martes, noviembre 16, 2010

Fotografía / Francia: Rescatan del anonimato a Agustín Jiménez y Luis Márquez

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Algunos de los trabajos incluidos en la exposición que se presenta en el Instituto Cultural de México

C iudad Juárez, Chihuahua, 16 de noviembre 2010. (RanchoNEWS).- Los fotógrafos mexicanos Agustín Jiménez y Luis Márquez, notables representantes de la vanguardia histórica que surgió durante la posrevolución, son rescatados de la sombra del anonimato ante el público parisino gracias a la exposición Sol y sombras de la fotografía moderna mexicana: Manuel Álvarez Bravo, Agustín Jiménez y Luis Márquez. Una nota de Alondra Flores para La Jornada:

La muestra, que se abrió en el Instituto Cultural de México, en la capital francesa, el pasado 9 de noviembre, da a conocer las obras de Luis Márquez (1899-1978) y de Agustín Jiménez (1901-1974), poco difundidas en el extranjero, a diferencia de las de Álvarez Bravo, de quien fueron contemporáneos.


De los tres fotógrafos, que se conocieron y coincidieron en múltiples ocasiones, «sobresalen obras maestras, pues con esa exposición el público francés va a tener una probadita de la riqueza de nuestra fotografía», explica Ernesto Peñaloza, curador de la muestra.

«Álvarez Bravo tiene un brillo muy especial». Es el sol de una generación de vanguardistas que surgió durante la segunda y tercera década del siglo pasado. Considerado el fotógrafo iberoamericano más relevante, eclipsó a contemporáneos que también hacían imágenes con intención moderna, reflexiona el investigador, adscrito al Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Nuevos reflectores

Con el título en francés Ombre et lumiére, la muestra posa nuevos reflectores sobre Jiménez y Márquez. Se trata de la propuesta del Instituto Cultural de México para el Mois de la Photo Paris (Mes de la foto París) que se realiza bianualmente en noviembre, cuando la capital francesa se consagra a la fotografía con exposiciones y actividades culturales.

El interés por texturas, reflejos, contrastes, diagonales, ritmo, composiciones abstractas, capturar la vida por sus detalles perdidos en lo cotidiano, caracterizó a la vanguardia de la fotografía mexicana, que renovó el arte de la poesía hecha con luz e influyó en artistas como Henri Cartier-Bresson, Edward Weston, Sergei Eisenstein, Tina Modotti y Pierre Verger.

«¿Qué es un fotógrafo moderno?», cuestiona Peñaloza. «Me refiero a que rompen con la tradición anterior, que estaba más ligada al pictorialismo y no se desligaba de los cánones de este arte. Y esta segunda generación del siglo XX trata de desarrollar una estética propia de la disciplina.» Ejemplos como Lola Álvarez Bravo, Emilio Amero, Eugenia Latapí y Raúl Estrada Discua. En el México posrevolucionario hubo un auge de las inquietudes modernas, que ocurrió en otras artes, como la música, la pintura y la literatura.

El libro Mucho Sol (FCE, 1989), con fotografías de Manuel Álvarez Bravo, como voz de profeta, anunciaba el lugar del fotógrafo, nacido en 1902, quien dejó un universo de lo mexicano a lo largo de cien años de vida. Pero la constelación también contó con brillantes fotógrafos que giraban alrededor de órbitas elípticas que por momentos se entrecruzaban.

En 1932 el diario Nuestro México anunciaba que contaba con el trabajo de los tres fotógrafos del momento: Manuel Álvarez Bravo, Agustín Jiménez y Luis Márquez, relata Peñaloza, responsable de la colección de este último, que forma parte del Archivo Fotográfico Manuel Toussaint, bajo resguardo del Instituto de Investigaciones Estéticas.

Antes, a mediados de los años 20 del siglo pasado, los tres trabajaron en la Secretaría de Educación. En 1929 participaron en una colectiva de 11 artistas y después, en 1931, solamente al lado de Emilio Amero, en una galería del entonces aeropuerto de Balbuena. Y años más tarde se encargaron de fotografiar escuelas para el catálogo de la Secretaría de Educación Pública.

Además, coincidieron en su afición por el cine durante la llamada época de oro. «Los tres eran apasionados del cine; el que dio el salto fue Jiménez, un gran cinematógrafo», y esa faceta es más conocida: filmó al lado de Einsenstein ¡Qué viva México!, y Ensayo de un crimen, de Luis Buñuel, entre otras. Él fue la constante, ya que trabajó varias veces con ambos, haciendo foto fija. Luis Márquez también fue actor, camarógrafo y filmó al lado del Indio Fernández El mar y tú. La película Janitzio, de la que realizó el argumento y foto fija, le dejó la afición por coleccionar trajes típicos.

Vanguardia del nopal

El punto de cruce fotográfico es notable en sus temas y en sus estilos: su interés por el paisaje nacional, los desnudos, la reivindicación de lo indígena, lo autóctono, artesanías, la forma de visualizar la toma arquitectónica, las texturas en templos coloniales y pirámides, y hasta su afición por los cactos. En la obra vanguardista esta planta es una constante; «alguien ha hablado de la vanguardia del nopal; estaban buscando símbolos de identidad, qué nos diferenciaba en esa época de foto moderna de lo que se hacía en Europa o Estados Unidos», dice Peñaloza.

Esas temáticas, «y otras obras maestras inclasificables», se apreciarán en París hasta el 25 de febrero de 2011, y en otras ciudades de Francia y Europa adonde han pedido que se lleve la exposición. Las obras son 60 en total: 23 de Jiménez, 23 de Márquez y 14 de Bravo. De acuerdo con el curador, el menor número es de Álvarez Bravo porque es muy conocido, sobre todo por su cercanía con Cartier-Bresson.

La reunión de la obra se logró gracias a una serie de instituciones: el Centro de la Imagen, el Archivo Jiménez, la Asociación Manuel Álvarez Bravo, el Instituto de Investigaciones Estéticas, el Instituto Cultural de México en París y la Casa Europea de la Fotografía, la cual convocó al encuentro de luces y sombras de lenguajes únicos, con temas comunes y un fuerte deseo de construir mundos simbólicos vanguardistas en la cultura posrevolucionaria.


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