lunes, agosto 10, 2009

Obituario / Allen Klein

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Allen Klein, Yoko Ono y John Lennon, en 1977. (Foto:AP)

C iudad Juárez, Chihuahua. 10 de agosto 2009. (RanchoNEWS).- El hombre más temible de la industria musical murió el pasado 4 de julio. Allen Klein tenía 77 años y fue personaje central en las carreras de Sam Cooke, Beatles, Rolling Stones. También financió las películas de Alejandro Jodorowsky: tenía olfato para el talento y sabía seducir a grandes egos. Engatusó a John Lennon recordándole que también era huérfano; él, un hortera de Nueva Jersey, se proclamó máximo defensor del arte de Yoko Ono. Una nota de Diego A. Maneique para El País:

Hubo dos modelos de empresarios judíos que cambiaron el negocio musical. Destacaban los aventureros, que identificaban una demanda –generalmente, en los barrios negros– y apostaban por sus creadores, fueran bluesmen o raperos. Pero también estaban los magos de los contratos, atentos al reparto del botín, que amenazaban y alardeaban de contactos mafiosos.

Allen Klein, contable de profesión, se especializó en rastrear el dinero: recuperó grandes cantidades para Bobby Darin o Bobby Vinton. Como manager de Sam Cooke, le consiguió un contrato extremadamente generoso con RCA. Se presentaba como el Robin Hood de los artistas y su fama cruzó el Atlántico.

En 1965, le pidió ayuda Andrew Loog Oldham, carismático descubridor de los Rolling Stones. Klein entró en tromba en los despachos de su discográfica, Decca, y aterrorizó a los gentlemen británicos: salió con un adelanto de 1.500.000 dólares (un millón de euros, aproximadamente). Tales golpes le ganaron la rendida admiración de los Stones, que no rechistaron cuando defenestró a Oldham.

En el Londres pop, el chisme era que los Stones ganaban más dinero que los Beatles, aunque vendieran menos. Hacia 1969, el asunto se puso grave: los de Liverpool sufrían una hemorragia de capital debido al idealismo y el descontrol de Apple. Mick Jagger les recomendó hablar con Klein. Conocemos lo ocurrido a continuación: Klein cortó cabezas en Apple y aumentó la liquidez de la empresa. También aceleró el fin del grupo: McCartney se negó a ser representado por él, enfrentándose a sus tres compañeros. Ya en solitario, los tres mantuvieron a Klein como manager, pagándole un 20% hasta 1973. No fue una despedida amistosa.

Klein tenía instintos de predador: detectaba la debilidad y atacaba. Defendió a George Harrison, cuando su My sweet lord fue acusado de plagiar He's so fine, de las Chiffons. Se alcanzó un acuerdo pero, sorpresa, la editorial demandante volvió a los tribunales. Resultó que Klein había adquirido subrepticiamente los derechos de He's so fine, para poder seguir litigando. Durante años atormentó a Harrison, como si fuera una vendetta personal. Así de peligroso era Allen Klein.

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