viernes, marzo 04, 2011

Arte Público /España: Entrevista a Thomas Hirschhorn

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El artista suizo. (Foto: Anna Kowalska). (Foto: Ñ)

C iudad Juárez, Chihuahua. 4 de marzo de 2011. (RanchoNEWS).- El artista contemporáneo suizo, estrella de la próxima Bienal de Venecia, descifra su proyecto de arte público más complejo, el Museo precario Albinet. El sábado 5 de marzo Proa proyecta la última función del documental que cuenta esta aventura que involucró a la comunidad de inmigrantes de los suburbios de París, informa Marcela Mazzei de la revista Ñ:

Thomas Hirschhorn (Berna; 1957) quiere que cada obra nueva «sea la primera y la última obra de arte» que hace y que «supere a la anterior». Atrás van quedando sus años en el grupo de diseñadores gráficos comunistas, sus renombradas instalaciones con materiales descartables en los que invariablemente resplandecía el marrón de las cintas de embalar, y los diversos proyectos artísticos en espacios públicos nacidos para «implicar» al espectador, en un contexto donde la energía prevalece sobre la calidad y los resultados. En la próxima edición de la Bienal de Venecia, Hirschhorn representará a Suiza –su país, aunque reside en París– con una obra nueva, Crystal of Resistance.

«Incluye el pabellón entero, y quiero que el visitante esté completamente dentro de mi obra cuando esté ingresando, y que permanezca en su mente cuando esté dejándolo», detalló Hirschhorn.

A propósito de superarse, en 2004 quiso ir más allá en sus instalaciones públicas en parques y emprendió en los suburbios de París –cerca de su estudio– el Museo precario Albinet, un proyecto de arte comunitario que incluyó a los propios habitantes –que construyeron y administraron una pequeña galería de arte, salas de conferencias y una cafetería–, a los visitantes frecuentes del ámbito artístico y a instituciones como el Fondo Nacional de Arte Contemporáneo y el Centro Georges Pompidou, que aceptó el préstamo de originales de Duchamp y Warhol, entre otros, para ser exhibidas durante las ocho semanas que duró la travesía en la comuna de Aubervilliers –la misma que un año después, en 2005, veía a los jóvenes incendiar autos durante la noche hastiados de xenofobia y exclusión.

Días tranquilos en el Museo precario Albinet (Jours tranquilles au musée précaire Albinet) se titula el documental que proyecta la Fundación Proa a propósito de la participación de Hirschhorn en Of Bridges & Borders, la primera muestra del año, registra dos meses de convivencia en pleno desarrollo del museo con sus actividades programadas, sus momentos de tensión y las expresiones artísticas espontáneas, entre el hip hop y las danzas africanas.

En una escena del documental, los miembros de la comunidad manipulan obras de arte muy valiosas y se puede percibir la sensación de riesgo. ¿Cuál es su idea de riesgo en el arte?

Asumir riesgos es un elemento constitutivo del arte. Pero por supuesto que no se trata del riesgo que corre una obra de caerse o dañarse. Se trata de asumir riesgos en todo, de ponerme en riesgo a mí mismo. Porque es riesgoso crear, ser positivo, estar en movimiento y, sobre todo, creer. Y yo tenía que creer y afirmar mi trabajo en el Museo Precario Albinet.

Riesgo también es otra palabra para la resistencia. El arte es resistencia: resiste a los hechos, las opiniones y los comentarios. Como artista, tengo que poner en riesgo la Forma, lo esencial, y esta Forma –porque es nueva– enfrenta resistencia también.

De su arte se dice que aborda cuestiones políticas, ¿no temió que confundieran al Museo precario con un proyecto social?

Un artista tiene que hacer frente y convivir con todo tipo de malentendidos, ¡porque algo nuevo no es tan de fácil de entender! Pero lo único que cuenta es que yo lo tenga claro. Si alguien interpreta mi trabajo en el Museo precario Albinet como trabajo social –que por cierto no es ningún insulto– es su problema. El mío es determinar claramente mi misión –que es hacer una obra de arte– y actuar con claridad en todas las circunstancias siendo fiel a esta misión. Sobre todo en el arte en espacios públicos, los malos entendidos son inevitables, pero el punto es que la obra los trasciende, y realmente creo que fue el caso del Museo precario. Este proyecto ha creado su propio corpus, su propia lógica y sus propios términos.

¿Qué cambió en la comunidad, en los visitantes y en usted mismo durante el proyecto?

