miércoles, enero 20, 2010

Literatura / Entrevista a Margo Glantz

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La escritira mexicana. (Foto: Oswaldo Ramírez)

C iudad Juárez, Chihuahua. 16 de enero 2010. (RanchoNEWS).- Procedentes de Ucrania, los padres de Margarita Glantz Shapiro llegaron a México en los años veinte y se instalaron en una vecindad de Jesús María, por el rumbo de La Merced. Una entrtevisa de Víctor Núñez Jaime para el suplemento Laberinto de Milenio:

En una tarde fría y nublada de enero, Margo –como le han dicho siempre– recuerda a su familia y habla de su vida. El 28 de enero cumplirá 80 años, a los que llega con muchos proyectos, entre ellos la preparación del tercer tomo de sus Obras reunidas.

Dice que su vida es la lectura, la escritura, la enseñanza, su familia y los viajes.

«Me deprimo cuando estoy demasiado tiempo en mi casa –afirma–. Me gusta salir fuera de México, ver nuevos paisajes. Me gustan más las ciudades. Pero últimamente también me está gustando mucho la naturaleza. En la India me gustó más el campo que las ciudades, porque a veces son terroríficas y el campo es mucho más amable. Calma estar en el campo indio. También me gustó mucho recorrer extensiones salvajes en Nueva Zelandia. Y en Australia ir a las montañas sagradas, Puerto Darwin, a los parques ecológicos».

No toma fotografías. Apunta lo que ve, lo que siente, los recuerdos que llegan a su mente al contemplar un paisaje, un edificio, un monumento, una calle, una casa. Así reúne buena parte del material que luego utiliza para escribir sus libros.

En octubre de 1981, Margo Glantz llegó a Ucrania con el propósito de conocer el paisaje que su padre tanto rememoraba y así poder concluir su libro Las genealogías. Encontró a algunos miembros de su familia. Primos hermanos, sobre todo. Pero lo que más llamó su atención fue un señor que había vivido en México. Estuvieron charlando durante horas. Le contó que cuando era niño su casa estaba en la Lagunilla. Ahí había tenido una novia a la que le cantaba canciones de Agustín Lara. Le enseñó un mapa de la Ciudad de México de los años 30 y dijo que salieron de ahí cuando a su padre le entró la nostalgia por la Unión Soviética. No fue la mejor época para volver: había hambre, frío, guerra. Dio más detalles y Margo quedó impactada. Terminó el libro con todo lo que vio y escuchó en aquel país.

Las genealogías resultó ser una obra memoriosa apoyada en fotos, fragmentos de poemas, citas de libros, cartas, proverbios, chistes, recetas y recuerdos fantasiosos. Todo un viaje al pasado familiar. Pero cuando se publicó, Margo Glantz ya tenía bastante experiencia en la escritura. Su primer libro había aparecido en 1964: Viajes en México. Crónicas extranjeras. Ese mismo año hizo otro sobre el teatro de Tennessee Williams. Luego se interesó en los narradores jóvenes y en 1971 publicó Onda y escritura, jóvenes de 20 a 33. A partir de entonces, los textos de José Agustín, Gustavo Sainz y Parménides García Saldaña, entre otros, se identificaron como «Literatura de la Onda», por el lenguaje coloquial juvenil que utilizaban.

Fue hasta 1978 cuando publicó su primera obra de ficción: Las mil y una calorías, novela dietética. Pero lo hizo en una edición de autor, porque no encontró quien que se la editara. Sin embargo, al poco tiempo, la Universidad Veracruzana se interesó en el libro.

Margo Glantz ha escrito siempre en forma paralela a sus trabajos como profesora o funcionaria cultural o colaboradora de periódicos y revistas. Alterna el ensayo con la narrativa. Dos personajes, dos mujeres, sobresalen en la serie de análisis que ha realizado: Sor Juana Inés de la Cruz y La Malinche.

Para Margo, la monja novohispana es «una poeta admirable que tiene un pensamiento de una agudeza extraordinaria. Siendo mujer y monja, es la figura más importante de los siglos de oro. Cuando los galeones llegaban a España desde México, la gente preguntaba: “Además de oro, ¿han traído obras de la madre Juana?” Era el oro intelectual de América».

Y considera a La Malinche como «una de las fundadoras de nuestra nacionalidad y un personaje muy enigmático. Sin ella Cortés no hubiera podido hacer lo que hizo. Hubiera conquistado México de cualquier manera, pero no en el tiempo récord en que lo hizo. En los códices de la época La Malinche aparece vestida ya como una mujer de clase superior (no es una esclava), tiene el signo de la palabra (cuando las mujeres tenían que estar calladas) y alza la mano en un gesto de mandato».

