martes, octubre 03, 2006

Libros / Estados Unidos: Publican «Che, una vida revolucionaria»

Foto de familia del Che, en marzo de 1965, en Cuba (Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado cubano). Reproducción del libro Che, una vida revolucionaria.


YOLANDA MONGE
EL PAÍS

S u ejecución a la edad de 39 años en Vallegrande (Bolivia), lejos de enterrarle en el olvido de los muertos le instaló para siempre en el mundo de los vivos y realzó la estatura mítica de Ernesto Che Guevara. "¡Dispara, cobarde, sólo vas a matar a un hombre!", fueron sus últimas palabras a su verdugo, reportadas como reales o inventadas por un periodista. Fue enterrado en un lugar desconocido en las montañas, con las manos cortadas de dos tajos secos, como si sus enemigos le temieran más muerto que cuando estaba vivo.

A bordo del desvencijado barco Granma, el médico argentino inició un viaje épico en el que cruzó el Caribe con una misión: invadir Cuba y echar del poder al dictador Fulgencio Batista. Le acompañaba Fidel Castro. En dos años entraban en La Habana para instaurar la única revolución socialista que triunfó en América. El Che, el titán que plantó batalla a los yankees. El Che, el gurú moral que proclamó la existencia de un Hombre Nuevo. El romántico Che que abandonó la revolución cubana para, enfermo, proseguir la lucha contra la opresión y la tiranía. Hasta la muerte.

Han pasado casi 40 años de su fallecimiento en octubre de 1967. Mucho se ha escrito desde entonces sobre el guerrillero, ideólogo y líder. Pero no existía una biografía a la altura del mito. En parte por las restricciones informativas impuestas por el régimen cubano. Hasta hoy, cuando se edita en español la historia revisada de la vida del Che Guevara escrita en 1997 por el periodista estadounidense John Lee Anderson: Che, una vida revolucionaria (Anagrama).

Reportero de raza, Anderson ha tenido acceso a archivos y documentos nunca antes consultados, ha entrevistado a familiares y amigos íntimos de Guevara, ha escrito la biografía definitiva. Puede que la controversia rodee al libro, pero siempre ocurre cuando se trata del comandante.

Periodista de la revista The New Yorker, que más que un referente de la vida literaria estadounidense se ha convertido en una de las más sólidas fuentes de información sobre la esquizofrénicamente secretista Administración de Bush -el reportero Seymour Hersh destapaba en The New Yorker el escándalo de las torturas de Abu Ghraib-, Anderson rechaza la etiqueta de corresponsal de guerra para definirse como "un periodista que suele ir a las guerras".

Veterano de los conflictos de Centroamérica y de muchas otras batallas, autor de un libro clave para comprender la historia de Irak en los últimos años y su actual invasión y de un volumen sobre el mundo de las guerrillas, Anderson desmenuza la vida de Ernesto Che Guevara con la intención de separar al hombre del mito.

Sólo dos latinoamericanos han formado parte de la lista de las 100 figuras más importantes del siglo XX establecida por la revista Time. Uno de ellos fue el Che. Pero su figura ha ido más allá de ideologías. La imagen del Che está en camisetas, tazas, pósters, bolsos... todos ellos objetos basados en la fotografía Guerrillero heroico, que Korda le tomó en 1960 y que pudieron verse en una exposición que concluyó en febrero pasado en Nueva York bajo el título ¡Che! Revolución y comercio.

Parecía que los ojos estaban a punto de abrírsele, pero yacía muerto sobre una fría piedra de lavar, con una apariencia cercana a la imagen de Jesucristo, en una imagen que daría la vuelta al mundo: la de su muerte. Casi cuatro décadas después, el Che es un símbolo de rebelión precisamente cuando ya no es un peligro.