lunes, abril 09, 2007

Libros / México: «A ciegas», una reseña de la novela de Claudio Magris

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Portada del libro. (Foto: Anagrama)

M éxico, 9 de Abril 2007. (Mauricio Flores / Milenio).- Muy cerca de su ocaso, Salvatore, el nuevo y entrañable personaje del novelista Claudio Magris (Trieste, 1939), recorre la espiral de la historia del siglo veinte, cargada de infamias, traiciones y muerte. Hombre sin escapatoria, sabe de la recurrencia de éste –el habitante de la centuria– a olvidar. Por ello escribe y habla ante la paciencia de su querido Ulcigrai, el médico que paciente lo mira como a un ventrílocuo.

Porque en la vida de Tore se condensa un siglo, y buena parte del anterior a partir de su desdoblamiento en el otro gran personaje de A ciegas (Anagrama), el desventurado Jorgen Jorgensen, quien terminará su vida en el destierro, como después sucederá en el tiempo lineal con el mismo Salvatore, y que la pericia narrativa del autor presenta en un mismo plano que confunde, pero también persuade, al lector.

Memoria versus olvido; revolución versus terror, aunque avanzado el siglo este último se confunda con su antagonismo. La experiencia donde se centran las “evocaciones requeridas” del viejo a quien no le queda sino soñar, empresa que se torna heroica ante las ansias y los agobios, “sobre la angustia del mañana que roe el corazón”.

Doblemente golpeado, doblemente dolido en consecuencia, Tore da cuenta de ilusiones y amores, lealtades y traiciones. De, por ejemplo, la esperanza por excluir a todo aquel que pudiera volver a exterminar una raza. Del más bello entendimiento de la revolución: “Liberar las manos de la necesidad de pelear y restituirlas a la ternura”. Del convencimiento de que la tierra es el “lugar de los infiernos”.

Si como se lee en A ciegas: las lápidas son novelas concentradas y las novelas son lápidas dilatadas, esta nueva obra de Magris (autor de El Danubio y Conjeturas sobre un sable) bien puede leerse como el periplo de hombres que como Tore (“estrangulados por el pañuelo rojo que nos pusimos al cuello”) habitaron el siglo veinte. Y que su reconstructor, el gran escritor que es Magris, nos presenta a manera de viaje marítimo, seguro de que así bien pueden disimularse las lágrimas del pez.

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