jueves, enero 07, 2010

Literatura / Argentina: Un dialogo entre el peruano Iván Thays y el argentino Pedro Mairal

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Pedro Mairal e Iván Thays, en una charla que convocó a una inesperada cantidad de gente. (Foto: Marina de la Serna)

Ciudad Juárez, Chihuahua. 6 de enero 2010. (RanchoNEWS).- El «peinadito» Iván Thays llegó a Retiro el primer día hábil del flamante 2010, a eso de las 19, con el mismo ánimo de provocar, aunque ahora tenga el pelo bien cortito y prolijo. En la otra punta de la ciudad, en Palermo, en la librería Eterna Cadencia, su amigo Pedro Mairal lo esperaba para entrevistarlo. Las mesitas ya estaban ocupadas por el público curioso y un puñado de escritores que se arrimaron, Martín Kohan, Juan Diego Incardona y Elsa Osorio, entre otros, a pesar del calor. Los remolones de siempre se acomodaron en las escaleras o se quedaron de pie. En una ciudad en vacaciones, la primera actividad del año convocó a mucha más gente de la prevista. Claro que la dupla prometía. Y cumplió. El diálogo dejó mucha tela para cortar, para peinarse o despeinarse, sobre todo con el canon propuesto por el escritor peruano, Arlt, Gombrowicz, Bolaño y «el cascarudo que rompió el techo», Alan Pauls. «Disculpen la demora», se excusó media hora después el autor de Un lugar llamado Oreja de Perro, novela finalista del premio Herralde 2008. «Estuve en Arrecifes, picado por mosquitos. El Off no sirve». Una nota de Silvina Friera para Página/12:

Thays apeló a las artes plásticas para explicar por qué se tomó siete años para terminar su última novela, a pesar de haberla escrito en dos meses. «Es como tener un cuadro y no querer soltarlo; fueron siete años entre las dudas y los temores que tenía porque al personaje se le muere un hijo y yo tengo un hijo y pensé que eso podía provocar una catástrofe», subrayó. Un lugar llamado Oreja de Perro es la historia de un hombre al que se le muere un hijo, se separa y se va a sufrir a un pueblucho donde no hay nada. Pero viaja para encontrarse a sí mismo. «La gran pregunta que me hacía cuando mi mujer me dijo ‘te voy a dejar’ es si no sería excelente que la memoria o el dolor fuera una piedra y uno pudiera abrírsela, operarse la piedra y sacársela para no pensar», dijo el escritor. «Siempre me he sentido bastante oreja de perro. Cuando hay un temblor o pasa algo, los perros están echados y paran la oreja. Están muy atentos, pero no se mueven, no hacen nada. Siempre he sentido que paro la oreja y puedo hasta prever el apellido de la persona con la que se va a ir mi ex mujer. Pero no soy capaz de hacer nada; me quedo echado, pero muy atento. Oreja de Perro es un lugar donde uno no puede actuar, pero está atento».

Vargas Llosa y el fan de Boca

El escritor peruano fue finalista del Iniciativa Artística Rolex para Mentores y Discípulos, un premio de 20 mil dólares en el que el mentor era nada menos que Mario Vargas Llosa. El ganador debía trabajar un año con su mentor. «Cuando me enteré de que estaba entre los finalistas y me dijeron que era muy posible que me lo dieran, me asusté muchísimo. ¿Qué cosa va hacer Vargas conmigo? Me iba a obligar a ir a Oreja de Perro. Adoro a Vargas Llosa, me parece un gran escritor, pero detesto ese método topográfico que tiene para escribir, no lo puedo aceptar. El escritor debería inventar absolutamente todo; incluso si pasa en Buenos Aires debería destruir Buenos Aires y volverla a inventar. Soy una persona que rompe con la realidad, no es que no sea realista, sino que rompo con la realidad topográfica. No me importa saber si a tres cuadras hay un café y tengo que mencionarlo o cuántos habitantes hay», afirmó Thays.

«Vargas Llosa es un gran escritor, una muy buena persona; él me ha apoyado muchísimo en mi carrera, pero definitivamente no tengo nada que ver con su forma de pensar la literatura. Me respeta mucho como escritor, pero le parece una porquería lo que escribo.» Cuando Thays ganó el premio Príncipe Claus, Vargas Llosa escribió el discurso de honor, titulado «Iván Thays, un fan de Boca Juniors». El autor de Conversación en la Catedral había leído un artículo en el que Thays comentaba que cuando era chico decía que era de Boca, en la época en que actuaban Maradona, Brindisi, Gareca y atajaba Gatti. «¿Cómo puedes ser hincha de un equipo que no sea peruano?», lo increpaban. «Yo soy hincha del buen fútbol, donde esté el buen fútbol; así sea en Noruega, soy hincha de ese equipo», respondía sin dudar. Vargas Llosa dijo que le parecía una nueva actitud de los escritores, «la idea de que el escritor puede decir ‘soy fan de Nabokov, de Lowry, de Boca Juniors, porque soy fan del que juega bien, no de quien debería estar’».

