martes, noviembre 09, 2010

Caricatura / México: La mordaz crítica de Rogelio Naranjo

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El dibujante mexicano. (Foto: Roberto Armocida)

C iudad Juárez, Chihuahua, 9 de noviembre 2010. (RanchoNEWS).- Rogelio Naranjo le ha arruinado el desayuno a decenas de políticos en las últimas cuatro décadas. Sus ácidos cartones han invadido las planas de diversos medios impresos y hoy, a sus 73 años, lamenta no poder dibujar por un problema de vista que lo aqueja. Pero volverá pronto, promete. Una nota de Abida Ventura para El Universal:

El caricaturista se ha distinguido por ser la conciencia crítica de la clase política, en especial de los presidentes. Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón se han visto retratados por el implacable lápiz de Naranjo.

«Todos han sido diferentes, los veo con sus cualidades y defectos, que en general tienen muchos más defectos que cualidades», dice en entrevista.

Asegura que Calderón «es patético porque es un presidente que nunca ha abordado de frente los problemas o lo que él cree que aborda sólo lo empeora, como con el narcotráfico… para mí no es muy estético dibujarlo, pero lo tengo que hacer porque es el responsable número uno de lo que ocurre en México, es un tipo feo, chaparro, calvo y muy antipático», dice el caricaturista.

Sobre Vicente Fox asegura: «Era el ranchero que decía disparates, no muy razonados y que creía que las cosas se resolvían con las cosas de Estados Unidos, porque siempre presumía de su amistad con Bush».

«Con Salinas fue uno de los sexenios en que fui más virulento con la figura presidencial pero porque se prestaba, era un personaje muy siniestro, por un lado trataba de ser el simpático pero todo el mundo estábamos espantados con las cosas que hacía», comenta.

Y añade: «Salinas se prestaba para el dibujo por su sencillez, cualquier niño lo podía dibujar, hacías algo redondo y con dos orejotas y ya salía».

De trayectoria trascendental

Pese a su mordaz crítica, Naranjo confiesa sentirse afortunado por no haber sufrido represalias directas. «Nunca. ¡Por fortuna!, pero sé que si los he hecho enojar», admite.

Y no desaprovecha la oportunidad para reconocer que actualmente existe más libertad de expresión que la que le tocó en algunas épocas. «Han habido muchos cambios, hay épocas en que se agudizaba más la censura, épocas en que se abre totalmente los periódicos y se permite ejercer una verdadera libertad de expresión, creo que ahora estamos en una buena época», indica.

Sentado en el comedor de su casa, un tanto nervioso e impaciente, el cartonista originario de Michoacán expresó su conmoción por el festejo que recibió ayer por parte de la UNAM. «Estoy muy contento pero muy nervioso, yo preferiría estar dibujando; me siento mal de que no puedo dibujar, es el gran día y resulta que voy a estar de flojo».

Naranjo lleva ya casi un mes convaleciendo de una enfermedad en los ojos, una degeneración macular que le impide leer y dedicarse al oficio que ha ejercido por más de 45 años: dibujar.

Tenia ocho o 10 años cuando Naranjo comenzó a dibujar, influenciado por los comics, en su momento pensó en dedicarse a hacer comics pero continuó dibujando hasta que entró a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Michoacana, donde estudió pintura.

Fue hasta sus 25 años, a su llegada a la ciudad de México, cuando comienza a hacer caricatura de manera profesional; primero en el suplemento cultural del periódico El Día.

Tras participar en el Movimiento estudiantil de 1968, donde pintó pancartas que los estudiantes usaron en mítines, fundó junto a «Rius», Helio Flores y Emilio Abdala la revista de crítica política llamada La Garrapata.

«Los cuatro entendíamos la tarea de la caricatura como algo político y fundamos la revista». Se trataba de una revista política en respuesta a la masacre del 68, «delatábamos todo lo que se había hecho por parte del gobierno represor de Díaz Ordaz», recuerda.

