martes, febrero 26, 2008

Literatura / España: Confieren a Antonio Orlando Rodríguez el premio Alfaguara 2008

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El escritor cubano. (Foto: Alfaguara)

C iudad Juárez, Chihuahua, 25 de febrero, 2008. (RanchoNEWS).- El segundo cubano en ganar ese reconocimiento; en Chiquita describo el pundonor de una mujer «liliputiense», dijo el galardonado para la nota de La Jornada de Armando G. Tejeda y Carlos Paul:

El escritor cubano Antonio Orlando Rodríguez (Ciego de Ávila, 1956) fue galardonado hoy con el Premio de Novela Alfaguara 2008, por la obra Chiquita, «una suerte de biografía imaginaria de un personaje real».

El autor, quien vive fuera de la isla desde 1991, y reside en Miami desde hace ocho años, reconoce que entre sus autores de referencia figuran Virgilio Piñera, Dulce María Loynaz y Eliseo Diego.

Orlando Rodríguez decidió competir en ese galardón por recomendación de su editor estadunidense, a pesar de que él mismo confesó su aversión a «los premios literarios». De un total de 511 manuscritos, de los cuales 102 estaban firmados por autores mexicanos, el escritor cubano, de 51 años, logró el premio.

El presidente del jurado, el autor nicaragüense y también ganador del galardón en su primera versión, Sergio Ramírez, destacó que la obra premiada, Chiquita, «es una novela a la vez elegante y llena de vida, con una notable gracia narrativa y una imaginación sin descanso, que despliega, como una inmensa partitura de ejecución precisa, la época y la vida de un personaje extraordinario».

El personaje en el que se inspiró Rodríguez es la «liliputiense cubana» Espiridiona Cenda, bailarina y cantante de los teatros de variedades de principios del siglo XX, que se convirtió, pese a «medir tan sólo 65 centímetros de estatura», en una de las estrellas del espectáculo de Estados Unidos.

De Fedor Dostoievski a Paul Auster

Antonio Orlando Rodríguez, quien confesó «sorpresa» y «alegría» por el premio, señaló sobre la novela: «Chiquita es una suerte de biografía imaginaria de un personaje real. Es una novela de aventuras donde el trasfondo histórico es muy importante, pero lo que también es clave es la farsa, el humor y la imaginación. Es un fresco histórico y un acercamiento a un personaje inteligente, voluntarioso y apasionado que se propuso triunfar en la vida a pesar de medir solamente 26 pulgadas de estatura (65 centímetros)».

La novela es un recorrido por la historia de Cuba a partir de su primera guerra de Independencia hasta su constitución como República y las décadas posteriores. Al respecto, el escritor galardonado compartió que toda su literatura, inclusive la del género infantil que escribió de joven, tiene a Cuba «presente en mi corazón; aunque vivo hace 17 años en el extranjero sigo escribiendo sobre temas y personajes cubanos. Creo que no sabría escribir sobre otra cosa».

Orlando Rodríguez es un desconocido de la literatura actual, como ocurrió en la versión del premio Alfaguara del año pasado, en la que se reconoció la novela de Luis Eduardo Leante, un profesor de latín de la Universidad de Alicante.

En este caso, el autor de Chiquita estudió periodismo en la Universidad de La Habana, si bien salió de Cuba para residir, primero en Costa Rica, luego en Colombia y finalmente en Miami, donde ha publicado la mayoría de sus libros de cuentos y novelas infantiles.

En cuanto a sus referentes literarios, Rodríguez señaló que es «gran amante de la literatura clásica. Me fascinan las novelas en las que hay muchos personajes, en las que se abarca una época larga. Podría mencionarte muchos modelos, muchas influencias de escritores que me apasionan, desde Dostoievski hasta Paul Auster, pero si tuviera que ceñirme a un autor que ha sido mi guía espiritual, sobre todo al inicio de mi carrera, sería el cubano Virgilio Piñera. De su obra me atrajo su manejo de elementos, que para mí son muy queridos y muy importantes, como lo grotesco, lo absurdo, la fantasía, la farsa y la sabiduría con la que él mezclaba todos esos géneros y ópticas para ver mejor la realidad».

Rodríguez, segundo cubano en ganar el premio Alfaguara (Eliseo Alberto fue el primero), también citó a Loynaz y Eliseo Diego, porque le «enseñaron el gusto por la palabra, a trabajar la frase como un artífice», así como a Reinaldo Arenas, por su sentido de lo carnavalesco y de lo pantagruélico.

Dotado con 175 mil dólares y una escultura de Martín Chirino, en esta ocasión participaron 511 manuscritos inéditos. Entre los países con más representantes figuran España, con 120; 102 de México, y 76 de Argentina.

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