domingo, octubre 01, 2006

Fotografía / México: Publican libro de Lola Álvarez Bravo

Juan Soriano. "Retrato de Lola Alvarez Bravo", 1945 Oleo / tela. 83 x 63 cm Col. Manuel Alvarez Bravo Martinez.

C iudad de México. Domingo 01 de octubre de 2006. (Miguel Angel Ceballos/El Universal).- Para la fotógrafa Lola Álvarez Bravo (Lagos de Moreno, Jalisco, 1903), dedicarse a la fotografía fue un acto transgresor, aun cuando pensaba que poco o nada saldría de ello. Ahora es conocida como la primera fotógrafa mexicana, pues no hay antecedentes de una mujer dedicada a la fotografía como actividad artística en México, con excepción de Tina Modotti, que era de nacionalidad italiana.

Además de la primera, Dolores Martínez de Anda -el nombre que usaba antes de casarse con el también fotógrafo Manuel Álvarez Bravo- también fue una de las creadoras más importantes en la historia del arte mexicano, algo que puede apreciarse en el libro Lola Álvarez Bravo, de Elizabeth Ferrer, y publicado por el Fondo de Cultura Económica y la editorial Turner.

En este libro aparecen algunas de las miles de imágenes que Lola Álvarez Bravo captó y que ahora se encuentran resguardadas en los archivos del Center for Creative Photography de la Universidad de Arizona. Entre su obra se nota la predilección de la fotógrafa por los retratos, las escenas de gente en la ciudad o en el campo, desnudos y paisajes, además de sus famosos fotomontajes, algo que le permitió crear mundos imaginarios.

Lola Álvarez Bravo. «Soñando».

Le gustaba retratar a la gente con la que convivía, sus amigos y amigas, como la pintora Frida Kahlo, el escritor Carlos Fuentes, el pintor Francisco Toledo o al fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson. El aspecto humano estaba siempre presente en su obra.

Incluso, en alguna ocasión la fotógrafa describió así sus intenciones tras la lente: "Busco la esencia de los seres y de las cosas, su espíritu, su realidad. El interés, la experiencia propia, el compromiso ético y estético forman el tercer ojo del fotógrafo. Hay quien lo enfoca hacia el paisaje, yo me siento atraída hacia los seres humanos".

Según la autora del libro, Elizabeth Ferrer, a Lola Álvarez Bravo lo que más placer le daba era el ritmo de la vida: peluqueros al aire libre, escribanos en Santo Domingo, participantes de rituales religiosos, niños jugando, gente leyendo, caminando, esperando o caminando.

"A diferencia de Manuel Álvarez Bravo, quien conscientemente infundiría en sus imágenes capas de simbolismo y de un sentido trascendente, las fotografías de Lola eran acerca de una persona, de un instante en el tiempo".