martes, octubre 19, 2010

Música / Entrevista a Carlos Santana

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El músico durante una actuación la semana pasada en París. (Foto: AFP)

C iudad Juárez, Chihuahua. 19 de octubre 2010. (RanchoNEWS).- La legendaria guitarra de Carlos Santana atesora un recorrido musical de más de cuatro décadas a través de un amplio abanico de ritmos, pero incluso desde esa veteranía tuvo que aprender a «dejar de un lado el miedo» para decidirse a imprimir su sello inconfundible a algunos de los grandes temas de la era dorada del rock. Versionar (o reinventar, según se mire) una docena de clásicos, como el Can't you hear me knockin' de los Rolling Stones, Whole lotta love (Led Zeppelin) y Riders on the storm (The Doors), «fue como sacar en una cita a esas monas lisas, y me sorprendió que todas quisieran volver a salir conmigo», explica el músico estadounidense de origen mexicano sobre el último álbum que acaba de lanzar al mercado. Una entrevista de Patricia Tubella para El País:

Afable, en envidiable forma a sus casi 64 años y sobre todo ilusionado ante su inminente boda con la batería Cindy Blackman, de 50 años, («ha querido ser mi reina»), el Santana que comparece puntual a la cita en un hotel londinense se ajusta con su aspecto a la imagen de esos viejos rockeros que todavía sobreviven en la industria. Otra cosa es el atípico discurso a la hora de defender su nuevo trabajo, que hilvana en un español sosegado, repleto de alusiones al amor, a Dios y a la fe que él considera el principal motor de su música. De esa guitarra eléctrica que se erige en la protagonista de Guitar heaven: The greatest guitar classics of all time, arropada en el disco por una ecléctica nómina de artistas, desde la estrella del hip-hop Nas (en Black in black, de AC/DC) a la voz rasgada de Joe Cocker (Little wing, de Jimi Hendrix). El cerebro del proyecto es el productor Clive Davis, artífice del fenómeno multipremiado y superventas titulado Supernatural (1999), con el que Carlos Santana demostró la capacidad para cautivar a sucesivas generaciones desde su primera irrupción estelar en el Festival de Woodstock de 1969.

¿Qué ha pretendido aportar con esas nuevas versiones? ¿Se puede aportar algo a temas tan manidos de la historia del rock?

La idea fue crear un gran ramo de flores a partir de dos conceptos, la visión y el corazón, aportar algo nuevo y a la vez completamente familiar a estas canciones. Tuve que aprender a dejar de un lado el miedo para poder gozar. Porque cuando uno confía y tiene fe puede hacer cosas increíbles, milagros. Ése fue el principal ingrediente para hacer un disco real, genuino y sincero, que tienta corazones.

Hábleme de esos miedos a la hora de seleccionar y encarar los grandes temas de otras bandas...

Es una cuestión de fe, y yo confío plenamente en Clive Davis. Escogimos siete temas cada uno (la edición de lujo reúne 14 canciones) y luego tuve que hacerme yo mismo a un lado para dejar que entrara el espíritu sagrado, la gracia de Dios.

La crítica ha coincidido en destacar su reinterpretación de While my guitar gently weeps, compuesta por George Harrison, donde le acompañan la voz de la cantante India Arie y el chelo del virtuoso Yo-Yo Ma. ¿La concibió como un homenaje al ex Beatle?

Quise honrarle, darle un abrazo completo. Su viuda, Olivia Harrison, me dijo que al oírla empezó a brincar, reír y llorar al mismo tiempo de gusto. Eso para mí fue una validación suprema.

¿Se plantea una segunda recopilación de otras joyas musicales?

Todo depende de la acogida, aunque me gustaría grabar otro disco que combine el rock and roll quizá con música española. Aún no sé qué temas. Me gusta el Concierto de Aranjuez, la elegancia, pero también el sabor.

En ese mercado debe competir con fenómenos como el de Lady Gaga, quizá el envoltorio por encima de la propia música...

Cuando uno pone su luz, brinda alegría a mucha gente, ya sean Lady Gaga, Britney Spears, Kiss, Alice Cooper... Hoy más que nunca creo que todo tiene su valor, que a la luz de Dios nadie es mejor que otro.

Antes era carbón, pensaba con miedo, y ahora soy un diamante, quiero dar una celebración al espíritu, sin juzgar ni condenar. No tengo ninguna necesidad de quedar bien con nadie, pero me gustan todos los colores y sabores. Y eso me da variedad: disfruto tocando con Paco de Lucía pero también con Lady Gaga si ella me invita. Para mí la música es una forma de comunicar con fidelidad y por eso puedo ir a cualquier parte del mundo y ser aceptado como parte de la familia. Una cosa es ser popular y otra distinta que te quiera la gente.

¿Y a qué lo atribuye?

A la gracia de Dios. Lo mejor de esta entrevista es ser capaz de dar gloria a Dios.


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