Para mí es una cuestión de dignidad: no necesito asegurar el éxito de mi trabajo. ¿Debería el artista declarar «sí, en verdad mi trabajo ha cambiado a la comunidad»? ¿Debería decir esto con el fin de hacer valioso a mi trabajo? Y si no fuera así, ¿significa que mi trabajo no tiene valor? ¿Debería ser el juez de mi propio trabajo? ¿O su contador? El arte es afirmación. Creo en esto, profundamente, y porque el arte está basado en la afirmación, el Museo precario también. ¡Puedo afirmar y asegurar que esta experiencia cambió todo! ¡Como cada obra puede hacerlo! Puedo decir que el trabajo de Joseph Beuys y Andy Warhol cambió mi vida, ¿pero necesitan ellos estar al tanto? Lo más arduo de hacer obras de arte es que no hay garantía, no hay seguridad, no hay nada que puede hacerlo más fácil para mí. Pero existe el poder de ir más allá, y por eso el Museo precario Albinet, como obra de arte, hace volar por los aires las categorías de resultados y funcionalidad.

En el proyecto se ponen en juego valores simbólicos y conceptos abstractos, ¿cree que esto es evidente para los visitantes?

Cuando estás haciendo una obra de arte –como estoy tratando de hacer– nada es evidente para el otro, ¡porque es una obra de arte! Sólo es evidente para el artista, pero también puedo entender que esta evidencia no es algo inmediato. Con cada obra quiero superar a la anterior, y lo que he aprendido haciendo arte es que aunque nunca se gana del todo, tampoco nunca está todo perdido. Las nociones de éxito o fracaso no tienen ningún sentido, mucho menos con obras de arte en el espacio público. Como artista, tengo que seguir mi propia evidencia interior, la única que tengo y la única con la que debo ser plenamente honesto.

¿Tiene espacio en el proyecto la posibilidad de involucrarse emocionalmente?

Las cuestiones emocionales no me interesan. Sí, en cambio, la libertad, la voluntad, la insistencia, la movilización, el poder, la posibilidad, la ofensiva, la responsabilidad, la soledad, la valentía y la auto-invención.

Hacia el final, usted dice que para llevar a cabo el proyecto debe estar de acuerdo, lo que no significa que lo aprueba. ¿A qué se refiere?

Estar de acuerdo significa decirle «sí» al mundo en el que vivo. Significa estar de acuerdo con todo: con la complejidad, con la belleza, el misterio, la contradicción, el caos y lo negativo. Debo estar de acuerdo con el mundo para cambiarlo. Pienso que sólo si estoy de acuerdo –y, de hecho, me siento responsable– tengo la oportunidad de intervenir. Pero estar de acuerdo también significa no neutralizarme con la autocrítica egoísta; sino estar completamente involucrado en el mundo en el que vivo, el único. Significa tener los ojos bien abiertos y no mirar hacia otro lado. Pero estar de acuerdo no significa aprobar todo o que todo dé lo mismo. Mi no aprobación sólo tiene sentido y únicamente puede tener fuerza si está basada en un acuerdo. Los proyectos en espacios públicos como el Museo precario sólo pueden existir de acuerdo con el contexto que los rodean; y es sólo entonces, en un acuerdo total con el contexto que mi voz de desaprobación puede tener impacto.

¿Comprobó esto durante el proyecto?

Ésta es una de las grandes cosas que como artista he aprendido y recibido como un regalo de este trabajo. Todo el mundo comprende tu desaprobación si está basada en el acuerdo. Cualquier otro intento es puro cinismo. El hecho de insistir en que el Museo precario es una obra de arte –en su experiencia cotidiana– le da sentido a esta distinción entre el acuerdo y aprobación.

En sus proyectos en espacios públicos habla de «implicación» en lugar de «participación» o «interactividad» en la relación obra-espectador. ¿Cómo describiría esta relación?

Implicación es lo que la obra de arte puede lograr. Creo que cada artista quiere que el otro quede implicado por su trabajo, ¿no? Y sí, creo que el arte puede implicar al otro de uno a uno, directamente. Creo que una obra de arte puede hacerlo, y que el poder de la implicación es algo constitutivo del arte. Tan sólo deseo, quiero e intento todo lo posible para que mi obra tenga el poder de implicación, es decir, establecer un diálogo o una confrontación con el otro. Es muy sencillo: con cada trabajo quiero implicar a los demás a través de mi obra de arte, como yo mismo me siento implicado por las obras de otros artistas. Y, por supuesto, yo sé por mí mismo que no siempre es lo que sucede, ¡pero es lo que absolutamente siempre quiero que suceda!


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