jueves, agosto 05, 2010

Libros / México: Reseña de «Sirena Selena vestida de pena», de Mayra Santos-Febres, por Élmer Mendoza

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Portada del libro. (Foto: Archivo)

Ciudad Juárez, Chihuahua. 5 de agosto 2010. (RanchoNEWS).- Elegir el complejo universo de los travestis caribeños y convertirlo en una historia de múltiples aristas de búsqueda constante, es lo que consigue la puertorriqueña Mayra Santos-Febres en su novela Sirena Selena vestida de pena, publicada por Santillana USA Publishing Company en 2009, en la colección Punto de lectura, y que ya fue finalista del Rómulo Gallegos. Una nota de Élmer Mendoza para El Universal:

Contada en primera y tercera personas, el mundo nocturno y arrabalero de los artistas travestis parece ser sumamente complicado. Siempre a la espera de la policía, del abandono amoroso, de la agresión de los clientes, de la incomprensión de la familia, de la traición, de la miseria y claro, de la riqueza. La autora, mueve todos estos hilos alrededor de Selena, su personaje principal y de Martha Divine, su representante, ambos travestis de fina belleza. La proverbial mitología caribeña sobre la cachondez se traza con frescura y humor: «Caribe de perdición, donde la gente fornica como si se fuera a acabar el mundo al día siguiente. Gracias a Dios». Y como un recurso para señalar que el sexo continúa siendo un vehículo que puede traer la prosperidad o la muerte.

Mayra Santos-Febres que nació en Carolina, Puerto Rico, en 1966, narra cada personaje con profundidad y exactitud, de tal suerte que se mueven con vida propia proyectando su aura. Incorpora expresiones de la región que enriquecen el discurso: Dragas, atacuñar, eñangotado, macharranes, cheles, tigueritos, teca y otras, que dan idea de la riqueza del lenguaje popular de la Isla del encanto; asimismo, nos descubre una serie de frases que de golpe convierten la novela en un ente entrañable: «Tú conoces los deseos desatados por las noches urbanas», «un sol que hace sudar hormonas a cualquiera», «no se puede andar por este mundo de visita». La literatura es lenguaje y en esta novela es reconocible, también es una vía, sin duda insegura, para conocer las costumbres de una comunidad en movimiento.

Sirena Selena es una historia de sufrimiento y búsqueda amorosa: «los boleros se hicieron para momentos como éste», piensa el sirenito mientras lo besan al estilo molusco. Cada personaje se va develando poco a poco en el difícil arte del travestismo. Siguen el amor y el dinero, no obstante, nadie lo encuentra, ni siquiera las encantadoras abuelas; los maridos huyen, los novios las explotan y los contratos siempre están condicionados. Selena canta boleros como nadie, pero está destinado a perderse a pesar de su autenticidad, lo que no afectará el concepto, porque hay un sustituto a la vista que Martha ha identificado a la primera mirada, sólo con verlo bailar. En esta novela, no son sólo los turistas norteamericanos los que van en busca de sexo al Caribe, encontramos viajeros de todo el mundo, en busca de «aquella perfección de carne», descubriendo ese porcentaje hormonal que aseguran todos tenemos en mayor o menor grado.

Aspecto interesante es que es una novela contada en femenino. Todo se feminiza, desde la natural postura de la autora hasta el tratamiento preciso de cómo embellecer a un varón con toda la barba, acto en que se requieren algo más que menjurjes y buena mano. Igual es notable el contraste entre las clases privilegiadas y los proletarios que, sin embargo, se simbiotizan para que las pasiones tengan lugar, y desde luego ese sentimiento de los puertorriqueños que no deja de sorprender de que son gringos, pero también latinoamericanos. Mayra desarrolla su discurso con alegría mientras devela esa situación tan particular y hace que las noches del Danubio llenen una novela muy latinoamericana de risas y señales.

Sirena Selena es también un intenso retrato cultural donde logra, de acuerdo con Christopher Domínguez, «la natural unión que se muestra continuamente en la novela entre lo cotidiano y lo significativo». Lo cotidiano es lo entrañable, la identificación de época, actitudes y lenguaje, lo que atañe directamente a todos; lo significativo es la representatividad de una realidad particular trabajada desde una visión estética de un espacio, una tendencia y una ideología que colocan a la autora como una de las voces con mayor contenido y autoridad de la literatura de su país. Si Cabrera Infante veía el mundo a través de Cuba, ni duda que Mayra lo ve a través de Puerto Rico, que como espacio vital, que no folclórico, jamás deja de mencionarse, lo mismo que el Caribe.

Hay una ambición lúdica en esta obra que Mayra Santos-Febres lleva hasta sus últimas consecuencias, y aún me atrevería a decir que el juego no termina con el final, o sea que esto, como una novela clásica, no se acaba cuando se acaba. Es más, prepárese para concederle un espacio a Selena cerca de usted. Si después de una charla con Lacan prefiere a Leocadio, es cosa suya.


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