispánica de la Universidad de Navarra, y por Rafael Zafra, miembro del Grupo de Investigación del Siglo de Oro (GRISO), ofrece por primera vez una versión íntegra de todos los materiales que preparó Covarrubias, tanto del libro publicado a principios del XVII como del suplemento manuscrito, custodiado en la Biblioteca Nacional.

Capellán de Felipe II, canónigo de la catedral de Cuenca, políglota y viajero incansable, Covarrubias quería explicar en su obra el origen y significado de las palabras, pero, como afirma Ignacio Arellano en una entrevista con Efe, en aquella época 'creían que el origen de las palabras revelaba el sentido de la propia cosa nombrada, y por eso no se trata de un diccionario como los modernos, sino de un verdadero 'tesoro' que incluye vocablos, ideas y relaciones entre los objetos que componen el mundo'.

'Es una mina de información sobre la época, el lenguaje y la vida del Siglo de Oro', asegura Arellano, que durante siete años ha dirigido un equipo de más de veinte personas, 'aunque con etapas de diversa intensidad', para preparar la cuidada edición del 'Tesoro de la Lengua Castellana o Española' que ahora comercializa la Editorial Iberoamericana al precio de 120 euros.
Al emprender la titánica tarea de recoger en su 'Tesoro' la diversidad de la lengua española, Covarrubias quería dar a su nación una obra de la que ya disponían otros países europeos desde medio siglo antes, en especial Italia, y quería también 'hacer una verdadera enciclopedia'.

'El 'Tesoro' es un compendio de innumerables materiales que se puede leer y no solo consultar. Está lleno de observaciones curiosas, historias y anécdotas, biografías de personajes, descripciones de plantas y animales, refranes e incluso de comentarios personales', que reflejan la forma de pensar del autor, señala Arellano.

Como cuenta Dominique Reyre en uno de los prólogos de esta obra, Covarrubias comenzó su colosal diccionario en 1605 y tardó unos cinco años en terminarlo, 'redactando, según el cálculo de algunos críticos modernos, un promedio de seis entradas al día, o sea, doscientas páginas al año'.

Portada de la nueva edición.

¿Cómo pudo culminar un proyecto tan ambicioso una persona sola? En el perfil biográfico de Covarrubias que traza Reyre está parte de la respuesta: el autor del Tesoro fue 'hombre de gran cultura, humanista políglota, licenciado en Teología por la Universidad de Salamanca después de doce años de estudios' y poseedor de una de las bibliotecas más importantes de su tiempo.

Con ese bagaje intelectual, Covarrubias decidió ocupar el tiempo libre que le dejaba su cargo de canónigo en redactar el Tesoro, pero desde el principio tuvo claro que no iba a poder decirlo todo en su diccionario y, en paralelo, empezó a preparar el suplemento, para el que reservó informaciones que anotaba en fichas sueltas y que pensaba utilizar en una segunda edición del Tesoro.

'Como no pudo hacerla él, la hemos hecho nosotros, integrando las voces del suplemento (del que sólo se conserva hasta la letra 'M') en los lugares correspondientes y fabricando así un 'Tesoro' que por primera vez desde el Siglo de Oro se puede manejar completo', afirma el director de la edición, en la que también han colaborado la Real Academia Española y el Centro para la Edición de Clásicos Españoles.

Covarrubias era muy aficionado a los emblemas o grabados simbólicos y publicó incluso un libro de 'Emblemas morales'. El equipo de Arellano y Zafra ha tratado de reflejar la riqueza de la cultura visual del barroco y ha añadido al texto casi 1.400 ilustraciones, en las que se reproducen muchos de los grabados a los que alude el erudito y otros elementos como plantas o portadas de libros.

Para facilitar la consulta, el 'Tesoro de la Lengua Castellana o Española' va acompañado de un DVD con la versión electrónica y los facsímiles de la edición original de 1611 y del manuscrito del Suplemento, que está en la Biblioteca Nacional de Madrid.

