martes, enero 30, 2007

Música/ México: Hermeto Pascoal en el Festival de México en el Centro Histórico

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EL músico brasileño. (Foto: archivo)

M éxico 30 de Eenro 2007. (Xavier Quirarte/Milenio).- La música de Hermeto Pascoal es como la naturaleza: impredecible. Si por un momento es como una brisa gentil...

Más adelante puede sonar como un volcán en erupción y después emular un torrente de vital agua. Su musicalidad se vale lo mismo de instrumentos convencionales —que no toca de manera convencional— que de juguetes, objetos de cocina y la naturaleza misma.

Mítica es la anécdota de cuando tocaban cerdos en sus conciertos, lo que ahora se ha vuelto muy difícil porque, cosas de lo políticamente correcto, a los animales no se les permite el paso a los escenarios. En los setenta, la imagen lastimaba a las buenas conciencias, especialmente las de los políticos, pero el brasileño realmente hacía música con los cerdos como una forma de comulgar con la naturaleza.

Invitado por el XXIII Festival de México en el Centro Histórico, Hermeto Pascoal y su apabullante arcoiris sonoro estarán en nuestro país los días 24 y 25 de marzo en el Palacio de Bellas Artes. No será como en los sesenta, que de tres presentaciones que tenía programadas para un festival en la Ciudad de México dos fueron canceladas porque para ciertos funcionarios su música era muy loca.

En conferencia telefónica en la que sufrimos serios problemas de traducción, Hermeto, todo calidez, comienza por hablar de la naturaleza, su preceptora, musa y adorable compañera. “¡Ah, la música y la naturaleza! Mi vida fue justamente eso. Nací en el noreste de Brasil y fui criado con los animales hasta los 14 años de edad. En esa época no teníamos radio porque no había luz eléctrica y yo hacía música con la naturaleza. Tocaba para los pájaros, los caballos, los sapos y los animales acuáticos, que son muy sensibles, mucho más que mucha gente. Todos los animales son maravillosos, son mi mayor influencia”.

Música universal

Para Hermeto Pascoal, maestro del piano y los sintetizadores, el saxofón soprano y la melódica, los silbatos y los cuencos de agua más todo lo que se le ocurra en el momento, los instrumentos son muy diferentes entre sí y poseen un alma.

“Tocar una flauta es algo muy espiritual, lo mismo que un piano o un cuenco con agua. Como no puedo traer el río de mi ciudad al escenario toco un cuenco con agua. Todo es intuición. Soy un músico totalmente intuitivo y espiritual. Yo transformo cada instrumento para contar una historia”.

Con un arsenal impresionante de composiciones, la mayoría de las cuales no están registradas en disco, Hermeto dice que “cada presentación es una historia diferente. Tenemos una lista de 30 composiciones y conforme el espectáculo va sucediendo voy diciendo: vamos a pasar por esta pieza, vamos a tocar esta música o aquella otra. Hay música de todos los estilos, música que yo llamo universal. Ahora los músicos en todo el mundo se están adhiriendo a ese tipo de música universal”.

El músico brasileño no es alguien que se lleve bien con la industria discográfica o con la cultura oficial. Considera que el hecho de que al frente del Ministerio de Cultura esté un músico, Gilberto Gil, no ha significado cambio alguno.

“No he sentido ningún cambio en la música ni en lo cultural. Cuando viaja al extranjero siempre se lleva músicos de Bahía, su tierra, con los que hace música más comercial”.

Allá los políticos y sus programas de cultura, Hermeto sólo hace de su música un placer que comparte con quienes quieran escucharlo. De hecho, trabajar con niños es un placer que se procurará el 22 de abril en Bellas Artes, cuando imparta una charla.

“Los niños son siempre muy perceptivos. No importa qué edad tengan, lo que importa es su espíritu y la integración que se logra. Yo aprendo mucho con los niños, que me dan mucho más ánimo”.

Miles Davis, quien le llamaba El Albino Loco, decía sobre Hermeto: “Es el músico más completo que he conocido”. No sólo eso, con una propuesta que equilibra de manera sutil la música popular brasileña con el jazz, los sonidos de la naturaleza o la música improvisada, ha mantenido su integridad a cuestas, sin ser absorbido por una industria a la que tanta falta le hacen talentos como el suyo.


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