lunes, agosto 20, 2007

Literatura / España: El siglo de Carmen Conde

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La poetisa y primera académica de la RAE. (Foto: Marisa Flórez)

M adrid, 15 de agosto, 2007. (Elisa Silió / El País).-Tuvieron que pasar 265 años para que la Real Academia Española, abierta en 1713, admitiera a su primera académica en 1978. Un evento de tal magnitud que de la cartagenera Carmen Conde, que hoy cumpliría 100 años, apenas se recuerda su obra poética y novelística. Para revivir su figura, la Universidad de Murcia prepara un congreso sobre su figura y una exposición, que viajará desde Cartagena a Murcia, Melilla -donde vivió sus primeros años- y Madrid.

Cartagena se siente en deuda con Conde. Muchos allí no le perdonaron nunca su rojerío durante la Segunda República -ayudó a fundar su universidad popular- y, sin embargo, su ingreso en la RAE causó escozor entre otros muchos, que la acusaron de ser una falangista acomodada al régimen. Amargas paradojas que hicieron sufrir a una poeta casada pero enamorada medio siglo de Amanda Junquera, a la que nunca pudo dedicar sus libros. « Cuando se conocen, su poesía se humaniza y escribe sus mejores obras. Unos poemas audaces, inconcebibles para la mano de una mujer. Tienen una gran hondura y se te abren solos cuando conoces la historia que hay detrás», dice José Luis Ferris, autor de una biografía editada ahora por Salvat.

¿Es justo que no se valore su obra poética «lírica, fresca y sensual», según su mentor, el Nobel Juan Ramón Jiménez? «De sus libros se publicaban sólo 300 ejemplares y pasó casi desapercibida», lamenta Ferris. «Carmen era una referencia en la posguerra. La RAE le perjudicó. Tuvo una etapa final de decadencia, pero sus libros de los años cuarenta [Ansia de la gracia y Mujer sin Edén] están a la altura de los de Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso», razona Francisco Javier Díez de Revenga, catedrático de Literatura Española de la Universidad de Murcia y comisario de los actos.

Fueron Aleixandre y Alonso quienes la presentaron a la Academia. Y se lió. «Jueves resolutorio entre Rosa Chacel y yo. Exilio voluntario y 40 años de aguante con dignidad, valor y obra...», escribió Conde en su diario. Con ironía daba por seguro «el ingreso de la exiliada en trance de coronación». La coronada fue ella y recibió el ánimo de quienes no entendían que su permanencia en España debiese restarle méritos.

Fue el caso de Miguel Delibes, que le escribió una carta de apoyo. «Me parecía que una candidata no podía tener más votos por ser exiliada. No obstante, voté a Rosa Chacel, que tenía una obra de más peso», hace memoria Delibes. «La Academia se equivocó eligiéndola. Había otras chicas con una carrera más sólida: Carmen Martín Gaite, Carmen Laforet, Ana María Matute, Josefina Aldecoa... Yo era joven, pero los viejos querían que entrase alguien de su generación. Carmen era muy simpática. A la Chacel la falló que no tenía muchas simpatías dentro». Resulta gracioso que Delibes hable de su «juventud», cuando en la votación él tenía 57 años y casi los mismos las «chicas» de posguerra, aunque, frente a los augustos académicos de la generación del 27, eran todos unos polluelos.

«El Partido Comunista, que la había criticado, y las organizaciones feministas acabaron felicitándola», se extraña Ferris. Conde impulsó que entrara en 1994 Elena Quiroga, pero la Academia se quedó huérfana de féminas -Conde murió en 1996- hasta la llegada en 2002 de la «chica» Ana María Matute, la historiadora Carmen Iglesias en 2000 y la científica Margarita Salas en 2001. Cinco mujeres en 294 rácanos años. Entrarán más, pero sin cupos. Lo ha advertido Víctor García de la Concha, que por algo es su director.

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