martes, febrero 17, 2009

Libros / Francia: «Journal de Deuil», inédito de Roland Barthes suscita controversia

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El filósofo. (Foto: Collection Roland Barthes / IMEC)

C iudad Juárez, Chihuahua, 13 de febrero, 2009. (RanchoNEWS).- Roland Barthes, íntimo y doliente en los diarios del intelectual sobre su madre. Una nota de Antonio Jiménez Barca para El País:

Roland Barthes (Cherburgo, 1915- París, 1980) solía coger un folio normal y partirlo en cuatro. Siempre había en su mesa de trabajo fichas de ese tamaño. Era ahí, en esas hojas cortadas por él, donde, con pluma o lápiz, tomaba notas o se escribía a sí mismo.

Escribió cerca de 13.000. Durante casi dos años, desde octubre de 1977 a septiembre de 1979, el semiólogo francés que revolucionó la forma de acercarse a la literatura, rellenó algunas de esas hojitas con apuntes íntimos sobre su madre, con la que convivió siempre y que murió el 26 de octubre de 1977. La primera frase es la siguiente: «Primera noche de bodas. Pero ¿primera noche de luto?». Ahora, la editorial Seuil publica estas notas inéditas en forma de libro, no sin polémica, con el título de Journal de Deuil (Diario de duelo). No es el único texto inédito de Barthes que estos días ve la luz. La editorial Christian Bourgois ha publicado, por su parte, las notas que el filósofo francés tomó en un viaje a la China maoísta en 1974, titulado Carnets du voyage en Chine (Diarios del viaje a China).

Henriette Binger nació en 1893. Se casó con Louis Barthes a los 20 años. Cuando tenía 22 nació Roland. Un año después se quedó viuda cuando su marido murió en un combate naval en la I Guerra Mundial. Se volvió a casar, tuvo otro hijo, Michel Salzedo. Pero siempre, hasta los 84 años, vivió con su hijo mayor, aquejado desde crío de tuberculosis. Y Roland, durante los seis últimos meses de la vida de Henriette, cuando ya era un intelectual reverenciado, se dedicó casi exclusivamente a cuidarla: «Desde que la cuidaba, no existía más que ella. Ella era todo para mí y me olvidé de escribir. Antes, ella se hacía transparente para que yo pudiera hacerlo».

El ensayista francés, autor de una de las más originales formas de entender la crítica literaria (o la simple lectura), proclive a analizar las obras sin tener en cuenta la personalidad del autor e incluso sus intenciones, se vuelca en estas notas breves de frases concisas sobre su lado más cotidiano, más personal y, también, más desolador:

«4 de noviembre: esta noche, por primera vez, he soñado con ella. Estaba tumbada, pero no enferma, con el camisón rosa que compró en el supermercado».

«5 de noviembre. Una tarde triste. (...) Compro un pastel. La camarera, al servir a un cliente, dice 'voilà'. Ésa era la palabra que yo decía cuando le traía algo a mi madre mientras la cuidaba. Una noche, casi inconsciente, repitió como un eco: 'Voilà' . Es algo que nos hemos dicho ella y yo durante toda la vida. El episodio de la camarera me ha hecho saltar las lágrimas. De vuelta al apartamento en silencio lloro durante mucho tiempo».

François Whal, editor de Seuil en los años noventa y amigo de Barthes, considera que el texto no debería haber salido así. Whal ha explicado a la prensa francesa que Barthes le dejó a cargo de todo lo que se publicara después de su muerte. «Así evitaría meteduras de pata. Eso sí, me advirtió que no me lo podía dejar por escrito porque su hermano Michel se enfadaría. (...) Ahora me encuentro con esto, que viola su intimidad», añadió Whal.

Éric Marty, que ha supervisado la publicación de las obras completas de Barthes, considera por su parte que los textos no son un simple desahogo, que contienen un verdadero proyecto de escritura, con un título consciente que les diferencian de los otros escritos.

Su hermanastro Michel Salzedo, último responsable de los textos inéditos de Barthes, ha llegado a manifestar, a requerimiento de Éric Marty, que «después de 30 años nadie puede erigirse en dueño de la obra de un autor».

Según Whal, Barthes jamás pensó en publicar notas como éstas:

«18 de mayo: un cóctel. Sensación triste y deprimente de estereotipo social. Angustia. Pienso: mamá ya no está aquí y la vida estúpida continúa».

Pero también revelan algunos apuntes sobre literatura de una persona que consagró su vida al estudio de los textos y que enfangado en el dolor por la muerte de su madre resume el hecho literario en lo siguiente: «1 de agosto: la literatura es eso: no poder leer sin dolor, sin ahogarme de verdad, lo que Proust escribió en sus cartas sobre la enfermedad, el coraje, la muerte de su madre, su pena».

Porque más allá de la polémica, de la personalidad y la trayectoria del autor, el libro consiste en el autorretrato de un hombre enfrentado a su propio abatimiento.

El diario termina así:

«15 de septiembre: algunas mañanas son tan tristes...».

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