jueves, enero 07, 2010

Música / Entrevista a Lhasa de Sela

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La cantante, en diciembre de 2004, en Madrid. (Foto: Ricardo Gutiérrez)

Ciudad Juárez, Chihuahua. 5 de enero 2010. (RanchoNEWS).- Con motivo del fallecimiento de Lhasa de Sela, reproducimos la entrevista realizada por Carlos Galilea para El País el 12 de septiembre 2009, con motivo de la aparición de su último disco Lhasa:

Sólo el nombre en la portada. Su tercer disco en once años –tras La llorona (1998) y The living road (2003)– se llama como ella. «No se me ocurría un título y me pareció una señal. Creo que le va bien al disco porque lo he producido yo misma y me he fiado mucho de mí», explica esta mujer nacida en el Estado de Nueva York y cuyas canciones se escuchan en una película de John Sayles, el documental de Madonna o la serie Los Soprano.

Hija de un profesor mexicano y una fotógrafa estadounidense, que le puso de nombre el de la capital del Tíbet, Lhasa vive en Montreal. Llegó con 19 años: «Es una ciudad que me sienta bien, me da energía, me calma. Estoy rodeada de gente creativa, con muy poco ego, con la que resulta fácil trabajar. Y se puede crear tranquilamente. No hay estrés. Canadá es un país enorme con una población pequeña y eso se nota en la comunidad de los músicos. No necesitas pelearte para tener tu espacio».

Le ha gustado la experiencia de producir por primera vez un disco. Está grabado con todos los músicos tocando juntos, sin ordenador, sin metrónomo, con sus pequeños defectos. «Por la forma en que se trabaja ahora en un estudio, grabando de uno en uno, está todo muy desconectado. No puedes reaccionar a lo que está tocando o cantando el otro. Y te sientes un poco solo».

Lhasa no canta ya en español. «Cada vez confío más en mi instinto. Son las canciones las que me dicen cómo es el disco. Las canciones me han indicado que este disco era en inglés y yo lo acepto. Cada canción pide un idioma, una manera de cantar y tocar, un tipo de arreglo...», asegura, y añade: «Creo que este disco va a sorprender a los que conocen los dos anteriores. ¡Hasta mi madre se ha sorprendido!». «No quería nada nostálgico. Para mí ésta es la nueva música. Siento que la música comercial ha llegado a tal extremo que cada vez hay más gente intentando reencontrar algo más cálido, más íntimo, aquello que hace que la música sea poderosa. Sin ese sonido de la música comercial que es el mismo sea hip hop, country o r&b, venga de Asia o de América Latina».

«Voy a hacer la música como he querido hacerla. Grabar un disco con una banda y salir con ella por las carreteras. Vivir una historia con los mismos músicos de principio a fin». Se explica: «Para la gira de The living road, en dos años 200 conciertos en 17 países, el grupo se montó después del disco. La grabación se había hecho con músicos de estudio. Ahora los músicos se sienten muy implicados con las canciones porque ellos han creado conmigo su sonido».

Si en la época de La llorona escuchaba a Chabela Vargas o Taraf de Haidouks, estos últimos años se ha sentido atraída por Al Green, Sam Cooke, Bonnie Prince Billy, Antony and the Johnsons... «Una canción es una destilación. Igual que cuando hierves algo, se evapora el agua, y queda la esencia». La última del disco, Anyone and everyone, termina con un revelador «y nadie te tiene miedo / y tú no temes a nadie».


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