martes, mayo 08, 2007

Fotografía / México: Spencer Tunick reúne a 19 mil

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El balcón de prensa, habilitado en un hotel, donde los fotógrafos rivalizaron con el fotógrafo neoyoquino. (Foto: José Carlo González)

M éxico, 7 de mayo, 2007. (Merry MacMasters/La Jornada).- ¿Alguien tiene una toalla?, preguntó un sudoroso Spencer Tunick antes de dedicarle «cinco minutos» a la prensa, acordados de antemano, al término de su instalación masiva de desnudos en el Zócalo que, al reunir a alrededor de 19 mil personas, rompió récords, aunque después se dijo que de eso no se trataba.

«Acuérdense -explicó-, que le he dedicado mucha atención a la prensa. Ahora, mi corazón está con los participantes, así que voy a reunirme con mis colaboradores».

Antes de regresar a la Plaza de la Constitución, Tunick dijo no saber con exactitud cuánta gente acudió a su llamado: «Eso reitera que no trabajo con récords, sólo creo formas con cuerpos humanos. Se trata de una abstracción, un performance, una instalación. De manera que no me importa cuánta gente haya asistido. Lo único que sé es que llené el espacio que quería llenar. Hice mi arte y fue maravilloso».

En todo momento, sin embargo, se habló de rebasar la cifra de 7 mil personas alcanzada en Barcelona. Inclusive, el viernes pasado Tunick comentó que México podría ser su obra «más grande» hasta el momento.

Para Gerardo Estrada, coordinador de Difusión Cultural de la UNAM, dado que México es una sociedad con «ciertos aires conservadores», pero, sobre todo que es una de las ciudades más grandes del mundo, el porcentaje de participantes tenía que ser «representativo».

Ya encarrerado, Tunick pidió mirar hacia el sur, «desde Estados Unidos hacia la ciudad de México, para ver cómo un país puede ser libre y tratar el cuerpo desnudo, no como pornografía, no como un crimen, sino con alegría y cariño. También quiero que Europa vea hacia Occidente. Hay algo que pasa en la ciudad de México, es cultural, va a explotar, será grandioso. Las más grandes y novedosas cosas puedan salir de aquí. Su gente es la más cálida y de gran corazón. Para mi el corazón de Latinoamérica ahora es México».

Dedicó su instalación no sólo a los participantes, sino a «todos los artistas mexicanos que he conocido en la feria de arte Maco y alrededor de la ciudad».

Tanto Elena Cepeda, secretaria de Cultura del Distrito Federal, como Estrada, elogiaron el comportamiento de los participantes, aunque se reconoció que no todo el mundo tuvo acceso al Zócalo por la necesidad de plegarse al horario ante la eminente salida del Sol.

La última toma, surgida de manera espontánea con sólo las mujeres, produjo una especie de enfrentamiento. Con los hombres libres para vestirse, que representaban 75 por ciento de los participantes, algunos grupos empezaron a acercarse demasiado a las mujeres, inclusive, sacar fotos con sus celulares, hasta que los voluntarios «los corrieron», dijo Mireya Escalante, coordinadora del proyecto junto con la Fundación Murrieta. No se prohibieron los celulares por considerar que muchos no vendrían.

Marco Antonio Hernández Murrieta, presidente de la fundación, señaló que la entrada al Zócalo fue «muy fluida». Se empezó con 150 personas por minuto, cifra que llegó a 210 a la hora del cierre. Se había establecido las 5:30 horas como límite de entrada, anotó Elena Cepeda, sin embargo, todavía se extendió media hora más.

A las 7:18 horas, al empezar la primera de un bloque de tres fotografías, las más grandes, la temperatura era de 22.5 grados. A las 7:34, cuando se terminó la última, ya había ascendido a 24.1 grados, de modo que «nadie va a resfriarse», indicó Hernández Murrieta.

Es indudable que la alta asistencia de participantes sorprendió a todos. Si antes de su realización se hablaba de hasta 40 mil inscritos, basado en experiencias anteriores sólo la mitad solía presentarse, y en Latinoamérica era 30 por ciento.

Tan nutrida respuesta provocó cambios. Por ejemplo, la toma sobre la Avenida 20 de Noviembre se había planteado de otra forma, pero al parecer «el número de personas no le permitió a Tunick hacer lo que tenía pensado», apuntó Mireya Escalante.

Agregó que el artista se sintió muy nervioso en muchos momentos, pero «más que nada por el inminente amanecer, que limitaba el tiempo».

Respecto a lo que sigue, el artista estadunidense , luego de regresar a Nueva York, llevará su material al laboratorio en el transcurso de unos cuantos días. Luego, viene la tarea de analizar y decidir cuál de sus tomas va a imprimir. Por esa razón, se tardará en entregarle su fotografía a cada uno de los participantes inscritos debidamente.

Una vez tomada la decisión, «Spencer nos mandará la foto para que el Laboratorio Mexicano de la Imagen imprima todas las copias. Queremos que ese proceso coincida con la exposición que el artista tendrá del proyecto en septiembre en el Museo Universitario de Ciencias y Arte, de Ciudad Universitaria», indicó Escalante.

Elena Cepeda invitó a Tunick y las autoridades de la UNAM para que la muestra también se haga en el Museo de la Ciudad de México.

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