Su verdadero oficio

Sin embargo, confiesa que fue en El Universal donde aprendió con rigor el oficio de caricaturista político. «Hacía cartón político en el periódico Cine mundial, y poco después llegué a El Universal y a El Gráfico, tenía que hacer dos dibujos diarios, era pesadísimo y sobre todo para mí que no tenía ninguna experiencia, estaba prácticamente inventando el oficio de caricaturista político, pero luego con el tiempo fui mejorando y madurando un estilo», recuerda Naranjo.

Por esa época, con la ayuda de Abel Quezada, llegó al diario Excélsior, donde permaneció hasta 1976. Meses después es invitado a participar en la naciente revista Proceso, en la que colaboraría desde el primer número hasta ahora. En seguida, sus trazos tiñeron de nuevo las planas de El Universal, donde se estableció hasta hoy.

Retratista de intelectuales

La clase intelectual tampoco ha escapado de sus tintas, y fue en las páginas del suplemento cultural, La Cultura en México, de la revista Siempre!, que dirigía Carlos Monsiváis, donde inició su faceta como retratista de escritores.

Monsiváis, con quien cosechó una cercana relación, no dudó en su talento y comenzó a coleccionar sus obras: «me compró algunos retratos desde que empecé a trabajar con él en la revista Siempre!, escogía dibujos para su colección particular, principalmente retratos de escritores y que ahora creo que están en El Estanquillo», dice.

Galardonado en diversas ocasiones, Naranjo no duda en señalar la diferencia que implica satirizar a políticos y a intelectuales: «con los políticos mi trabajo es crítico, busco sus defectos, me convierto en un dibujante muy agresivo. A los intelectuales les doy un tratamiento respetuoso, dentro de lo que cabe, porque finalmente la caricatura tiene que desacralizar a los personajes, pero de alguna manera lo hago con cierto cariño porque son intelectuales que respeto mucho, no para hacerlos bonitos, simplemente es la actitud de dibujar de otra forma y tratar de hacer muy buenos dibujos porque estoy dibujando a gente que respeto y quiero».

Legado artístico

Con un acervo de más de 10 mil dibujos, Naranjo confiesa el motivo por el que dona sus cartones a la UNAM. «Me empezó a preocupar un poco por que se iban acumulando y no sabía qué hacer con ellos, además pienso mucho en el destino que van a tener cuando muera».

«Algunos que me han robado, han aparecido en tianguis de cosas de viejo, he visto que ya los andan vendiendo allí y eso me molesta mucho, por eso los regaló a una institución seria para que los proteja y que se pueda hacer un buen uso de los dibujos», comenta.

Así, confía en que cada cartón pueda ser útil para los estudiantes de periodismo, de historia, de diseño o de ciencias políticas. «Le doy la estafeta a la universidad y ya que ellos vean que se pueda hacer con ello».

De todo este acervo que dona a la UNAM, Naranjo declara que conservará algunos para tener referencia de su trabajo y otros que guarda con cariño, como el que conserva en la pared de su sala, de la fotógrafa italiana Tina Modotti, desnuda y con alas. «Ese lo hice hace como 25 o 20 años», recuerda.

En su área de trabajo no hay más que una mesa, una lámpara, frascos de tinta y puntillas. Para Naranjo la tecnología no funciona, prefiere seguir trabajando con el método que él considera primitivo: «Yo sigo trabajando con una tecnología muy primitiva, desde la plumilla, la tinta china y el papel».

Cuidadoso y organizado con su trabajo, asegura que el único beneficio de la tecnología es que ahora puede enviar sus dibujos vía Internet, quedarse con el original y conservarlo, «ahora ya puedo guardar todos mis dibujos, porque antes los originales iban a dar a los talleres y allí sustraían los dibujos que más les gustaban y después me decían ‘no pues se perdió’ y nunca más aparecieron; ahora el original se queda en buenas condiciones, no manoseada, ni lleno de tinta de los talleres», dice.

El cartonista dice que «existen excelentes caricaturistas, hay unos muy buenos, algunos muy premiados, otros con una trayectoria muy larga como ‘Rius’, y algunos jóvenes con mucho talento que van a tomar la estafeta cuando ya empecemos a faltar los viejitos».

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