sábado, febrero 06, 2010

Cine / España: Viggo Mortensen actúa en film basado en libro de Cornac McCarthy

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El actor y poeta. (Foto: Àlex Garcia)

C iudad Juárez, Chihuahua, 5 de febrero 2010. (RanchoNEWS).- Se hace raro oírle hablar con ese acento porteño, tan melodioso, mientras arrastra por la conversación los inevitables «este» y «viste». Se hace raro, sobre todo si uno acaba de ver a Viggo Mortensen (Nueva York, 1958) sufriendo el apocalipsis en un inglés tan desesperanzado y triste como seguramente exige el fin del mundo. De hecho, en Viggo se encuentran con naturalidad dos personas. Una es el argentino cálido y próximo, el que vivió en Sudamérica hasta la adolescencia. Y luego está ese otro Viggo Mortensen de multitudes, estrella asediada desde que fue Aragorn en El señor de los anillos. Una nota de Salvador Llopart para La Vanguardia:

«Cada idioma crea su propio paisaje», dice el actor y también poeta (ha publicado varios libros en su propia editorial, Perceval Press). «Cuando hice Promesas del este, estudié ruso para situarme en el personaje, y noté que me transformaba», explica en referencia a la película que rodó en el 2007 a las órdenes de Cronenberg, con el que también había rodado la magnífica Una historia de violencia. «Con el castellano también me pasa», dice en referencia a Alatriste, de Agustín Díaz Yanes. «Cada lengua tiene su propio paisaje, y cada uno de esos paisajes te enriquece».

Actuar, para Viggo, es cambiar y adaptarse, y en La carretera tiene que adaptarse a la nada. El apocalipsis se suele imaginar siempre de dos maneras. Un apocalipsis fulgurante, de sangre y fuego. O el apocalipsis de frío y hielo. El apocalipsis de La carretera es del segundo tipo, helado y de tiempo lento. Pero en medio de toda esa desesperación, donde los hombres son el lobo para los hombres, oculta, como en sordina, resuena una nota esperanzada, igual que en la dura novela de Cornac McCarthy en la que se basa la película. «En realidad habla de lo que de verdad significa ser persona; de eso algo irrenunciable que nos convierte en seres humanos», comenta el actor.

«Es un cuento buenísimo», asegura Viggo. «Me llegó el guión, y luego leí el libro, y entonces hablé con John Hillcoat, el director». Viggo se muestra entusiasmado con La carretera, un filme modesto que siente como propio. Estuvo el actor en Venecia, donde La carretera tuvo su premier internacional. Y luego en el festival de Sitges, el pasado octubre, donde esta conversación tuvo lugar. «Sólo le pedí a John que no tergiversara la novela ni que forzara un final distinto. También hablamos de cómo rodarlo, y nos impusimos la fidelidad al texto. El presupuesto era bajo, pero Hillcoat me dijo que rodaríamos en exteriores, siguiendo el frío. Y eso acabó de convencerme, a pesar de lo extremo del rodaje».

La carretera, magistralmente fotografiada por el español Javier Aguirresarobe, transcurre a través de paisajes desolados, yermos, prácticamente muertos. Por donde transitan, hacia no se sabe muy bien dónde, un padre (Viggo) y un hijo (el impresionante Kodi Smith-McPhee). «Teníamos que mostrar la tristeza, el sufrimiento, pero también los pequeños brillos de esperanza».

La elección del joven Kodi fue providencial para el filme, en el que padre e hijo (sin nombre) acaparan prácticamente todo el metraje. «En Kodi encontramos un intérprete genial», subraya Viggo. «Siempre estuvo a la altura. Cuando vino Robert Duvall al rodaje (el veterano actor tiene un pequeño papel, al igual que Charlize Theron y Guy Pearce) se quedó impresionado con el chaval, y Kodi con él: «Bastante interesante, el viejito»,me dijo Kodi», recuerda Viggo sonriendo.

El rodaje, a pesar de su dureza, fue feliz, explica. De una complicidad absoluta con su hijo de ficción. Es una historia que no deja demasiado margen de maniobra: matar o morir. Comer o ser comido. Canibalismo, sí, quizá la última frontera de la humanidad. Padre e hijo deben avanzar por ese paisaje desolado para sobrevivir, intentando a la vez no olvidarse de quienes son.

Para el papel el actor se preparó de forma minuciosa, como suele hacer. Pero esta vez tenía que buscar en su interior. «Para el apocalipsis no hay referencias. Para una historia así no puedes recurrir a nada de fuera de ti mismo. No puedes viajar, ni estudiar otro idioma, ni hablar con gente que haya vivido lo mismo, nada... Me preparé leyendo, con música, y viendo películas de Tarkovski. La Madre e hijo de Sokurov, y Juana de Arco, de Dreyer...».

Y después del infierno de La carretera, a Viggo le esperaba el Purgatorio en el teatro. Volver al escenario 20 años después de pisarlo por última vez, en Madrid y en castellano. En Sitges todavía hablaba con ilusión –y respeto– del desafio. «Purgatorio es una obra de Ariel Dorfman con dos personajes, un hombre y una mujer». La mujer iba a ser Ariadna Gil, pero la actriz desistió del proyecto para asumir otros papeles, al perecer también junto a Viggo. La sustituyó Emma Suárez. «Será una obra intensa, inspirada en Medea», decía el actor entonces. Pero el desafío tendrá que esperar, pues el estreno se ha pospuesto indefinidamente.

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