miércoles, febrero 09, 2011

Cine / México: Toledo clausura su cine club

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El artista oaxaqueño. (Foto: Oswaldo Ramírez)

C iudad Juárez, Chihuahua, 9 de febrero 2011. (RanchoNEWS).- Luego de casi 18 años de acercar a los oaxaqueños al cine de autor, de promover la creación cinematográfica digital, de formar cineclubes en cárceles y escuelas marginadas de Oaxaca, de ser un sitio emblemático de apreciación, discusión y difusión de la labor de los creadores de imágenes en movimiento a escala nacional, el artista plástico Francisco Toledo, fundador de El Pochote, informó del cierre del centro cultural, a partir de febrero. Una nota de Alonso Aguilar Orihuela para Milenio:

El anuncio fue realizado los últimos días de enero, a través de una carta firmada por el creador juchiteco y dirigida a representantes de distintos medios de comunicación, en la que se destacó la labor del cineclub desde 1993. De igual forma, se aseguró que los tres mil 500 títulos del acervo cinematográfico podrán seguir siendo solicitados por las instituciones que en distintas colonias marginadas y comunidades del Estado nutren su programación con esa colección


En entrevista exclusiva con Milenio, Francisco Toledo explica las razones de tal decisión. El ciclo del centro cultural ha concluido, «no de manera inexplicable, como han dicho algunos periodistas. Desde hace algunas semanas he estado yendo al Pochote, y en la sala había tres, cuatro, cinco personas. Tampoco hay tanto dinero para comprar películas, libros, música, así que lo que hicimos fue suspender El Pochote».

Los inicios

Respecto a la fundación del cineclub, el artista recuerda: «Compré este lugar porque había un árbol muy bello, que hasta ahora está en medio del terreno. Se empezó a arreglar, a restaurar y finalmente se creó el cineclub».

El Pochote nació para acercar a los oaxaqueños al cine de autor, que el escultor considera fundamental para la formación visual de los artistas, y un medio para que cualquier persona amplíe su visión del mundo, al acercarse a lugares, personas, situaciones «tan distantes y distintas a las propias o tan parecidas».

El sentimiento de comunidad fue una parte esencial, que mantuvo al cineclub presente entre los cinéfilos, los realizadores y la sociedad civil en general, que lo apreció como un foro abierto a distintas expresiones culturales, no necesariamente vinculadas al cine, pues también fue sede, durante diez años, del tianguis de productos orgánicos y naturales.

El cineclub inició en uno de los patios del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO), en 1993, cuando Freddy Aguilar dirigía el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), y con una videocasetera usada, proyectando películas VHS, prestadas, inició la aventura.

En 1998, Francisco Toledo cedió su casa al cineclub, institución que cerró el círculo de exploración, difusión y reflexión de la imagen iniciado con el IAGO, en 1988, y continuado con el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo.

Con la creación de El Pochote, Toledo posibilitó la apreciación de un vasto campo para la exploración y formación visual, el cine como gran contenedor artístico, en el siglo XXI, de todos los lenguajes estéticos.

El artista juchiteco y el cine

La relación de Francisco Toledo con el cine se remonta a su infancia, en el sur de Veracruz, y se afirma durante su primera temporada en París, Francia, a sus 19 años: «Me la pasaba en el cine. Veía tres sesiones al hilo, todo lo de la cinemateca. Gracias a los amigos críticos de cine como Tomás Pérez Turrent conocí cine de Bergman, Dryer, Kurosawa, en fin. También tenía una amiga de India, Angelie Debb, que me llevaba a ciclos de cine. Algunas de esas películas me recordaban el istmo. Esas temporadas del monzón, cuando llueve, como en el sur de Veracruz. Ese mundo campesino que está cambiando, los dramas de gente pobre. Se me quedó muy grabado un documental sobre el escritor Rabindranath Tagore».

El artista plástico recuerda especialmente los documentales de Miguel Covarrubias como de Sergei Eisenstein, sobre el Istmo de Tehuantepec. «Me gustan porque yo vi el istmo en los años 40, lo que vieron ellos. Lo viví por mi familia y porque el pueblo conservaba ese encanto, esa belleza que ahora está totalmente destruida. Ese documental es mi memoria, es volver a ver el istmo como yo lo viví. Yo me bañé en el río. En ninguna casa había llaves de agua. Había pozos a orillas del río. Con los primos íbamos a bañarnos, a acarrear agua y a espiar a las mujeres», finaliza el creador.

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