jueves, marzo 18, 2010

Artes Plásticas / México: Raquel Tibol revela los «Cuadernos de Orozco»

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La crítica de arte en su estudio. (Foto: Guillermo Sologuren)

C iudad Juárez, Chihuahua. 18 de marzo 2010. (RanchoNEWS).- La más reciente «museografía» de la crítica de arte Raquel Tibol tiene cabida en Cuadernos de Orozco (Editorial Planeta, 2010), libro que reúne «seis libretas desconocidas donde el muralista revela sus secretos de la pintura y el color», que será presentado en abril en el Museo Nacional de Arte, aunque la fecha exacta todavía no se define. Una nota de Merry MacMasters para La Jornada:

Cuando tal vez se pensaba que ya no había más que descubrir en torno a la obra del muralista José Clemente Orozco, a manos de doña Raquel llegaron dichos cuadernos, con anotaciones dibujísticas y textuales, reflejo de un trabajo realizado entre 1931 y 1934 básicamente en Estados Unidos, que la autora fotografió y ordenó a su manera en seis temas que no estaban enunciados como tales, «porque eran cuadernos desprolijos, una cosa por acá, la otra por allá. En la medida que (Orozco) iba viajando o trabajando, de pronto, se le ocurría una idea y pum, la anotaba».

Imposible, una edición en facsímil

De acuerdo con Raquel Tibol, era imposible hacer una edición facsimilar: «La gente no hubiera entendido nada. Me pasé días y días viendo cuáles eran los temas estructurales».

Los seis que definió son: De la teoría, De la estructura, De la diagonal, De la mecánica plástica, Del color y De la técnica pictorica.

Tibol escribió el prólogo que ubica al artista como «un escritor constante». Su Autobiografía fue dictada a un periodista, pero después de la primera entrega, Orozco también corregía y a veces volvía a escribir todo lo que había dictado. También están las cartas a su esposa Margarita, a Jean Charlot, Luis Cardoza y Aragón, y Justino Fernández. También escribió textos, pero todos eran «públicos».

Libro raro, en negro y blanco

Para Tibol éste es un libro totalmente distinto por tratarse «del único texto que estaba escondido en el alma de Orozco y en un cajón por allí, que no se lo mostró a nadie y nadie habló de los cuadernos hasta que se editaron».

Es un libro «raro», hecho en «negro y blanco», que a Tibol le encanta que sea así porque obliga a los que quieren mirar con detalle a hacerlo con mucho detenimiento. Además, es «más artístico que los cuadernos propiamente dichos», ya que «las líneas se vuelven de una belleza impresionante». Otro énfasis es buscar y hacer toda la lectura que él propone.

«Los cuadernos son puros, no le alteré una letra, una coma. Lo único que alteré fue la secuencia para responder a los temas esenciales en los que Orozco meditó. De hecho, lo que digo, hice museografía. Bueno, hay que visitar esta museografía y sacar sus propias conclusiones». De allí que el prólogo no explica los cuadernos.

Orozco empezó a escribir los cuadernos en la época en que entra a trabajar en la New School for Social Research, en Nueva York. La crisis internacional tenía tensa a la intelectualidad estadunidense. Por un lado estaban los belicistas, por otro los pacifistas, así como los intelectuales «que veían nuevos mundos para el arte. Como en todas las crisis si hay gente inteligente aprovecha las crisis, saca nuevas teorías, nuevas maneras de hacer arte en el contexto social, y esto es lo que le pasa a Orozco. Empieza a pensar cómo es que actúa la estructura propiamente de una obra de arte en medio de un clima social tenso».


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