jueves, junio 14, 2007

Artes Plásticas / «El Cuadrado negro» de Kasimir Malevich

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La obra suprematista. (Foto: archivo)

M éxico, 14 de junio, 207. (Lorenzo Rocha/Milenio).- En el año de 1913, el pintor ruso Kasimir Malevich (1878-1935) creó la primera composición suprematista titulada Cuadrado negro. En efecto, pintó un cuadrado negro sobre un fondo blanco que él mismo identificó como el vacío.

Este hecho podría considerarse como el equivalente en el arte a la invención del cero, que revolucionó el álgebra y las matemáticas en el siglo XVIII antes de Cristo. Antes del suprematismo, las artes plásticas como la pintura, escultura o arquitectura, aún no habían coniderado a la nada como un posible valor compositivo. Durante el siglo XX y los inicios del XXI, hay múltiples ejemplos de espacios construidos mediante la sustracción de elementos, en oposición a la suma de éstos. Entre todos ellos, el escultor vasco Jorge Oteyza (1908-2003), se cuenta entre los pocos que abordó el tema del vacío de manera frontal, y es él quien, según sus propias palabras: «ajusta y completa racionalmente a Malevich y concluye a Mondrian».

Oteyza consideraba al pintor ruso como el artista que había fijado los principios espirituales del arte actual. Acerca del holandés Piet Mondrian hay una reflexión importante: Oteyza rompe concientemente con su dogmatismo ortogonal introduciendo la movilidad, dando cabida al ángulo de 45 grados y la diagonal. Oteyza trasladó el énfasis que Mondrian puso en el espacio (E), hacia el tiempo (T), que forman el binomio E-T, rompiéndolo en favor del espacio. Sin embargo, no es sino hasta 1946, cuando hace su mayor contribución artística y teórica al tema, a través de una serie de pequeñas esculturas en acero que llevan precisamente el nombre de «Vacío» y con un texto publicado en la revista argentina Cabalgata.

De éste, extraigo las siguientes líneas: «El hueco en escultura corresponde espiritualmente a la reaparición del sentimiento trágico al concluirse la herencia de un sistema tradicional […]. El vacío ha de ser objeto de un nuevo razonar plástico […], el hueco deberá constituir el tránsito de una estatua-masa tradicional a la estatua-energía del futuro. De la estatua pesada y cerrada a la estatua liviana y abierta».

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