martes, febrero 06, 2007

Obituario / Argentina: Marcelo Santángelo (1923-2007), artista de Mendoza

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Imagen de una de las proyecciones en vivo del surrealista mendocino (Foto: Archivo).

A rgentina, 6 de Febrero 2007. (Laura Valdivieso/Página/12).- El 23 de enero murió Marcelo Santángelo. Había nacido en Concordia, Entre Ríos, el 10 de junio de 1923. Llegó a Mendoza en 1936, y luego de pasar unos años en el sur de la provincia, en 1941 se traslada a la ciudad capital para iniciar sus estudios en la Academia de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Cuyo. Egresa con el título de profesor de Bellas Artes en 1951.

Ejerce la docencia desde 1944 en la Universidad Nacional de Cuyo, donde es profesor titular del Taller de Pintura entre 1975 y 1976 y profesor de la Cátedra Libre entre 1984 y 1993. Pasa unos años en Buenos Aires, allí fue profesor de Estética en la Escuela Superior Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón entre 1959 y 1964 y profesor de Dibujo en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano, entre 1963 y 1965.

En el transcurso de estos días que pasaron desde su muerte, en medio del dolor que significa la pérdida de una persona querida, he reflexionado sobre cómo será Mendoza sin Marcelo Santángelo. Pero ahora, en el momento de escribir estas palabras, se me ocurrió preguntarme qué hubiera sido de Mendoza sin Santángelo, y esta última pregunta me gustó más.

Como muchos hombres inquietos de su generación, pero distinguido con una inteligencia y una lucidez que lo acompañaron hasta su muerte, se interesó desde su juventud por aquellas cosas que pasaban en el mundo del arte, tanto en Europa como en Estados Unidos. Tomó contacto con el surrealismo a través de un libro de Salvador Dalí que lo impactó fuertemente y lo llevó a embanderarse en las filas de este movimiento. Se convirtió así en “el artista surrealista de Mendoza” desde muy joven. Realizó el “Primer Espectáculo Surrealista” en 1953 y en esta ocasión se proyectó por primera vez en Mendoza la película El perro andaluz, de Buñuel y Dalí.

Pero él entendió este movimiento como una manera de pensar, de vivir, de crear, de mirar el mundo, y partió de allí para iniciar una larga carrera de trabajos de diversa índole, todos ellos signados por una búsqueda incansable de innovación, de libertad y de experimentación. Fue también investigador, crítico y ensayista.

En sus inicios hizo grabados, dibujos y pinturas. Luego derivó en experiencias variadas que rompieron el concepto tradicional de género, con las que sorprendió al público local. En 1964 inicia ya sus primeras pinturas de módulos intercambiables, cuyo principal objetivo es que el espectador participe activamente en la forma que va definiendo a la obra, y también inventa las pinturas-transparencias, especies de diapositivas creadas por él que eran proyectadas como pinturas-luz. En ocasiones lo escuché referirse a ellas como pinturas viajeras, porque pueden llevarse en los bolsillos del saco.

Desarrolló también desde esos años su idea de “multimedia”, que eran una especie de espectáculos teatrales, en los que combinaba danza, música, teatro y proyecciones lumínicas de sus transparencias. Lamentablemente, por su condición de efímeras, la gente de mi generación y de las generaciones nuevas sólo conocemos estas obras por relatos y fotografías que poco dicen de ellas. Pero creo que lo más trascendente es que abrieron una brecha, que aún perdura, entre lo convencional y lo no convencional, entre lo nuevo y lo viejo, entre el futuro y lo que quedaba atrás. Marcelo Santángelo, fuertemente influido por el pensamiento moderno, hizo de la innovación su modus operandi. Buscó nuevas formas de expresión en el cine, la música concreta y en sus últimos años investigó las posibilidades del arte digital. Plantó en Mendoza el problema de las formas más innovadoras de expresión artística, motivó a sus seguidores a ingresar en el problema de las ambientaciones, los happenings, las instalaciones, las performances, etcétera. Todo ello, en cuanto a Mendoza se refiere, tiene su raíz en Marcelo Santángelo.

Juntamente con su producción artística, trabajó desde otros lugares para instalar la discusión en torno de la definición de Arte, al papel de las instituciones como la universidad, los museos y las galerías, en un lugar como esta provincia, cuyos rasgos conservadores aún son fuertes. De sus mismas exposiciones derivaron asuntos como el rol del público, el montaje o la función social del arte, que fueron ampliados en sus conferencias y artículos periodísticos habituales en los diferentes medios con los que contó. Estos últimos años enviaba por correo electrónico sus nuevos ensayos.

En esta línea variada de acciones se ubica el apoyo y espíritu con el que animó la serie de exposiciones llamadas NoCon (referido a no convencional), realizadas por el Museo Municipal de Arte Moderno de Mendoza en los años 1985, 1991 y 1998 en las que, además de los artistas locales, participaron figuras de la talla de Margarita Paksa y León Ferrari. Consideraba que estos eventos constituían espacios de educación asistemática que preparaban a la sociedad para comprender mejor el mundo contemporáneo.

Marcelo Santángelo fue un hombre de la modernidad. Una modernidad que estudió en los libros, pero que tuvo que mirarla en una provincia de un país de la periferia. El tuvo plena conciencia de eso y trabajó y pensó desde su lugar. Sus acciones artísticas y teóricas estuvieron siempre contextualizadas y se propusieron modificar en forma efectiva el propio medio en el que se desarrollaban. De allí deviene cuánto significó Santángelo para Mendoza y tal vez allí está tácita la respuesta a qué hubiera sido Mendoza sin Santángelo. Así es menos doloroso pensar qué será de ella sin su querido artista.

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