lunes, enero 07, 2008

Artes Plásticas / México: El mural «Gloriosa Victoria» de Rivera será expuesto en el Museo Dolores Olmedo

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Nota: Pulse la imagen para apreciarla de mayor tamaño. (Foto: Archivo)

M éxico, 7 de enero, 2008. (Leticia Sánchez/ Milenio).-El mural Gloriosa Victoria (1954) que tanta expectación causó en la exposición homenaje Diego Rivera. Epopeya Mural, en el Palacio de Bellas Artes, porque nunca se había presentado en México, se exhibirá a mediados de enero en el Museo Dolores Olmedo (MILENIO 12/17/2007).

La obra fue vista por miles de personas que quedaron cautivados no sólo con su historia, sino con el tema de la pintura, asegura el curador Américo Sánchez.

Primero, conocer una de las últimas creaciones del muralista mexicano era ya un deleite, pero saber que por más de medio siglo estuvo resguardado en las penumbras de una bodega del Museo de Artes de Pushkin, de Moscú, Rusia, y que por primera vez era mostrado al público mexicano, se convertía en todo un privilegio.

Sin mencionar el motivo por el cual el artista mexicano pintó ese mural transportable. Se trata de una denuncia que hizo Diego Rivera sobre la intervención sangrienta de los Estados Unidos en Guatemala en los años 50, para apoyar a la United Fruit Company y así apoderarse de la producción platanera de los guatemaltecos.

Fue tema del momento y objeto de crítica de artistas e intelectuales, incluido Diego Rivera, quien a través de su pincel cuestionó las atrocidades cometidas por el gobierno estadunidense contra el pueblo guatemalteco.

Al centro de la obra se aprecia a John Foster, secretario de Estado de los Estados Unidos y a Carlos Castillo líder de la contrarrevolución en Guatemala, celebrando la represión y el triunfo de sus intereses políticos.

Sin concesiones, Rivera denunció a los implicados en esta masacre. Pinta a John Emil Peurifoy, embajador estadunidense en el país centroamericano, a Jules Dubois, coronel relacionado con la CIA, y dos militares de alto rango de Guatemala.

A quienes Rivera representó dignamente fueron a los campesinos que resistieron la intervención militar apoyados por los ciudadanos. De igual forma pintó al religioso Genaro Verrolino quien da la bendición a los mártires de esa masacre.

Nunca antes expuesto

Diego Rivera concibió este mural para su exhibición en Varsovia, donde se expuso por única ocasión en 1955. Fue después, en 1956, que el artista lo donó al Sindicato de Pintores de la Unión Soviética.

Desde esa época la obra permaneció en el Museo Pushkin, el cual nunca la mostró, porque no correspondía a la vocación de su acervo. «Entonces la oportunidad de traer esa obra a México fue de gran relevancia, por el tema, porque no se conocía en México y porque sólo se había visto una vez en un contexto diferente».

Luego de las gestiones realizadas por Carlos Phillips, director del Museo Dolores Olmedo, para que el gobierno de Rusia prestara esta obra para su exhibición en el marco del homenaje a Diego Rivera, esta pieza se exhibirá en todo su esplendor a partir del 15 de enero en la Noria, en Xochimilco.

El plus de la obra

Al reverso del mural Gloriosa Victoria se conserva otra pintura inacabada, que incluso la propia Rina Lazo no tenía en la memoria, a pesar de que ella era una de las ayudantes de Diego Rivera, relata Américo Sánchez, especialista en la obra del maestro.

«Fue hasta que vio el boceto detrás del mural que Rina Lazo se acordó y nos explicó que esas líneas eran de un retrato que comenzó en 1951 pero que nunca acabó de Dionisio Encinas, un dirigente del Partido Comunista Mexicano».

Incluso existen fotografías de Diego Rivera en su estudio, haciendo el boceto de esta obra. Se desconocen las razones por las cuales la dejó inconclusa, pues nada de ella fue documentado por el artista, simplemente la abandonó.

El hecho es que la tela se quedó preparada y años más tarde, cuando Rivera decide pintar Gloriosa Victoria, le pidió a su ayudante esa tela sobre la cual se dispuso a trabajar.

Para mostrar las dos caras de esta obra que viene de Rusia, la obra se montó sobre un bastidor especial, de modo que el espectador puede ver también los trazos inconclusos de Diego Rivera.

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