En sus novelas están presentes el erotismo, el cuerpo, la palabra, la música, la memoria, los viajes, lo femenino, lo masculino, lo cotidiano, la pluralidad social. Como recursos estilísticos utiliza la reiteración de frases y definiciones: «la novela es como un andante con variaciones. Las variantes se repiten como en un texto musical», sostiene. En El rastro, novela por la que obtuvo el Premio Sor Juana Inés de la Cruz y fue finalista del Premio Herralde, tiene como tema central el corazón, el órgano humano que permite y cancela la vida. Nora García, la protagonista, regresa al pueblo de su ex marido para velarlo. Juan era músico, como ella, y murió de un infarto al miocardio. Fiel al tango que dice «la vida es un herida absurda», Margo Glantz mezcla la muerte, la música e incluso la medicina para mostrar la pulverización de una vida y la posibilidad de empezar de nuevo.

«Sor Juana –explica– nos habla de la relación entre la palabra amorosa y su verdad o su mentira. ¿En qué medida, con las mismas palabras, se dice la verdad o la mentira? Hay una ruptura del corazón metafóricamente, pero física cuando se estalla en lágrimas. Ella hace la relación entre el sentimiento que las provoca, como si el corazón y los ojos estuvieran unidos y se permitiese que saliera de los ojos lo que la palabra no dice. Es como expresar algo que la palabra ya no puede expresar. Es necesario que el corazón se deshaga, pero en lágrimas, para no dañar al órgano vital y permitir que se exprese. Es un problema literario y un problema fisiológico. Y creo que debe haber una convergencia entre ambos».

En estos días se encuentra revisando los libros que integrarán el tercer tomo de sus Obras reunidas. «Encontré que el primer texto que publiqué, Viajes en México. Crónicas extranjeras, está muy bien escrito y de manera más sencilla que muchos de los textos posteriores. En algunos textos de los años setenta que estoy corrigiendo, me parecen excesivamente barrocos y creo que debí haber sido más sencilla. Me gusta mucho Saña. Perdone que sea inmodesta pero a los 80 años puedo serlo».

Margo Glantz pertenece a la «Generación de Medio Siglo», junto con Inés Arredondo, Sergio Pitol, Juan García Ponce, José de la Colina, Elena Poniatowska, Salvador Elizondo, Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco, entre otros. Dice que «aunque algunos sean más jóvenes, pertenezco a esa generación, de la que he sido muy cercana; en general, todos ya escribían cuando aún yo no había empezado a publicar». Sin embargo, enfatiza: «no se me ha integrado como debiera en la literatura mexicana porque soy una escritora vieja, que empecé a escribir muy tarde. Si uno revisa la historia de la literatura, pocas veces aparezco y no de la mejor manera. Me han dado algunos premios, pero pienso que en algunos niveles no se me ha integrado totalmente, legítimamente, por ejemplo a mi propia generación».

Margo Glantz, además de revisar los textos que integrarán el tercer tomo de sus Obras reunidas, está «escribiendo una novela que sería la tercera parte de la trilogía de Nora García, la protagonista de El rastro. Historia de una mujer caminando por la vida con zapatos de diseñador. Estoy escribiendo también un libro de viajes muy extenso, que probablemente dividiré en varias partes, una sobre la India».

Fiel a su tradición de crítica literaria, no pierde de vista las novedades de las librerías. «Hay escritores diversos, no me atrevería a hacer una catalogación como lo hice con la ‘Generación de la Onda’, no puedo ponerle títulos a las corrientes que están surgiendo. Pero sí es una literatura mucho más trabajada. La Onda rompió con formas establecidas e inauguró un lenguaje nuevo, pero ahí naufragaron muchos escritores. Ahora hay un mayor cuidado por la escritura. Interesan nuevos temas. Cada vez escriben mejor los nuevos».

Para celebrar sus 80 años, Margo Glantz hará una fiesta con sus amigos. También asistirá a los homenajes que le realizarán el Instituto Nacional de Bellas Artes (el 31 de enero a las 12 horas en la Sala Manuel M. Ponce), la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, la Academia Mexicana de la Lengua. Y otros en Estados Unidos y en Italia. Todo esto la llena de ilusión y lo agradece, pero lo que realmente quiere es «vivir mucho más. Quiero seguir viajando, seguir gozando de mis hijas, de mis nietos. Quiero estar con mis amigos, seguir enseñando… hacer la vida que he hecho siempre. Quiero hacerlo con lucidez y fuerza. Ojalá que dentro de diez años, cuando cumpla 90, viva todavía tranquila y camine derechita. A ver qué pasa».

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