domingo, mayo 13, 2007

Música / Ciudad Juárez: Una noche con la OSUACJ, crónica

.
Aspecto del concierto (Foto: UACJ)


C iudad Juárez, Chih. 11 de mayo de 2007 (UACJ/Andrés Pedroza García).- Ciudad Juárez nos regala una bella tarde, un día cálido con viento discreto. Son apenas las 6:45 de la tarde y ya se ven algunas personas afuera del Centro Cultural Paso del Norte. La Orquesta Sinfónica de la UACJ ha despertado el interés que merece.

En el vestíbulo se respira la emoción y los nervios. Los miembros del equipo organizador caminan de un lado a otro, tensos mientras ven cómo se reúnen los espectadores afuera del teatro.

-¿Cómo va la venta de boletos? -, pregunta alguien.

-Dice el cajero que se han vendido doscientos en las últimas horas.

Se escucha un murmullo apagado de admiración. Todos corren tratando de asegurar hasta el último detalle. El saber que se venden los boletos emociona hasta los huesos.

A las 7:05 p. m. se abre la puerta principal para que los espectadores entren al vestíbulo. Alrededor de treinta personas, entre jóvenes, adultos y niños caminan asombrados en el vestíbulo del teatro. Sin que nadie se los pida, se van formando discreta y ordenadamente frente a la última puerta de acceso al escenario.

Los nervios se vuelve a apoderar de los organizadores: el piano no está del todo listo y el afinador no llega. En menos de diez minutos el número de personas en el vestíbulo se duplica al igual que la inquietud de los miembros de staff, el afinador viene de El Paso y no están seguros de que llegue a tiempo.

Se le ofrece una silla a una señora de avanzada edad. Ya sentada, recibe un programa de mano, se entretiene, tranquila, con él.

A las 7:30 los nervios al fin se estabilizan. El piano está casi listo en el escenario, el afinador está ultimando detalles ante la mirada atenta del director y del pianista. Los técnicos preparan la única luz dirigida: la que iluminará al maestro de ceremonias. Alrededor del piano, que de momento se encuentra semi desarmado, se van instalando los músicos. Se oyen algunos acordes. El piano está listo, los músicos afinan sus instrumentos, el director se pasea de un lugar a otro con el celular en el oído. No hay marcha atrás: el concierto es inminente.

Faltan veinte minutos para el inicio del concierto. Las puertas se abren para recibir al público. Las edecanes están listas, acomodadas estratégicamente para guiar a los espectadores. A esta hora la linea es impresionante, alrededor de quinientas personas, inquietas, se alistan para entrar al teatro. El ingreso parece lento. Quien entra, inevitablemente, dirige la mirada hacia las escaleras, hacia los detalles del acabado del teatro. Hay sorpresa, admiración, emoción. Se nota que muchos de ellos entran por primera vez al Paso del Norte.

Se encuentran los amigos, se saludan efusivamente, se alegran de verse. El arte reúne, agrupa, disuelve las distancias.

Al cinco para las ocho se abre una segunda puerta. El ingreso se acelera, pero sigue mucha gente formada afuera y en la taquilla. Se escucha la segunda llamada.

Al fin, se acaba la linea, todos están en sus lugares. A las 8:15 empieza el concierto. Se escuchan aplausos al entrar el director y el pianista al escenario.

Las manos del director llaman al silencio. Los celulares, imprescindibles hace apenas cinco minutos han enmudecido. Se someten al cadencioso movimiento de las manos del pianista. La música, omnipotente, omnipresente, egoísta, obra el milagro: todos en el teatro están separados del mundo. La atmósfera es otra, única. No acepta más que los acordes puros, míticos, vibrantes que la orquesta regala al auditorio.

El director y el pianista se acompañan. Sus manos se mueven con una similitud impresionante, ya son movimientos lentos, ya vigorosos, ardientes. El director vibra junto con la música, se adivina la emoción que experimenta al dirigir, la misma que poco a poco va llenando a los espectadores.

De momento silencio. Nadie se mueve. La fuerza de la música es más clara con el silencio que la acompaña. Se escucha el piano; poco a poco, una, dos notas. El pianista acaricia el teclado, lo seduce. Discretamente se unen las cuerdas, el director imprime fuerza a sus movimientos, ahora son los instrumentos de viento, la música nuevamente toma fuerza, arrebata hasta el último aliento del auditorio.

Así transcurre la velada, música, aplausos, emoción. Miradas atentas, manos y pies que siguen el ritmo. Y al final, un aplauso prolongado, espectadores que de pie reclaman el regreso del director y del pianista al escenario.

Son las 9:50 de la noche. Poco a poco el teatro va quedando vacío.

Momento del concierto

El pianista Ratimir Martinovic durante el concierto (Foto: UACJ)








Fragmento del concierto de la OSUACJ ofrecido el 11 de mayo de 2007 en el Teatro Rascón Banda del Centro Cívico Cultural Paso del Norte, en Ciudad Juárez, Chih. Director: Carlos García Ruiz. Solista: Ratimir Martinovic. Programa: Concierto No. 23 de Mozart; y Sinfonía No. 7 de Beethoven. El maestro de ceremonias es Servando Pineda Jaimes, Director General de Difusión Cultural.





REGRESAR A LA REVISTA