Aspecto del evento. (Foto: Jorge Serratos)C iudad Juárez, Chihuahua. 29 de mayo de 2011. (RanchoNEWS).- Las lágrimas de Pablo se negaron a permanecer resguardadas en sus ojos, necesitaban salir, escurrir entre las mejillas que tantas veces acariciaron las manos mágicas de su madre. Su garganta ahorcaba las palabras que también intentaban escapar. Por un instante, sólo pudo pedir perdón por su dolor, por no poder mantenerse con el corazón intacto en el homenaje que se le brindaba a la mujer más importante de su vida: Leonora Carrington, informa Alida Piñón desde la Ciudad de México para El Universal:
Gabriel no resistió presenciar cómo segundo a segundo Pablo, su hermano, se iba quebrando. Se levantó de su asiento y se colocó a su lado. El mayor de los hijos de Leonora Carrington pudo entonces continuar y leer las palabras que le había escrito a su madre, fallecida el miércoles pasado, a los 94 años.
«Los que conocieron a Leonora sólo conocieron una parte de tu ser extraordinario, ilimitable, generoso. Cada mil años las constelaciones se alinean para darle luz a un ser extraordinario como tú. Viniste y alumbraste con tu luz creadora… dejaste una marca indeleble para gozo de los que quedamos. Con tu arte dejaste al mundo perplejo. Los misterios del subconsciente y la magia de tus imágenes están compuestos por ti, en la ecuación perfecta… Que todos los dioses y las diosas te guarden en su seno, donde estás. Te amamos eternamente», pronunció Pablo Weisz y pidió perdón una vez más.
El llanto de Pablo Weisz Carrington contagió a las cerca de 200 personas que se dieron cita en el lobby del Palacio de Bellas Artes, en donde se desarrolló el homenaje convocado por Isaac Masri, director del Centro Cultural Indianilla y amigo de la artista de origen inglés, con más de 70 años de vida en México; Consuelo Sáizar, presidenta del Consejo Nacional para la cultura y las Artes, y Teresa Vicencio, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes.
Gabriel, el hijo menor de la última surrealista, también dedicó palabras a su madre: «La noche ha caído sobre esas manos que crearon mundos que ahora nos dejas para que podamos habitar nuestros espacios inhabitados. La vida que tuviste en tu obra quedará sin palabras, porque son palabras imagen que sólo se escuchan con las orejas de nuestra profundidad», dijo Gabriel.
Pero, por unos momentos, tampoco pudo contener el llanto, hizo una pausa y prosiguió: «Cuántas veces escribí cosas para comentarlas contigo… pero esas palabras se quedaron nadando en los cuadernos que llenaba. Nos hablarás desde la otra playa en la que ahora habitas, rodeada por esa ferocidad de los mares del norte. Regresas a esos lugares que tanto añoraste con tus perros y tus caballos, o recorres las tierras sedientas con cactus curanderos y rodeada de tus gatos legendarios. En estos lugares en los que muchos de nosotros te quisimos tanto. ¿Cómo vamos a quitar este dolor que nos atrapa las gargantas? Qué difícil será ver cómo desaparecerá tu rostro de la memoria vivida, pero qué fortuna recordarte como una presencia que no vamos a perder, porque si perdemos eso, la sustancia de ese ser tan extraordinario que fuiste, habremos perdido una parte de nuestra capacidad de sentir. La noche cubre los lutos del barro, no olvidaremos lo que nos diste con tu existencia» , apuntó.
Al homenaje asistieron algunos funcionarios públicos, la escritora Elena Poniatowska y Marie José Paz, viuda de Octavio Paz.
Además, durante varias horas permanecieron en el palacio, así como en la explanada, 18 esculturas, algunas de ellas de reciente producción como Silla, Máscara con gato y Minotauro, las cuales son exhibidas en el Centro Cultural Indianilla.
Faltaron los amigos de Leonora, pero la acompañaron sus figuras fantásticas de su universo.
Mayor información: Leonora Carrington
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