viernes, diciembre 10, 2010

Danza / México: Sandra Bárcenas y Raúl Fernández dicen adiós a los escenarios y a la CND

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La pareja de bailarines en la danza y la vida real. (Foto: Yazmín Ortega Cortés)

C iudad Juárez, Chihuahua, 10 de diciembre 2010. (RanchoNEWS).- Conocer los prodigios del cuerpo humano, enfrentar a diario el reto de la perfección y estar lejos de la familia permitieron a la pareja de bailarines Sandra Bárcenas y Raúl Fernández hacer de la danza su motivación fundamental. Una nota de Fabiola Palapa Quijas para La Jornada:

Desde hace más de 20 años, ambos intérpretes decidieron abrazar la profesión dancística.

Bárcenas y Fernández, quienes fueron primeros bailarines de la Compañía Nacional de Danza (CND) durante 12 años, se despidieron de la agrupación el pasado 28 de noviembre, en el Palacio de Bellas Artes, con la obra Onegin, y del 3 al 6 de diciembre en las funciones de El cascanueces, en el Teatro de la Ciudad de Chihuahua.

Los bailarines comparten su amor por el arte y descubrieron en la danza una forma de expresión y las posibilidades de hacerlo en cada giro, salto o gesto.

Para ellos, tiene cierta magia cada ballet, porque el simple hecho de tocarse hace más interesante su interpretación, la complicidad de las miradas los delata y la experiencia de bailar juntos se vuelve sublime, porque evocan su primer acercamiento, el cual ocurrió en El lago de los cisnes, al interpretar al Cisne Blanco (Sandra Bárcenas) y al príncipe Sigfrido (Raúl Fernández).

Para Sandra, la danza ha sido una experiencia inolvidable y bailar en el escenario con su esposo le permitió disfrutar la pasión por la disciplina.

«Es una carrera llena de satisfacciones, pero también de mucho trabajo. Es indescriptible todo lo que me ha dado, son tantos años de entrega a la danza, en los que hemos compartido momentos magníficos con los maestros, compañeros de la CND y, sobre todo, con los bailarines con los que hemos sido pareja artística, aunque también hemos vivido desilusiones, ya que no todo es lindo para tener un personaje principal en un ballet. Cada día trabajamos para lograr ese papel y no siempre lo obtenemos. En el caso de las mujeres existe mayor competencia, a diferencia de los hombres, que por ser menos y tienen más oportunidades», sostiene la bailarina, quien sonríe mientras Raúl le toma la mano durante la entrevista.

Sentimientos encontrados

Sandra Bárcenas (DF, 1969) y Raúl Fernández (Córdoba, Veracruz, 1968) llevan dos décadas bailando en la CND y ser pareja en la vida real les funcionó para interpretar sus personajes en el escenario, por la conexión entre ellos, de tal forma que a lo largo de 15 años han conjugado el matrimonio con su vida profesional.

Al recordar su presentación en el Palacio de Bellas Artes, señalan con emoción que durante la función tuvieron sentimientos encontrados, porque estaban en la culminación de su carrera y con un ballet especial, Onegin, que se caracteriza por el fluir de emociones, sobre todo durante el tercer acto.

Raúl Fernández recordó la primera vez que pisó un escenario en un festival. Estaba tan nervioso que temblaba, algo similar experimentó en su despedida en el Palacio de Bellas Artes: «En la última presentación con la CND sentí nervios y emocionalmente fue algo extraño; por supuesto, había tristeza. Fueron muchas emociones simultáneas, pues recordé todos los momentos compartidos en la compañía..., inolvidables vivencias. Fue realmente emocionante esa función».

Durante la entrevista, que se desarrolló en las instalaciones de la CND, Sandra se mostró feliz porque tuvieron la oportunidad de despedirse con obras que interpretaron en pareja.

«Bailamos El lago de los cisnes, El cascanueces y otros ballets. Y por la empatía que tenemos, cualquier situación durante el pas de deux lo solucionamos. Con sólo un jalón de cualquiera de los dos basta, tenemos una comunicación artística muy amplia», comenta Bárcenas.

