domingo, diciembre 12, 2010

Literatura / México: La «narcocultura» revela que el Estado no puede generar iconos, declara Élmer Mendoza

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De izquierda a derecha: Xavier Velasco, Élmer Mendoza y Luis Humberto Crosthwaite, durante la presentación de La prueba del ácido, en la 24 Feria Internacional del Libro de Guadalajara. (Foto: Arturo Campos Cedillo)

C iudad Juárez, Chihuahua, 12 de diciembre, 2010.- (RanchoNEWS).- Una cuestión es la narcocultura y otra las expresiones artísticas que centran su temática en torno al mundo del narcotráfico, explicó el escritor sinaloense Élmer Mendoza (Culiacán, Sinaloa, 1949), considerado como uno de los autores de novela negra y policiaca mexicana más relevantes. Una nota de Carlos Paul para La Jornada:

Para el autor, la cultura popular tiene un alto sentido de representación en la sociedad en el contexto de violencia que actualmente se vive en el norte del país.


Los involucrados con el narco, dice, «sus joyas, su manera de vestir, los autos o lujosas camionetas que usan, los corridos que mandan componer, las distintas maneras en cómo se expresan, hasta la sonrisa de La Barbie, son parte de una iconografía que tiene fuerte impacto en la población. Se ha creado una especie de cultura popular muy representativa de lo que es esta época y esa actividad», expresó Mendoza en charla con La Jornada.

Es tan representativa de todo lo que está pasando, añade, «que si mal no recuerdo sólo hay un corrido dedicado a un federal de caminos, todos los demás son personajes del narcotráfico. Esto es sólo una muestra del impacto sociológico del fenómeno».

De ahí se genera la imitación. «Hay personas que no tienen nada que ver con ese mundo, pero si les gustan unas botas, un pantalón o una camisa, se las compran».

Respecto del desarrollo del vestuario cotidiano de los que sí están involucrados con el narco, continúa Mendoza, «es muy interesante ver desde que eran un sembrador o traficante menor, hasta cuando quizá su hijo o nieto se convirtió en un personaje. Eso va desde la camisa a cuadros con pantalón de tela muy ruda para trabajar en el campo, hasta hoy día la ropa de marca que se les ve usar cuando son detenidos».

Igual ocurre con el asunto de las joyas. «Es todo un proceso social el que hay ahí. Ese fenómeno social (la cultura popular del narcotráfico) impacta a la otra parte de la población, y ésta imita y ama los iconos; es una cuestión que se va entretejiendo».

Todo ello, destaca Mendoza, «ha demostrado lo débil que es nuestro sistema educativo, incapaz de crear iconos, ejemplos que los jóvenes quieran seguir. Los jóvenes sicarios viven la vida rápido, no esperan a todo el proceso de educación, porque éste no ofrece nada. No existe un programa social que tome en cuenta lo que somos como país actualmente; dicho de otra manera: el gobierno qué zanahoria nos pone como opción para seguir, la única que se sigue es la de la delincuencia, el asesinato, el sicariato. Los otros sueños y valores se han perdido».

Como escritores, destaca Mendoza, «trabajamos con emociones, sensaciones e intenciones. La idea es crear una literatura representativa de esa realidad, pero que a la vez tenga una carga que induzca al estudio del fenómeno».

Además, ahora que el gobierno federal declaró la guerra al narcotráfico, «con más razón los escritores tenemos que reflexionar en torno a la administración de justicia, la cantidad de bajas, la corrupción, la impunidad, entre otras cuestiones».

A Mendoza no le interesa usar hechos violentos reales en su narrativa. «Como escritor se trata de usar un símbolo que represente esa violencia. Si no eres capaz de crear un símbolo, la novela no va a servir, porque los hechos reales se olvidan o se vuelven anécdota. Pero si ese símbolo posee la suficiente intensidad para aterrarte o hacerte transpirar, el hecho cobra otra dimensión».

Con la idea de consolidar una zaga, Élmer Mendoza escribió la novela La prueba del ácido, publicada recientemente por Tusquets Editores, en la cual reaparece el detective Édgar, El Zurdo, Mendieta, ahora comisionado para investigar el asesinato de una bailarina de prostíbulo, Mayra Cabral de Melo, a quien le mutilan un pezón.

El Zurdo Mendieta, protagonista de la zaga en construcción, describe el autor, «es un policía con un bajo grado de corrupción, un hombre con muchos problemas, es temerario, inteligente y deductivo, desafortunado en el amor, no tiene buena puntería, ni buena condición física, pero es sabe combinar los factores que lo rodean para resolver un caso. Entra en constante conflicto con el mundo que lo rodea y con su jefe. Reconoce su grado de corrupción, la situación del país, con carencias e impunidad. Antes de ser policía tuvo problemas con el narco, lo que casi le cuesta la vida. Fue a la universidad, pero no terminó su carrera de literatura. Es un policía deductivo, pero igual cree en la casualidad, manera de investigación que se complementa con la inteligencia espacial de su compañera Gris Toledo».

La prueba del ácido se presentó en la Feria Internacional de Libro de Guadalajara.


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