martes, noviembre 01, 2011

Literatura / España: Cuando Groucho encontró a Eliot

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EL actor y el poeta. (Foto: El Mundo)

C iudad Juárez, Chihuahua, 1 de noviembre 2011. (RanchoNEWS).- Un día de 1961, Groucho Marx abrió el buzón y se encontró con una carta llegada desde Londres de, nada más y nada menos, TS Eliot, premio Nobel de Literatura de 1948. Abrió el sobre y leyó una nota bastante sencilla. ¿Me podría enviar una fotografía dedicada? Groucho accedió, qué iba a hacer. Pero, al poco, recibió otra carta de TS Eliot. La fotografía está bien, gracias, pero, ¿no podría enviarle un retrato en el que Groucho estuviera caracterizado de, en fin, de Groucho Marx, con su bigote y su puro...?, le escribía el poeta. El actor obedeció una vez más. Y, al poco, recibió otra nota de TS Eliot que le daba infinitas gracias por el obsequio y le anunciaba que su fotografía iba a colgar al lado de los retratos de W.B. Yeats y de Paul Valery que descansaban en la pared más noble de su casa. Groucho, un poco abrumado, se animó a pedirle a Eliot un retrato y éste se lo facturó con una posdata más o menos simpática: «A mí también me gustan los puros, pero no tengo fotos fumando». ¿Qué más quieren? Los chistes eran asunto de Groucho. Una nota de Luis Alemany para El Mundo:

Así arrancó una de las amistades epistolares más insólitas del siglo XX. A un lado, el estadounidense, poeta de la contención, la esencia y lo nuclear, conocedor de la Historia y de los mitos como nadie y hombre, al trato personal, bastante gélido o algo peor, según tesimonios como el de Elia Canetti. Y, al otro lado, Groucho Marx, el gran artissta del caos y la espontaneidad de su época.


Esta semana, Lee Siegel, autor de una inminente biografía (que incidirá en el origen judío del actor) de Groucho, ha publicado un artículo en la revista The Economist en el que narra la historia de su amistad e insta a los responsables del legado de Eliot a que completen la edición de su epistolario completo. Que se lo tome con calma. Este año se ha publicado en Cambridge el primer volumen, que termina en 1923.

¿Qué les unía? De momento, es difícil precisarlo, más allá de su afición común a Shakespeare o la fascinación de Eliot por el mundo de los actores. En el archivo de Siegel sólo quedan unas cuantas cartas de las que Groucho envió a Eliot. y en ellas, el actor toma el pelo al poeta en sus flancos más fáciles. Por ejemplo, en su sexualidad o en su (impostada) personalidad de intelectual inglés. «¿Es verdad que te pusieron Tom de primer nombre por Tom Gibbons (un campeón de lucha libre)?».

O, por ejemplo, el delicado asunto de la mala fama de antisemita que Eliot arrastraba desde los añós 30 por culpa de alguna conferencia y de algún que otro verso: 'Rachel, neé Rabinovich, lágrimas en las viñas de garras asesinas'. O también: 'Mi casa es una casa en decadencia/ Y el judío se agazapa en el pretil de la ventana / Surgido en algún cafetín de Amberes...'.

Groucho no se hacía el despistado en su correspondencia con Eliot. En una carta le anunció su intención de visitarle al regreso de un viaje a Israel. Eliot, elegante, le respondió con una declaración de admiración por el estado israelí.

Y el caso es que en 1964, Groucho, efectivamente, visitó a Eliot en el apartamento de éste en Londres, y relató el encuentro en una carta dirigida a su hermano Gummo. Al margen de alguna malicia, Groucho terminó reconociendo que el poeta, ya anciano, era una persona querida y «un anfitrión encantador». «Él mismo sirvió el vino; ningún maitre lo hubiera hecho con más gracia».


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