La pareja en el ballet y en la vida real, con dos hijos, Julieta, de 10 años, y Darío, de siete, se casó hace 15 años. Y aunque no fue fácil cumplir con las presentaciones de la compañía y atender a los pequeños, Fernández aseguró que dedicarse a la danza nunca ha sido un sacrificio, porque «cuando haces lo que te gusta, simplemente lo ves como algo natural».

Sin embargo, confiesa: «En los años recientes quería estar más tiempo con mis hijos, porque salir con los amigos e ir a fiestas como otras personas nunca me preocupó, debido a que el cuerpo es mi instrumento y requirió de la disciplina del entrenamiento».

Para estar más tiempo con sus hijos y no dejarlos al cuidado de la familia, Fernández explicó que después de anunciar su despedida solicitaron a la directora de la CND, Sylvie Reynaud, que no los enviaran juntos a las giras, pero en ocasiones eso fue inevitable y sus hijos pasaron algunos días en casa de los abuelos.

«Los niños –agrega el bailarín– nacieron con esto y a su corta edad saben que se trata de trabajo. A veces nos acompañaban a los ensayos en el teatro, así que la danza también es parte de su vida. Aprendieron a vivir con eso, les gusta la danza, pero también estaban cansados de tanta ausencia».

Reclamos del cuerpo

Antes de comenzar las presentaciones de la despedida, Sandra Bárcenas comentó a sus dos hijos sobre las funciones que tendrían a lo largo de un año y que estarían al cuidado de su abuela y su tía.

«Les explique que era el último jalón y estaban felices, porque ya nos querían en casa. En la función del Palacio de Bellas Artes estaban nerviosos, incuso me lo comentaron. El lunes mi hijo estaba triste, porque yo ya no iba a bailar y le dije que ahora bailaría para él».

Aunque su futuro en el mundo de la danza es incierto, los bailarines desean transmitir su experiencia a los jóvenes estudiantes y para ello se presentarán este fin de semana con El cascanueces, en la academia Ballet Concierto de la ciudad de Chihuahua.

Bárcenas y Fernández explicaron que decidieron retirarse juntos de la CND, no sólo para estar con sus hijos, sino también para brindar la oportunidad en los papeles protagónicos a intérpretes jóvenes.

«Después de tantos años, el cuerpo duele un poquito. Siempre bailamos con dolores o lastimados, ya es como un hábito que tenemos los bailarines, pero al pasar el tiempo duele cada vez más y la dolencia se vuelve crónica. Las bailarinas nos paramos de puntas y el desgaste es mayor. Tengo artrosis, porque los huesos se moldean según las necesidades del cuerpo y al pararme de puntas muchos años y cometer el error de hacerlo embarazada, se deformó un hueso; ahora tengo una lesión en los pies, más del izquierdo, y este año comenzó el derecho... Esto duele mucho», señala Sandra.

Fernández se siente con elasticidad, también empieza a padecer el desgaste normal del cuerpo, que reclama y ahora le duele.

Comenta que la danza fue un reto en sus vidas: «Todos los días quieres hacer las cosas mejor, te conviertes en perfeccionista. Nunca lo logras, pero en todos los ensayos buscamos la perfección y siempre estás enfrentándote a ti mismo. La disciplina es importante en esta profesión, siempre llegas temprano para realizar ejercicios de estiramiento, tomar clase y seguir con los ensayos. La finalidad es darle mantenimiento al cuerpo porque la danza es un arte muy exigente, todos los días hay que ensayar. La danza es una enseñanza total, porque primero te conoces, luego descubres lo que puedes hacer, cuáles son tus posibilidades y limitaciones, a qué aspiras; es un encuentro contigo mismo, un trabajo individual, porque la exigencia y la entrega es personal».

Respecto de la situación actual de la danza en el país, Bárcenas asegura que la disciplina se ha desarrollado porque los bailarines y coreógrafos son más creativos, incluso los grupos independientes se han convertido en sus propios productores y promotores.

«En la danza hay mucha actividad con los festivales y me sorprende la cantidad de gente dedicada a este arte; lo único malo es que todavía no tenemos el apoyo que desearíamos los maestros, los bailarines y coreógrafos, porque cada vez reducen más el presupuesto a la cultura y ése es el gran problema».


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