jueves, enero 28, 2010

Poesía / «La destrucción contigua» de Tedi López Mills

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La destrucción contigua

En la página uno de mi cuaderno, bajo la fecha 13 del sexto
mes de un año cualquiera, anoto la destrucción contigua,
diminuta, asimétrica, apenas visible desde mi cuarto;
escribo: hoy tumban rama por rama, espiga, aguja, leña,
el pino predilecto en la barda que divide los tres sectores,
el mío, el suyo, el de ellos;
¿política de vecinos? no entrometerse,
reclamar óigame qué corta, qué mata, qué maltrata,
qué pulula en su ojo, no toque ese tramo de viga,
no separe el polvo de la línea curva donde asciende
el truco de este día, que es durar, supongo,
monótonamente. No sabe hacer otra cosa.

En la página dos añado: sin consecuencias para el orbe.

En la página tres detallo: medra el rencor entre jardines,
se espiga el mamífero, se adelanta la ardilla,
pinta café su puente de árbol en árbol,
ratas van donde voy, canturreo, señoras me persiguen
y cuando el futuro del futuro tenga la apariencia de mañana,
haya agua vinculada con las horas en que se despierta
la afición naturalista de la naturaleza, gusano, abeja,
hormiga, ellas que no me dejan consumarán su masacre. Punto.
¿Quiénes? Ellas en extremo, me perdonen,
lares, entidades o criaturas,
quién busca personas en esos gemidos,
voces en la crinolina, puro encaje entre silencio y grito,
qué luce vicario en esos espíritus de cuadra,
cuerpo con cuerpo no basta para repudiar la tradición,
ya come de su mano, ya pone la mesa del odio;
divaguemos hacia la sorna: ten la mosca,
ten tu veneno, ten la derrota.

En mi barrio,
modesto cuando se piensa,
las señoras se multiplican, talan, aniquilan,
limpian hasta pulir la última ausencia.
En la página cuatro termino: si este ciclo
se remonta en una serie extravagante de aleluyas,
si me acosan coros en cada circunstancia,
si la cadena de niebla gris y enemiga
se encabalga con la música de instantes
que escucho cuando me trazan la figura del prójimo,
si leo: los problemas no son humanos, son mecánicos,
entonces quizá me gane una risa piadosa,
hasta universal, y reponga los ritos, cinco o seis
sentimientos nobles para el dispendio de esta semana.

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