sábado, enero 16, 2010

Noticias / Argentina: Rodolfo Alonso, desplazado del Centro Cultural Paseo Quinta de Trabucco

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Ha recibido la adhesión de cientos de artistas, escritores, cineastas e intelectuales. (Foto: Página/12)

C iudad Juárez, Chihuahua. 14 de enero 2010. (RanchoNEWS).- El poeta Rodolfo Alonso recuerda el momento en que le informaron que dejaría de ser el director artístico del Centro Cultural Paseo Quinta de Trabucco, un ámbito que, «en medio de las ominosas privatizaciones menemistas, era para mí uno de los últimos espacios públicos gratuitos de la comunidad». Fue en la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Vicente López, el 21 de diciembre pasado. Una empleada administrativa le entregó un memorando donde, en tres líneas, se despachó con un inesperado regalito de Navidad: «No le será renovado (sic) su designación, a contar del 1/1/2010». Eso fue todo. La grotesca gramática de la burocracia es un insulto a la inteligencia. «No diré que no me dolió, después de diez años, pero debería haberlo imaginado. Poco más de un año antes, ya se me había informado la designación de otra directora en mi lugar sólo por teléfono, con el hecho consumado, y en ambos casos sin aviso previo alguno», revela Alonso a Página/12. La flamante secretaria de Cultura del municipio, Marta Ferrara, ex diputada provincial, fundadora y vicepresidenta de Paufe, partido del tristemente célebre comisario Luis Patti, no imaginó la repercusión que tendría la medida adoptada. Una carta comenzó a circular para denunciar que Alonso fue alejado de su cargo sin preaviso. La firman Juan Gelman, León Ferrari, Luis Felipe Noé, Daniel Divinsky, Diana Bellessi, Mempo Giardinelli, Noé Jitrik, Tununa Mercado, Beatriz Sarlo, Fernando Birri, Cristina Banegas, Manuel Antín, Manuela Fingueret, Carlos Dámaso Martínez y Mario Goloboff, entre otros. Una nota de Sivina Friera para Página/12:

Premio Nacional de Poesía 1997, Alonso es traductor y ensayista; fue el más joven integrante de la legendaria revista de vanguardia Poesía Buenos Aires y tiene más de 25 libros publicados. En los últimos diez años, el poeta trabajó en el Centro Cultural Paseo Quinta de Trabucco, ubicado en Florida, primero como director general y en el último año como director artístico. «Ninguna autoridad municipal, ni antes ni después, pidió entrevistarse conmigo. Con gestos así, me queda siempre la duda si se los actúa sin darse cuenta o por mala voluntad. A lo mejor es algo que les aflora en forma orgánica, espontáneamente», ironiza el poeta. El jefe de prensa de la Municipalidad de Vicente López, Maximiliano León, descarta que la desvinculación del poeta esté relacionada con el arribo de Ferrara a la Secretaría de Cultura. La rescisión del contrato se debe a que «si (Alonso) está jubilado, no puede ser empleado del municipio». León opina que «están haciendo de este alejamiento una cuestión política cuando es netamente un asunto administrativo». Y aclara que a los 75 años «ninguna aseguradora quiere cubrir a Alonso en su actividad». El funcionario plantea que el intendente de Vicente López, Enrique García, en una carta de lectores publicada en el diario Clarín, fundamenta su decisión de no renovar «los contratos de quienes ya percibían un beneficio previsional». En la misma carta, García asegura que «le propondré al señor Alonso (...) desempeñarse ad honorem».

Alonso traga saliva y refuta los argumentos administrativos. «En otros países, por ejemplo Estados Unidos, eso se considera discriminación. Ni siquiera se puede mencionar la edad en un aviso que ofrece empleo. Aquí, un periódico local lo dijo muy claramente: ‘Sería de muy mal ejemplo creer que a determinada edad las personas no tienen ya nada que ofrecer a la sociedad’», cita Alonso. «La dirección de Trabucco me fue ofrecida hace diez años, y ya entonces sabían que estaba jubilado. Nunca pedí licencia en ese carácter para pasar a cobrar el sueldo de director, que es mucho mayor. Prefiero la independencia. Durante nueve o diez meses estuve completamente ad honorem. Después comenzaron a darme un viático, muy por debajo del sueldo de director. Nunca me quejé, mi objetivo era otro».

A la hora de trazar un balance de su gestión al frente de la Quinta Trabucco, el poeta subraya que se propuso «poner al alcance de la gente lo mejor del arte y la cultura, sin demagogia alguna, pero ofreciendo mediaciones dignas: no sólo visitas guiadas por especialistas, sino también diálogos abiertos de los artistas expositores con el público». Sin presupuesto –ni siquiera tuvo el atajo de la «caja chica»–, Alonso confiesa que debió recurrir en gran medida a sus amigos. En diez años la Quinta se movió al compás de las exposiciones de Libero Badii, de Hermenegildo Sábat, de la Colección de Artesanías Regionales Argentinas del Fondo Nacional de las Artes –acompañadas de films de Jorge Prelorán–, de muestras de Miguel Ocampo y del Panorama del Grabado Argentino; también hubo música de cámara y popular, conferencias, charlas, debates, lecturas y hasta algo de teatro y un exitoso cineclub. «Lo más importante quizá fue la recepción de los vecinos, del público, que comenzó a venir no sólo de nuestra zona y sus alrededores, sino desde los lugares más diversos», pondera el ex director. «Fue una experiencia revivificante, fecunda y digna, que me confirmó que el Estado debe hacer precisamente lo que no cubre el mercado, lo que no interesa a la industria cultural dominante».

«Lo más lamentable sería que se concretara la partida del escritor más prestigioso de la zona norte (...) significaría resignar un espacio vital para la cultura y la palabra, en favor de la chabacanería y el consumismo», se lee en la carta titulada «La Quinta Trabucco no será la misma sin Rodolfo Alonso», que firmaron cientos de artistas, escritores, cineastas e intelectuales. Conmovido por tanta solidaridad, Alonso evoca al gran poeta francés René Char: «En mi país, se dan las gracias». ¿Hubiera podido seguir al frente de la Quinta con Ferrara como secretaria de Cultura? El rotundo no del poeta despeja cualquier nubarrón. «Ya desde mi cese como director, si acepté continuar como director artístico fue diciéndome: ‘Mi límite es la humillación’. Y esta reiterada falta de tacto, de buenas maneras, la roza bastante», sintetiza el poeta. «Estoy en las antípodas del comisario Patti. Como bien dijo Serrat: entre esos tipos y yo hay algo personal...»

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