sábado, mayo 21, 2011

Cine / Francia: Festival de Cannes - Catherine Deneuve defiende a Lars von Trier

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Las actrices Catherine Deneuve (izquierda), Ludivine Sagnier (centro) y Chiar Mastroianni en la presentación de Les bien-aimés (Querido). (Foto: Jonathan Short)

C iudad Juárez, 21 de mayo 2011. (RanchoNEWS).- Mañana de despedida y cierre en Cannes, con la proyección de las dos últimas películas a concurso y del filme que se proyectará en la clausura: por un lado La fuente, del francorrumano Rady Mihaileanu, y Érase una vez en Anatolia, del turco Nuri Bilge Ceylan; por otro, Les bien-aimés, de Christophe Honoré. La organización ha dejado para estos dos días las películas más largas: sumadas las tres salen casi 7 horas y media. Así que las deserciones en los sesiones han sido constantes. Una nota de Gregorio Belinchón para El País:

Les bien-aimés, de Christophe Honoré, cuenta con un reparto de lujo (Catherine Deneuve, Chiara Mastroianni, Ludivine Seigner, Paul Schneider, Louis Garrel y Milos Forman) para la historia de una madre y una hija desde el París de los años sesenta hasta el Londres actual con canciones incluidas. Seigner encarna de joven al personaje que heredará Catherine Deneuve con su hija real, una escuálida Chiara Mastroianni, como su hija en la ficción. La rueda de prensa iba dando bandazos entre charlas sobre el amor y el placer de rodar juntos, hasta que Deneuve, que rodó con Von Trier en Bailando en la oscuridad, dijo de las declaraciones del danés: «La frase choca, a mí me chocó, y sacada de contexto y lanzada por Internet, se convierte en un shock detrás de otro. Lars es un hombre cálido, abierto, en quien confiar». A su lado, el actor Louis Garret se calentó: «Aquí en Francia es duro descubrir que tus abuelos o tus padres han colaborado con los nazis y por eso es un tabú...». Deneuve le cortó: «Mucha gente no conoce el pasado de la familia de Lars. Quien él creía que era su padre, hasta que su madre le contó la verdad en su lecho de muerte, era judío. Su auténtico padre es alemán y también judío». Garret siguió a lo suyo: «En Francia estos temas son tabú porque no los hemos asumido bien, en Alemania ya se han sobrepuesto a esta cuarentena. Probablemente porque aquí aún escondemos cadáveres en los armarios familiares». Estaba claro que ahí no había amor.

Los últimos dos filmes a concurso

El turco Ceylan ya ha logrado en Cannes premios del Jurado, de la Crítica y a la dirección con Lejano, Los climas y Tres monos (probablemente su mejor trabajo). En la rueda de prensa se ha mostrado orgulloso de su trabajo más inmovilista y pretencioso, que describe la investigación de un crimen y las tensiones entre las pequeñas fuerzas vivas en un pueblo. Preguntado por la cantidad de diálogos del filme, donde se habla mucho y se actúa poco, se sorprendió del detalle: «No me había dado cuenta del detalle probablemente porque los escribimos sentados delante de una mesa entre los tres y son diálogos muy buenos. Hay cierta referencia a mi pasado, porque mi padre era funcionario en un pequeño pueblo y viví esos choques de pequeños poderes. A mí no me chirría nada de la historia». El libreto ha sido escrito por Ceylan, su esposa y Ercan Kesal, que acabó interpretando a uno de los personajes: «Es que escribimos sin pensar en actores. Yo conozco perfectamente a esos pequeños políticos interesados solo en proteger sus minúsculos intereses, y al final asumí el riesgo». Ceylan ha insistido en la magnitud de su apuesta cinematográfica –«es la película más grande que he hecho jamás»– y en que él sí siente el cambio: «Poco a poco estoy redirigiendo mi carrera, aunque otros no se den cuenta. Es como cuando vas al peluquero y te deja el pelo demasiado corto. Puede que la gente no se dé cuenta, pero tú sí eres consciente del hecho». ¿Existen historias así en Turquía? «Por supuesto, más aún, nosotros nos basamos en un hecho real y poco a poco nos fuimos olvidando de él. Es como con los personajes, que al principio se parecen un poco a ti, y luego tienes que alejarlos y construirlos, para que el espectador solo piense que es real».

El francorrumano Radi Mihaileanu es también un tipo querido en los festivales. Su La fuente es una película amable, que transcurre en una pequeña aldea situada en un indeterminado lugar entre el norte de África y Oriente Próximo. Allí, durante siglos, las mujeres han tenido que bajar el agua desde una fuente en la montaña hasta sus casas. Leila, una joven novia, decide un día unir a las mujeres en la lucha: o los hombres llevan el agua a la villa y no habrá más sexo. Mihaileanu se ha inspirado en un caso real que ocurrió en 2001 para este bonito cuento que funcionará mejor en taquilla –como su filme precedente, El concierto– que en un festival –como El tren de la vida y Vete y vive, sus otros trabajos–. «Bueno, también puede recordar a Lisístrata, de Aristófanes», comenta su creador, que no habla nada de árabe, con lo que rodó un poco a ciegas. Ni secundarias de lujo como Hiam Abbas o Sabrina Ouazani, ni la protagonista (Hafsia Herzi, que también aparece en otro filme en Cannes, L'Apollonide) logran llevar más lejos la intención artística de La fuente.

Mayor información: Festival de Cannes


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