Bolaño, el último latinoamericano

Moleskine, creado por Thays, cumple cinco años. «El blog fue como una broma», reconoció el escritor. «No es como el que hace la mayoría, que está lleno de ideas, pensamientos y reflexiones; mi blog es de recortes. Leo en una página una entrevista que me ha interesado, saco un pedacito, hago un link a la entrevista y un comentario. Al principio sólo era de Perú, pero poco a poco empezaron a aparecer más lectores de afuera y decidí hacer un blog sobre lo que me interesaba. Como no tengo ninguna bandera y no represento a ninguna institución, lo que hago es entrar a El País, La Jornada o Página/12 y saco las noticias que me interesan. Las personas terminaban entrando a mi blog para enterarse de todo lo que pasaba». Pisándole los talones a la tesis planteada por Jorge Volpi en El insomnio de Bolívar, Thays aseguró que el escritor latinoamericano ya no existe: «Bolaño fue el último latinoamericano que escribía como latinoamericano y que le interesaba ser latinoamericano».

El escritor peruano arremetió, con la razón de su lado, contra el mercado editorial español. «Me afecta mucho que en las mesas de novedades siempre están los libros de autores españoles o los extranjeros traducidos por Anagrama o Acantilado. Si hay una novedad de un autor latinoamericano, está en una mesa que se llama narrativa o literatura latinoamericana. ¿Por qué no pueden aceptar que los latinoamericanos somos también parte de esa lengua y que deberíamos estar en la misma mesa de novedades? ¿Por qué los españoles, salvo Cercas y Vila-Matas, no hablan de Bolaño cuando es lo mejor que ha aparecido en castellano? Mi blog está logrando que los españoles se preocupen por su imagen en América latina. Adriana Hidalgo tradujo a un irlandés que es un genio, John McGahern, y muchos españoles me escribieron preguntándome por qué no lo tradujeron allá. Me gusta que se sepa que América latina traduce autores. Lo que pretendo y estoy consiguiendo es que Moleskine sea una especie de puente entre América latina y el castellano».

Mairal planteó una paradoja. «Para que una novela sea latinoamericana se tiene que publicar en España», advirtió. «En esta especie de balcanización de la literatura, la única manera de que un autor se vuelva latinoamericano es rebotando en España». Thays contó una anécdota que ilustró esta balcanización. Quería leer Derrumbe, la novela de Daniel Guebel, pero sólo había sido publicada por Mondadori en la Argentina. «Ahora tenemos la información, pero no tenemos el libro. Antes no sabía que Guebel existía, entonces podía vivir sin Guebel, pero ya no puedo porque sé que existe», comparó. El escritor peruano celebró la próxima llegada de Amazon Kindle al castellano. «Será estupendo porque podré bajarme todos los libros que quiera; no importa si se publica en Asunción o en un pueblito donde hay mosquitos. Donde sea que se publique, si está en la red, lo voy a bajar. Esa es mi ambición porque no soy fetichista del libro como objeto. Las librerías deberían desaparecer y tener todos un Kindle», ponderó el «peinadito» peruano ante la mirada fulminante del dueño de casa, el librero Pablo Braun.

El Twist de los despeinados

«La literatura argentina me gusta muchísimo, pero son muy peinaditos, muy ordenados; todo bien escrito, todo bien hecho, nunca se disparan. Jamás a un escritor argentino podría corregirle una coma, pero siento que se quedan en el techo y rebotan como cascarudos», disparó un tanto a la ligera. En las caras de algunos escritores presentes se percibió el síntoma de un pequeño malestar, el de la discrepancia. «Borges y Bioy Casares escriben tan bonito, escriben limpio. ¿Y cuándo el extraño, el más raro que rompa la pared y haga algo distinto? Ustedes tienen una tradición en Roberto Arlt, el que desarma las cosas, el que le echa ácido a la tela. Pero Arlt no ha dejado una estela tan grande como los peinaditos. El único que me parece muy despeinado es Gombrowicz. No soy de esos escritores, yo también soy peinado. Pero me encanta que existan escritores como Gombrowicz. Cada vez me gusta menos Borges. Y Bioy Casares ya ni hablar». Entre los escritores argentinos contemporáneos rescató a Alan Pauls por El pasado. «Lo que más me gusta de Alan Pauls es lo que menos me gusta de Alan Pauls. En la novela hay un pintor extraño que pintaba cosas obscenas y esa parte que sobra me fascina. De esas sobras haría una novela. Lo que pasa que es que en una novela tan larga la sobra te molesta. Pauls es un cascarudo que rompió el techo. Pero la mayoría de los escritores argentinos y latinoamericanos son muy Volpi, bien peinaditos. Y escuchan música clásica».

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