jueves, febrero 18, 2010

Literatura / Entrevista a John Connolly

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El escritor John Connolly, en Barcelona. (Foto: Susanna Sáez)

C iudad Juárez, Chihuahua. 3 de febrero 2010. (RanchoNEWS).- El escritor irlandés John Connolly se ríe a carcajadas cuando se le comenta que muchos lectores eligen sus novelas negras porque les parecen góticas. «Me parece fantástico... si se interpreta lo gótico como lo considero yo: la muerte nos acecha desde el pasado y pasa al presente, los pecados de una generación recaen en la siguiente. En ese sentido, mis novelas son negras y góticas». Una entrevista de Rosa Mora para El País:

Connolly (Dublín, 1968) participa en BCNegra, donde presenta su octava novela, Los amantes (Tusquets), un nuevo e importante paso en su serie protagonizada por el investigador privado, ahora sin licencia, Charlie Parker. Quienes le siguen desde la primera, Todo lo que muere, saben del salvaje asesinato de su mujer y su hija, de cómo el pasado le persigue y atormenta, y de cómo le cambió la vida, de cómo se convirtió en un cazador (de hombres), de cómo la madre y la hija se convierten para él en fantasmas que le acompañan.

Ahora los fantasmas son visibles. «He querido que alguien más viera lo que ve Parker. Quizá divida a los lectores, que abandone la ambigüedad de anteriores novelas y sea más explícito».

El escritor se declara fascinado por lo sobrenatural. «Sé que eso molesta a muchos críticos. Debo mantener un equilibrio. Sería peligroso que los culpables fueran unos fantasmas. Describo edificios, calles, ciudades, para que la intrusión de lo sobrenatural sea algo sorprendente porque sucede en un mundo cotidiano y muy creíble».

Las novelas pueden leerse por separado, pero lo mejor es seguir el orden cronológico porque se disfruta más de la evolución de Parker y de sus letales amigos, Louis y Angel. Da la sensación de que es una larga historia y de que cada novela es un nuevo capítulo. El argumento de fondo es la lucha entre el mal y el bien. «Hay muchos grados de maldad. El mal más humano es el que viene de la lujuria, de la avaricia, y hay otro mal más amplio, que en mi caso procede de mi catolicismo. Los protestantes no tienen ninguna concepción de pecado». A Connolly no le molesta esa sensación de pecado. «La culpa, el sentimiento de culpa, es como la salsa picante. Sabes que has disfrutado de las cosas y luego te sientes culpable. Ya está».

En Los amantes, Parker investiga qué paso con su padre. Era policía. Una noche mató a una pareja de adolescentes con su arma particular, sin motivo aparente. No iba de uniforme. Luego se suicidó de un tiro en el garaje de su casa. Sus antiguos compañeros esconden secretos.

Un extraño personaje, de esos que gustan tanto a Connolly, El Coleccionista, una especie de vengador justiciero, le cuenta que también sus padres tenían secretos. El más gordo: Parker no es genéticamente hijo de su madre. Ya tenemos otra vez al detective al borde del abismo.

«Parker se siente atraído por el mal. Hay algo de mal en él. En cada historia sacrifica un poco de humanidad. Aquí se plantea la gran pregunta de la novela: ¿Está bien cometer un pequeño pecado para evitar un mal mayor?». Lean y comprueben.

Connolly es uno de los autores más renovadores de la novela negra y para quienes entran en su juego es inquietante y adictivo. «Tengo miedo a quedarme quieto, a escribir el mismo libro dos veces. Quizá por eso me gusta experimentar».

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