Esta edición electrónica resulta muy útil para el lector moderno porque 'la técnica de redactar de Covarrubias provoca el que muchas cosas interesantes se digan en entradas inesperadas: por ejemplo, noticias sobre mujeres barbudas y otros fenómenos de la época se le ocurre escribirlas al definir 'barba', o noticias sobre los circos antiguos puede darlas al comentar en la voz 'elefante' el caso de un famoso elefante que caminaba sobre una maroma', añade Arellano.

Pilar GARCÍA MOUTON:

Madrid, España. (El Cultural).- En 1611, cuando las letras españolas estaban en su madurez, publica Sebastián de Covarrubias su Tesoro de la lengua castellana o española, el primer diccionario de nuestra lengua, del que el famoso Diccionario de Autoridades toma tantas cosas, un diccionario espectacular en el que la cultura y los hablantes de principios del siglo XVII adquieren vida propia. Gracias a un equipo coordinado por Ignacio Arellano y Rafeal Zafra podemos celebrar ahora esta nueva edición, que recoge por primera vez el texto del Tesoro, y el del Suplemento que Covarrubias redactó para completarlo, con las adiciones que Noydens publicó en 1674. Pero la nueva edición ofrece también más de 1300 ilustraciones de la época y un DVD con la obra en una versión electrónica que permite búsquedas y remite a la página del facsímil.

Retrato de Covarrubias

En una época que empezaba a mostrar el orgullo por la propia lengua, Covarrubias considera que, con su diccionario, la suya ya no se podrá contar “entre las bárbaras”, y pide licencia al rey para ponerle “nombre de Tesoro, por conformarme con las demás naciones que han hecho diccionarios copiosos de sus lenguas”. Perteneció Covarrubias a una saga familiar de humanistas ilustres con raíces toledanas. Gramático y sacerdote, fue canónigo en Cuenca, capellán de Felipe III y consejero del Santo Oficio, además de especialista en historia antigua, y en griego, latín y hebreo. Y fue, desde luego, un hombre de letras apasionado, como demuestra la lectura de las entradas de su Tesoro, donde la cultura clásica se mezcla con la etimología sabia o popular de las palabras, con referencias a los jeroglíficos egipcios –véase la entrada dedicada al cocodrilo–, pero también con la vida cotidiana a través de descripciones de lo cercano, de lecturas, cancioncillas, refranes, creencias y prejuicios. Leyendo a Covarrubias nos llegan, diferenciadas, las voces de los hombres, las mujeres y los niños de su tiempo, en una sociedad muy permeada por la religión, todavía reciente la convivencia con la cultura árabe y judía, pero también con la de otros europeos, con gitanos o negros, y una gran curiosidad por todo lo que venía de América. Dice de caimán: “Un pez lagarto que se cría en las rías de Indias, y se come los hombres que van nadando por el agua, y por ser el nombre de aquella lengua bárbara, no me han sabido dar su etimología; debe ser a modo de los cocodrilos que se crían en el río Nilo”.

El gran sentido lingüístico de Covarrubias no sólo se deja ver en su interés por las etimologías; a través de sus comentarios sabemos de la aspiración que entonces reflejaba la h: “…en muchas dicciones, la h y la f son una misma letra y hacen oficio de aspirar la vocal”; que los moriscos seseaban y los reconocían por cómo pronunciaban cebolla: “Con este vocablo prueban a los que sospechan ser moriscos, porque pronuncian sebolla, y aun los andaluces y valencianos, y gente de cerca de la mar”, y tantas otras cosas.

La obra incluye dos prólogos: el primero, de Arellano, presenta los propósitos que la han guiado y los criterios con los que se ha hecho –además de revisiar las ediciones anteriores del Tesoro–, y un segundo, de Dominique Reyre, con una completa bibliografía, que da las claves para situar la obra en su contexto. En esta edición, el diccionario en papel se beneficia de las posibilidades del soporte informático, y eso le permite ser un Tesoro para el gran público y para los especialistas.

Ficha Bibliográfica
Tesoro de la lengua castellana o española.
Sebastián de Covarrubias.
Ed. de Ignacio Arellano y Rafael Zafra. Universidad de Navarra / Iberoamericana / Vervuert / Real Academia Española, 2006. 1639 páginas + DVD. 120 euros
(1,669.515 pesos mexicanos a la cotización de hoy)


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