viernes, abril 10, 2009

Fotografía / México: Semblanza de Nobuyoshi Araki

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El artista nipón. (Foto: Archivo)


C iudad Juárez, Chihuahua. 10 de abril 2009. (RanchoNEWS).- «El arte no daña y prohibir mis imágenes detona mi imaginación», dice el fotógrafo japonés. Museos y galerías de Europa se disputan sus obras, la mayoría sobre mujeres desnudas. Una nota de Mónica Mateos-Vega para La Jornada:

La lujuria es, para Nobuyoshi Araki (Tokio, 1940), el sustento de su obra artística.

Si bien el fotógrafo ha sido acusado por las buenas conciencias de ser un perverso misógino, es reconocido como el artista de la lente vivo más relevante de su país, honor que se ha ganado a pulso luego de entusiasmar con su trabajo a las principales galerías y museos europeos, que prácticamente se arrebatan sus obras.

Autor de imágenes que inquietan hasta a los menos pudorosos, en su mayoría de mujeres desnudas, algunas atadas, pero siempre con expresiones que delatan un morboso placer por el sometimiento, Araki ha sobrevivido con más gloria que penas a la censura.

En Japón, durante los años 70 y 80 del siglo pasado, la policía prohibió la exhibición pública de sus fotografías, pero él se defendió argumentando que el arte no daña a nadie y que ocultar su trabajo lo forzaba a tener más imaginación.

Occidente se tardaría más en comprender que Araki ha sublimado la ya de por sí poética (según Oriente) práctica del kinbaku, arte tradicional japonés de atar personas de una forma altamente estilizada y ritual.

Obsesivo y en extremo minucioso, se ha empeñado en otorgar a la tortura un alto valor estético, con el argumento de que sólo se trata de la continuación del trabajo de maestros de la estampa japonesa como Yoshitoshi (1839-1892), así como de muchos artistas del arte europeo clásico (Goya, por ejemplo), «cuya línea de trabajo depende del sufrimiento, lo atroz o lo grotesco», explicó.

Complicidad con las modelos

A la par de contar con un grupo de admiradores que se denominan «tribu Araki», la obra de Nobuyoshi Araki ha provocado rechazo en países como Bélgica, donde, en 2006, la fachada del Museo de Fotografía de Charleroi fue atacada con bombas molotov, una de los cuales destrozó el enorme cartel de la fachada, que mostraba a una mujer desnuda, con el sexo cubierto de plumas. La modelo llevaba guantes y medias negras que le llegaban hasta el muslo, sentada con las piernas abiertas.

Tal carga de erotismo, exhibida en retratos monumentales, hizo que algunos vecinos del museo belga pidieran el cierre de la muestra. Pero la dirección del recinto no se dejó impresionar por la agresión y la exposición concluyó en tiempo y forma.

El prolífico Araki ha dicho que su obra «es como tener un diario íntimo» en el cual plasma lo mismo «secretos impúdicos» que «verdades sublimes». Por eso, si bien sus fotografías parten de lo pornográfico, aterrizan en lo artístico, con escalas en el nacionalismo, la ira o la voluptuosidad.

Eso, sí, aclara, sin utilizar a las mujeres como un simple objeto de placer: «entre las modelos y yo hay una complicidad; las cuerdas son como una caricia, ellas se dejan atar como si mis brazos las estrujaran. Para mí hacer ese tipo de fotografías es un acto lúdico; mis modelos son la metáfora de una posesión vana, pues cuando yo ato un cuerpo, el corazón se escapa para siempre».

No obstante la fama de la que goza en Europa y Asia, la obra de Araki apenas fue «descubierta» en México hace un par de años. La galería Enrique Guerrero presentó en 2006 una colección de mil 135 fotografías Polaroid del artista japonés.

Se trató de «un interminable mosaico de imágenes en las que destacan la figura femenina y sus rostros, el cromatismo de los arreglos florales y algunas otras que nos confrontan con temas como el amor, el sexo, la feminidad, el fetichismo y hasta el sadomasoquismo. (Solamente para mayores de 18 años)», advertía la invitación para visitar la muestra.

«Araki describe la vida japonesa, la sumisión de la mujer, la comida tradicional y hasta los juguetes», explicó entonces el galerista mexicano Enrique Guerrero, ahora gran coleccionista del trabajo del fotógrafo, sobre el que se han escrito cerca de 350 libros.

Excentricidad y carisma

Nobuyoshi Araki fue pionero de la industria japonesa del sexo durante los años 80. Trabajó en agencias de publicidad y para las revistas Playboy, Déjà Vu y Erotic Housewives. Su amor por la fotografía le fue inculcado por su padre, quien le obsequió una cámara cuando él tenía nueve años de edad. Luego siguió con estudios profesionales en esa rama en la universidad de Chiba.

Su primer libro de fotografías fue con el material que tomó durante su luna de miel con su esposa Yoko, muerta en 1990 a causa de cáncer de ovario.

Las fotos tomadas durante los últimos días de su pareja también están plasmadas en un libro, titulado Winter Journey.

Excéntrico, brutalmente sincero, carismático, aclamado por los críticos más importantes del arte contemporáneo internacional, actualmente expone en Italia (www.paciarte.com/new
), luego de una exitosa encuesta en España, donde la prensa hizo comentarios como éste: «Araki no representa actos sexuales a través de la fotografía. Las fotos son un acto sexual en sí mismo: un menage à trois entre el artista, su modelo y nosotros, los espectadores. Por eso molesta tanto a sus detractores, porque los obliga a participar de su sexualidad sin pedir permiso, les apetezca o no».

Si el lector sabe algo de japonés puede consultar la página www.arakinobuyoshi.com
para apreciar la obra de quien ha logrado sacarle jugo artístico al más popular de los pecados capitales: la siempre seductora lujuria.

Nobuyoshi Araki [part 1]




Nobuyoshi Araki [part 2]



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